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    ¿Una comida imprescindible?

    El desayuno es para muchas personas uno de los mayores placeres que existen en el "mundo mundial", que diría Manolito Gafotas. Existen pocas cosas comparables con degustar un buen café con leche, unas tostadas con mermelada, un buen tazón de cereales, unas galletas o un cruasán bien tempranito. Todo a la vez o por separado, en función del hambre del sujeto en cuestión. Sin embargo, este desayuno, típico en muchos hogares españoles desde hace décadas, tiene un problema: no es saludable y favorece el sobrepeso y la obesidad.

    La mayoría de productos de desayuno que encontramos en el supermercado (cereales, galletas, magdalenas, bollería, cacao soluble) son ultraprocesados que están cargaditos de azúcar, un ingrediente que la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda reducir en los adultos a no más de 25 gramos al día. "Ya, pero es que el cerebro necesita azúcar para funcionar", pueden argumentar los defensores de este tipo de desayunos. "Sí, pero la glucosa se puede obtener de alimentos saludables, que no dañan tu organismo", puedes responder. 

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    Desayunar "como un rey"

    Son muchas las personas que siguen creyendo a pies juntillas el refrán "desayuna como un rey, come como un príncipe y cena como un mendigo". Sin embargo, distintos estudios científicos han demostrado que el desayuno no sólo no es la comida más importante del día, sino que además puede ser una estrategia un tanto cuestionable en aquellas personas que intentan perder peso. 

    "Se debe tener precaución al recomendar el desayuno para bajar de peso en adultos, ya que podría tener el efecto contrario", se puede leer en un metaanálisis publicado el año pasado en la revista The BMJ. Los investigadores sostienen que las personas que desayunan a menudo consumen una media de 259,79 kilocalorías diarias más que los que no lo hacen. No es ni mucho menos el único estudio que ha cuestionado el papel del desayuno en los últimos tiempos.

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    No hay galleta sana

    Otro de los errores habituales que se cometen es incorporar a nuestro desayuno alimentos que parecen saludables pero que no lo son. Es decir, las galletas integrales que nos venden en el supermercado gracias a atractivos reclamos no son saludables, los cereales fitness, tampoco. Se trata de ultraprocesados cuyo consumo está relacionado con un mayor riesgo de padecer distintas enfermedades, entre ellas el cáncer

    "Pues a mí me han dicho que los cereales son buenísimos para desayunar". Sí, así lo apuntan distintos algunos estudios. Sin embargo, estos trabajos científicos no hablan de los Kellogg's o Corn flakes que podemos adquirir en las grandes superficies, sino de cereales como la avena, con granos enteros y ricos en fibra, cuyo consumo puede ayudar a reducir las concentraciones de colesterol, se han asociado con un índice de masa corporal más bajo y un menor riesgo de sobrepeso u obesidad. 

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    A toda prisa

    El desayuno es una comida que suele realizarse a una hora muy temprana, antes de salir rumbo al trabajo, y a menudo con prisa. Hay veces que, antes que masticar las alimentos, los engullimos. Sin embargo, la masticación es un proceso fundamental no sólo para la buena digestión de los alimentos, sino también como factor clave a la hora de prevenir el sobrepeso y la obesidad. 

    Algunos estudios han demostrado que la masticación regula el apetito. "La alimentación lenta y la exposición orosensorial prolongada a los alimentos durante el consumo pueden mejorar los procesos que promueven la saciedad", apunta un estudio publicado en la revista Appetite. Así el consumo de alimentos que favorecen la masticación como los frutos secos, la verdura o la fruta (todos ellos fuentes de fibra), están relacionados con un menor aumento de peso. 

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    No incluir legumbres y/o granos enteros

    En España es raro ver a alguien desayunar garbanzos, frijoles u otro tipo de legumbres. Sin embargo, en otros países no lo es tanto. Las legumbres no sólo son una excelente fuente de energía y proteínas vegetales, sino que su contenido en fibra, tanto soluble como insoluble, favorece el tránsito intestinal, ayuda a combatir el estreñimiento y consigue que sintamos una mayor sensación de saciedad. 

    Algunas instituciones como la escuela de Medicina y Salud Pública de la Universidad de Harvard las recomiendan como opción a tener en cuenta a la hora de realizar un desayuno saludable, junto con el yogur natural, cereales de grano entero como la avena, la fruta, el pan integral o los frutos secos.