Un vino diario con la comida o como aperitivo ya supone un riesgo para la salud.

Un vino diario con la comida o como aperitivo ya supone un riesgo para la salud. GTres.

Nutrición Salud cardiovascular

Por qué una sola copa de vino al día es aún más peligrosa que emborracharse el 'finde'

La frecuencia con la que se consume alcohol aumenta el riesgo cardiovascular aún más que la cantidad bebida.

21 octubre, 2019 02:28

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La idea de que "una copita al día" es buena para la salud ha quedado desterrada por la evidencia científica más reciente. Sí, el vino contiene antioxidantes, pero para beneficiarnos de sus efectos habría que ingerir "litros y litros", con lo que la concentración de alcohol los cancelaría. Lo mismo ocurre con la cerveza: a menos que sea 'sin', su consumo continuado no tiene ninguna consecuencia saludable.

El criterio de la Organización Mundial de la Salud (OMS) es que no hay una cantidad mínima de alcohol que se pueda considerar segura para la salud. Pero, ¿tan mala puede ser una única copa para acompañar la comida o el tapeo en comparación con otras prácticas universalmente reconocidas como dañinas como beber hasta emborracharse los fines de semana?

Lo cierto, según un artículo publicado en la revista EP Europace de la Sociedad Europea de Cardiología, es que la aparentemente inocua copita diaria es mucho más dañina para la salud cardiovascular. "Las recomendaciones sobre el consumo de alcohol se han enfocado en la cantidad en lugar de la frecuencia. Lo que indica nuestro trabajo es que beber menos a menudo también es importante para evitar la fibrilación atrial", explica el Dr. Jong-Il Choi, del Colegio de Medicina de la Universidad de Corea (Corea del Sur).

Se trata del tipo más común de arritmia cardíaca, y se produce cuando el corazón late muy rápido y con ritmo irregular. Los síntomas incluyen las palpitaciones, dolor de pecho o malestar, dificultad para respirar y mareos y desvanecimientos. Para una persona que la sufre, el riesgo de sufrir un infarto es cinco veces mayor.

Los investigadores ya habían determinado en base a un metaanálisis previo una correlación linear entre las bebidas alcohólicas y la fibrilación atrial: el riesgo se incrementaba un 8% por cada 12 gramos adicionales de alcohol, es decir, el equivalente a una copa, tomados a la semana. Sin embargo, quedaba por dilucidar el facto clave: si se debía a la cantidad ingerida o al aumento de sesiones de bebida.

Para ello, se centraron en la importancia relativa como factor de riesgo de la bebida frecuente en comparación con el binge drinking, un término anglosajón que define la práctica de beber ocasionalmente pero rápido y en grandes cantidades para emborracharse. Para ello, se analizaron datos de 9.776.956 personas que habían participado en una encuesta nacional de salud entre 2009 y 2017, y en la que declaraban tanto sus hábitos de consumo de alcohol como su salud cardiovascular.

Lo que pudieron comprobar es que la cantidad de veces en las que se bebía a la semana suponía una mayor contribución al riesgo de desarrollar fibrilación atrial que el total de alcohol consumido en el mismo periodo. El grupo de referencia se estableció en quienes bebían dos veces a la semana: quienes lo hacían todos los días tenían del orden de un 41% más de posibilidades de sufrir la arritmia. El hecho de practicar binge drinking al menos una vez a la semana, en cambio, no demostró ningún aumento significativo del riesgo.

"En lo que se refiere a la fibrilación atrial, beber a menudo aunque sea poco es más peligroso que beber hasta emborracharse puntualmente, independientemente de la edad y el sexo", explica Choi. "Los episodios repetidos de arritmia desencadenada por el alcohol pueden desembocar en una enfermedad declarada. Las bebidas alcohólicas también están relacionadas con trastornos del sueño, lo que también supone un riesgo conocido para la fibrilación atrial".

El especialista coreano insiste en que esta dolencia conlleva "múltiples y espantosas complicaciones, e impacta significativamente la calidad de vida". Por eso, califica de "prioridad" su prevención, por delante de los esfuerzos terapéuticos para atenuar sus efectos. "Y el consumo de alcohol es, probablemente, el factor de riesgo que podemos modificar con mayor facilidad. No solo hay que tomar menos copas, sino también hacerlo menos a menudo".

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