El volcán Cumbre Vieja expulsando lava y piroclasto, desde la montaña de La Lagunas.

El volcán Cumbre Vieja expulsando lava y piroclasto, desde la montaña de La Lagunas. Kike Rincón EP

Medio ambiente Erupción volcánica

Una lava más rápida y columnas de vapor explosivas: el volcán amplía el caos en La Palma

En las últimas horas la erupción de Cumbre Vieja se ha vuelto más rápida y más fluida debido a que el volcán expulsa un magma más joven.

29 septiembre, 2021 03:27

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Cuando la lava que cubría parte del suroeste de La Palma parecía detenerse, y la erupción daba un respiro, el volcán ha vuelto a sorprender. Ahora emite un material más rápido, más caliente y más fluido. Un magma joven que se convierte en la clave para entender por qué en sólo un día ya ha rebasado las coladas emitidas en días anteriores y se llegó, tras días de espera, al mar.

En plena fase efusiva, este nuevo río de lava tampoco tiene miramientos y sigue sumando hectáreas arrasadas a las más de 250 ya sepultadas. Este magma, del tipo hawaiano, proviene de otra fisura, algo por debajo del cono principal del volcán, y se desliza por la ladera del Cumbre Vieja de manera más fluida y a mayor velocidad.

El volcán, que ya ha emitido la friolera de 46,3 millones de metros cúbicos -más que en la erupción del Teneguía en 1971-, expulsa ahora un magma más joven. Como explica Alicia Felpeto, vulcanóloga del Instituto Geográfico Nacional (IGN), "viene de más profundidad", de un reservorio que alimenta a otro más superficial. "Eso es algo que ha podido verse en otras erupciones canarias, y puede estar ocurriendo ahora también", asegura, lo que puede prolongar la duración de la erupción.

Para Jesús Ibáñez, físico del Instituto Andaluz de Geofísica y Prevención de Desastres Sísmicos (IAGPDS), se trata de un magma además que "no ha evolucionado". Esto quiere decir que es más fluido y con menos gas, "es un magma más puro" que llega directamente desde el manto magmático, a más de 15 km de profundidad. En esto coincide David Calvo, portavoz del Instituto Volcanológico de Canarias (Involcan), que añade que es un magma que fluye más y más rápido porque "ya no tiene que romper [la corteza] y no se contamina".

El magma es el mismo, pero la diferencia está en la evolución. El primero, al tener mayor viscosidad y mayor contenido de gases, tenía una naturaleza más explosiva. A menudo que ese material más viejo ha ido saliendo, el magma proveniente del manto, con más presión, ha conseguido salir con mayor facilidad y de manera más rápida. Ahora bien, en la fase efusiva también pueden darse explosiones. Y es que el magma, en su ascenso, puede interaccionar con el agua de los acuíferos subterráneos del cráter y hacer que el medio se vuelva más explosivo.

Así lo explica el físico del IAGPDS, que asegura que aunque ahora se observe una columna blanca muy grande "de apariencia poco energética", también "puede tener una capacidad explosiva más grande". La explicación puede estar en la interacción entre el magma y el agua de los acuíferos: "Hay mucho magma", insiste, y "a veces interacciona con el agua y salen estas columnas, y cuando ya el agua deja de interactuar salen coladas lávicas más puras". 

No obstante, los expertos consultados por EL ESPAÑOL insisten en la imprevisibilidad de esta erupción. En este sentido, en función de cuánto interaccione, por ejemplo, con el agua y cómo lo haga, se producirán fenómenos que alternarán entre más fluidos y otros con más expulsión de ceniza y más explosivos que son los que llegan hasta las partes más altas.

Desde Involcan aseguran que lo que se puede esperar los próximos días es que continúe esta fase efusiva, que implica una salida continua de lava, y aunque la fase estromboliana “ha perdido protagonismo”, aún pueden seguir produciéndose explosiones y salidas de ceniza. Esto mismo aseguraba María José Blanco, directora del IGN en Canarias, que apunta que aunque las explosiones han cesado en el cono, que ha ido modificando su estructura, "se pueden volver a producir y bruscamente".

"Seguimos su evolución de manera visual, y por el tremor volcánico, una señal sísmica, continua, y la amplitud de ese tremor que varía y da un índice de la explosividad que tiene el fenómeno", explica Felpeto. Ese Índice de Explosividad Volcánica (VEI) se encuentra ahora en un nivel 2 de una escala de 8, que varía en función del volumen de magma, altura de la columna eruptiva, dispersión de ceniza, entre otras cosas. En este sentido, la magnitud de la erupción estaría en uno de los puntos más bajos.

Índice de Explosividad Volcánica (VEI).

Índice de Explosividad Volcánica (VEI). IGEO

Una 'parada' técnica

El pasado lunes, el Cumbre Vieja hizo un amago de lo que en un principio parecía el final de la erupción. Tras unas horas de relativa calma, el volcán volvió a expulsar lava. "Ahora se sabe que fue una fase de recarga", comenta Calvo, que asegura que "es un proceso más dentro de la fase efusiva". Lo que pudo pasar es que el conducto magmático se taponó "con burbujas muy grandes" y por ello, durante varias horas, no hubo actividad en el cráter. 

"La parada, que no fue total, fue un momento en el que prácticamente no se emitió magma por un taponamiento del conducto de emisión", coincide la vulcanóloga del IGN. Pero asegura que, vista la fuerza con la que salió después, probablemente, durante todo ese tiempo estuvo alimentándose de magma y podría haber estado ascendiendo de la parte más profunda. 

Los últimos datos estiman que esta lava joven avanza a un ritmo y en cantidades mayores que los anteriores días. Cuando se escriben estas líneas, la lava emitida suma los 10 millones de m3 y se espera que rebase la montaña de Todoque por uno de los laterales, a la par que las otras dos coladas -que en algunos puntos llegaron a los 14 m de altura- permanecen casi detenidas. 

Joan Martí, geólogo y director del Instituto Geociencias Barcelona del CSIC, ya aseguraba hace unos días en una entrevista con este periódico que las primeras lavas no iban a llegar al mar. Ahora bien, cuando sigue saliendo material, la topografía cambia y puede condicionar que se comporten de manera muy distinta. Aún así recordaba que "en la mayoría de erupciones en La Palma la lava ha llegado al mar y no me extrañaría que en algún momento ocurriera". 

Que una colada llegue y otra no depende de muchos factores, pero como contamos al principio de este artículo, el tipo de lava es una de las claves. A menudo que el material lávico se aleja del punto de emisión, se va enfriando. La primera, al ser una lava mucho más viscosa, se movía más lentamente y se ha ido enfriando más rápidamente que este magma joven del Cumbre Vieja: más caliente, más veloz y más fluido. 

Aún así las incógnitas siguen a la orden del día, porque también es cierto que, además, a menudo que avanza, se encuentra con un terreno de menor pendiente y existe menos fuerza gravitatoria que conduzca a la lava hacia abajo. En palabras de Ibáñez, esa mayor planicie del terreno es lo que provocó que la anterior lava, en lugar de avanzar únicamente hacia delante, se expandiera además de manera horizontal: en abanico.

¿Podría abrirse otra fisura?

Ante esta imprevisibilidad, propia de una erupción volcánica de tipo estromboliana, el semáforo volcánico de la isla se mantiene en rojo, en situación de emergencia, y mantiene confinadas a las áreas de San Borondón, Marina Alta, Marina Baja y La Condesa. El pulso del volcán dejará días de continuidad y discontinuidad hasta que la erupción finalice. Un proceso que como ya avisaron los expertos de Involcan podría durar en torno a 55 días y en el que se seguirán sufriendo terremotos. En la jornada del martes, se produjeron un total de seis terremotos, de una magnitud máxima de 2,9 (mbLg) y a 10 km de profundidad. 

De momento, el cordón de seguridad se mantiene en 2,5 km para minimizar el riesgo de impacto de piroclastos y gases, y la nube de ceniza sigue ganando altura. En las últimas horas, y según datos del IGN, el penacho ha llegado incluso a generar ondas de gravedad en la atmósfera y ha alcanzado los 7.000 metros, lo que podría afectar al tráfico aéreo entre La Palma, Tenerife y La Gomera, como han informado desde el Plan de Emergencias Volcánicas de Canarias (Pevolca).

La disminución en la deformación del terreno es uno de los aspectos que marcarán si el volcán de La Palma entra en una fase final. Algo que para los expertos aún parece lejos, ya que los niveles siguen estables -alcanzando en algunos puntos los 30 cm-, y la lava no deja de brotar. Para Calvo, la posibilidad de que se abra una nueva fisura por la que salga más material está sobre la mesa y "nunca se ha descartado", pero esa posibilidad no parece que vaya a materializarse en el corto plazo.