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    Los buenos procesados.

    Solemos pensar que cualquier producto elaborado de forma industrial es peor que cualquier otro "artesano" por el mero hecho de haber sido procesado antes de ser puesto a la venta. En cambio, creemos que los alimentos naturales o caseros son mucho mejores que el resto por la absurda razón de no haber recibido ningún tratamiento. En realidad, es un sinsentido: un bizcocho o una pastel de zanahoria siguen siendo igual de poco saludables por muy caseros que sean. 

    De la misma forma, en el supermercado existen multitud de productos que pueden representar una buena opción para cuando no tenemos tiempo de cocinar en casa o, directamente, preferimos ahorrarnos ese tiempo y comprarlos directamente hechos. A algunos de ellos les persigue la mala fama porque incluyen aditivos (cuya seguridad ha sido demostrada y probada antes de ser puestos a la venta) o ingredientes cuya finalidad es puramente tecnológica y que prolongan la vida útil del producto. He aquí tres buenos ejemplos.

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    Verdura congelada

    Las verduras congeladas tienen una fama que no se merecen. Muchas personas piensan que son insanas, pero realmente lo que la industria hace es recogerlas del campo, llevarlas a la fábrica, lavarlas, envasarlas y someterlas a un proceso de ultracongelación para garantizar que aguanten mucho más tiempo sin estropearse. Diversos estudios han demostrado que congelar un alimento no afecta prácticamente a la calidad nutricional del mismo. Es decir, estaríamos tomando prácticamente los mismos guisantes o judías que podemos adquirir en un mercadillo a temperatura ambiente.

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    Guacamole

    El guacamole es una salsa tradicional de México que está elaborada principalmente con aguacates y que se ha puesto muy de moda en los últimos años. Además suele incluir cebolla, jalapeños y cilantro. Pese a que la mayoría de salsas que podemos encontrar en el supermercado son ultraprocesadas, existen algunas excepciones. Es el caso del guacamole, por ejemplo. En los supermercados podemos encontrar algunos elaborados hasta en un 95% con aguacate, conformando un producto apto y rico en grasas saludables. 

    ¿De cuáles conviene desconfiar? De aquellos productos en los que leamos "salsa de" y cuyo ingrediente principal (el primero de la lista) no sea el aguacate. Sería el caso de esta marca, por ejemplo, cuyo ingrediente principal es el agua, seguido de la cebolla y aceites vegetales. La cantidad de aguacate no llega ni al 1%. 

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    Caldos

    Con la llegada del otoño y la bajada de temperaturas, los caldos aparecen como una buena alternativa para combatir el frío. Por lo general, estos platos incluyen una gran cantidad de agua, verduras y restos de legumbres, pescado o carnes. En el supermercado podemos encontrar caldos de brik tan válidos como los que podemos hacer en casa o los que elaboraba nuestra abuela. Ahora, conviene fijarse muy bien en la etiqueta para saber qué ingredientes incluyen. 

    Por ejemplo, si un caldo de pollo incorpora entre sus ingredientes agua, pollo de corral, cebolla, zanahoria, puerro, col, apio y sal, estaríamos ante una opción perfectamente válida desde el punto de vista nutricional. Tal y como ya explicamos, se trata de un producto bajo en calorías y en grasas. Eso sí, es conveniente vigilar la cantidad de sal que contienen. De igual forma, los caldos de pescado como éste, en cuya lista de ingredientes aparece el pescado -en una proporción muy pequeña- al final de la lista. 

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    Tomate frito

    El tomate frito de bote que podemos encontrar en los supermercados (y que no es tomate frito realmente) tiene fama de perjudicial. Siendo justos, conviene señalar que muchas marcas utilizan almidón modificado de maíz, ácido cítrico y altas cantidades de azúcar para su elaboración. Pese a ser aditivos seguros, no es lo ideal. Aquí radica la principal diferencia entre una buena salsa de tomate frito y una mala. Estaremos ante un buen tomate frito si entre sus ingredientes encontramos un alto porcentaje de tomate, aceite de oliva virgen extra, azúcar y sal. Éste podría ser un buen ejemplo y éste otro, uno malo, ya que incorpora aceites vegetales de peor calidad refinados, entre otros ingredientes. 

J.A.G.