El melón piel de sapo recibe su nombre por la textura de su corteza.

El melón piel de sapo recibe su nombre por la textura de su corteza. Pixnio.

Nutrición Fruta

Ésto es lo que le ocurre a tu organismo cuando tomas melón todos los días

El melón es nutritivo e hidratante, refrescante y lleno de vitaminas, sin duda uno de los alimentos estrella cada verano en los hogares de España.

15 julio, 2021 10:42

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Es uno de los debates de cada verano: ¿melón o sandía? Pues bien, más allá de gustos, que cada cual tiene el suyo, lo cierto es que desde una perspectiva comparada, ambos poseen interesantes propiedades para nuestra salud.

En lo que respecta al melón, nuestro protagonista de hoy, su alto contenido en agua (hasta un 92%, según la Fundación Española de Nutrición) y una menor cantidad de azúcar que otras frutas, lo convierten en un aperitivo o merienda ligero y refrescante del que disfrutar en esta época estival.

Pero no queda aquí la cosa. La realidad es que el melón aporta mucho más, ya que se trata de una fruta que posee diferentes vitaminas y otros nutrientes. Concretamente, 300 gramos de melón sin corteza proporcionan el 75% de la ingesta diaria recomendada de vitamina C.

A ello hay que unirle los minerales, de entre los que cabe destacar el potasio, además de fósforo, hierro y magnesio, por lo que el melón es un producto natural remineralizante.

Con estos datos, no resulta descabellado pensar que comer incluir el melón en nuestra dieta diaria puede tener grandes beneficios. Entre ellos, los que vamos a citar a continuación.

Las ventajas de sus vitaminas

Las propiedades nutricionales de esta planta ayuda a reforzar el sistema inmunológico. Esta afirmación se basa en que se trata de un alimento muy rico en betacarotenos, a la altura de otros como las zanahorias.

Se trata de unos pigmentos que pertenecen al grupo de los carotenoides, pero que en nuestro organismo se transforma en vitamina A. Y, como es bien sabido, es un antioxidante que combate a los radicales libres del organismo mientras fortalece el sistema inmunológico.

Además, también es un alimento rico en vitamina C. A efectos prácticos, esto se traduce en que puede ayudar a promover la producción de colágeno en los huesos y a proteger los vasos sanguíneos, el músculo y en general, los tejidos como la piel, por lo que se trata de un aliado excelente para prevenir el envejecimiento prematuro y las arrugas.

Ayuda para bajar de peso

El melón tiene muy pocas calorías, unas 40 por cada 100 gramos. Además, gran parte del melón consiste en agua. Por tanto, escogerlo como aperitivo frente a otras opciones puede ayudarnos a perder peso. Son muchos los estudios que relacionan un alto contenido en agua con la pérdida de peso y la lucha contra la obesidad.

Por último, hay que recordar que el melón posee bioactivos que estimulan la descomposición de grasas y promueve la saciedad, además de proteger la microbiota intestinal.

El corazón en buen estado

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), 17,7 millones de personas mueren cada año por enfermedades cardiovasculares, lo que las sitúa como la principal causa de morbimortalidad en todo el mundo. Una buena forma de reducir este riesgo es comer algo de melón cada día, ya que ayuda a reducir la presión arterial  aportando una buena cantidad de potasio.

Según la American Heart Association, el potasio es un mineral que ayuda a mantener el equilibrio hídrico entre las células y los fluidos corporales. Esto contribuye a regular la presión arterial y a proteger los vasos sanguíneos, lo que reduce el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares e hipertensión.

Sabrosa fuente de hidratación

Como ya hemos dicho, se trata de un alimento con mucha agua. Y esto no solo es bueno para perder peso, sino que garantiza que nos mantendremos hidratados, algo especialmente importante en los episodios de fuerte calor.

Por eso, optar por comer una ración de melón cada día, es una excelente forma de evitar la deshidratación y sus desagradables efectos, tales como piel y boca secas, dolores de cabeza, estreñimiento, confusión, piel arrugada, ritmo cardíaco acelerado, mayor riesgo de sufrir cálculos renales, fiebre y fatiga, entre otros.