
De izquierda a derecha, Beth Shapiro, George Church y Ben Lamm.
"Colossal está pensando más en un zoológico y ganar dinero": el peligro de jugar a 'desextinguir' especies a lo 'Jurassic Park'
La empresa estadounidense no sólo recibe críticas por el posible daño que generaría en el ecosistema actual, sino también por el debate ético que plantea.
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Tres años. Éste es el tiempo que ha pasado (aproximadamente) desde la fundación de Colossal Biosciences hasta el nacimiento de Romulus y Remus, las dos crías de lobo gigante, un animal que se extinguió hace más de 10.000 años. No es la única especie que la biotecnológica pretende 'desextinguir'.
Hace apenas un mes, anunció la creación de unos ratones editados genéticamente, con los que esperan recuperar al mamut lanudo. El objetivo de Colossal es que nazca la primera cría en 2028; es decir, unos 4.000 años después de que desapareciera. Además, pretenden recuperar especies extintas hace 'menos tiempo', como el tilacino o lobo de Tasmania y el dodo.
La pregunta que se hacen algunos científicos ante esta realidad que recuerda a la ficción de Jurassic Park es "¿para qué queremos esto?". También surgen dudas desde el punto de vista ético. Aunque desde la propia empresa no parece que vean ninguna de estas cuestiones como un problema. Todo lo contrario.

Centre for Paleogenetics
"El éxito de la 'desextinción' del lobo gigante representa un logro asombroso", comenta por correo electrónico a EL ESPAÑOL Beth Shapiro, directora científica de Colossal. "Hemos demostrado que nuestra tecnología funciona de principio a fin. Esto significa que ahora tenemos la capacidad de restaurar especies que se creían desaparecidas para siempre, lo que cambiará el mundo de la conservación".
¿'Despreocupados' por la extinción?
Hay quienes creen que sucederá este cambio, pero no en el sentido que le da Shapiro, sino más bien como un "riesgo moral". "¿Estarán algunas personas, y también gobiernos, más dispuestos a dejar que las especies se extingan porque pueden 'recuperarse'?", se pregunta Henry T. Greely, profesor de la Universidad de Stanford y experto en implicaciones éticas relacionadas con la genética.
Aun con la intención de ciudadanos y gobernantes para que no ocurra, puede que termine pasando por la propia reintroducción de las especies 'desextinguidas', como plantea el investigador del Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA) que participó en la primera 'desextinción' de la historia José Luis Alabart: "Igual se pueden extinguir otros animales debido a la interacción con los que se 'desextinguen', además de que puede desequilibrar el actual ecosistema".

Remus y Romulus sobre el trono de hierro de 'Juego de Tronos'.
Por el momento, no cabe esta posibilidad ya que los lobos gigantes permanecen en una reserva de unas 800 hectáreas de la que se desconoce su ubicación. En ella "vivirán toda su vida", pese a que, como ha informado la revista TIME, Romulus, Remus y Khaleesi ya muestran comportamientos que reflejan que les vendría bien que vivieran en libertad.
Hay que recordar que los lobos se mueven en manadas que, en algunos casos, superan los 15 individuos, mientras que su territorio de caza puede llegar a sobrepasar las 200.000 hectáreas. La reserva de Colossal no cumple con ninguno de estos dos requisitos.
Aunque el problema sería mayor con los mamuts. "¿Dónde los metes?", apunta Jorge Lozano, profesor de Ecología de la Universidad Complutense de Madrid y experto en biodiversidad. Para conseguirlo, la empresa estadounidense pretende reescribir los genes del elefante asiático, un animal que en busca de comida puede llegar a recorrer hasta 200 kilómetros en un solo día.
Motivaciones ocultas y dinero
Como explica Shapiro a este periódico, cada uno de sus "programas de 'desextinción' tiene hábitats específicos en los que se llevaría a cabo el rewilding", como se conoce en inglés al proceso de 'renaturalización' que, entre otras estrategias, busca la reintroducción de especies.
La ubicación que tendrían los mamuts aún es 'un misterio' (quizás vuelvan a una isla al norte de Siberia, donde desaparecieron los últimos individuos). En otros casos sí que tienen clara la localización: "El tilacino será reintroducido en Tasmania, mientras que el dodo lo será en Mauricio", dice Shapiro.
La diferencia de estos dos últimos es que, en comparación con el lobo gigante o el mamut lanudo, no se extinguieron hace tanto: casi 100 y 400 años, respectivamente. Y es que en restauración ecológica, como subraya Lozano, el criterio fundamental es que no haya pasado mucho tiempo. ¿Por qué Colossal se lo 'salta' buscando recuperar animales que desaparecieron hace miles de años?
"Pienso que tienen otras motivaciones que no conocemos del todo", opina Alabart. "Me da la sensación", añade Lozano, "de que esta empresa está pensando más en un parque zoológico, tipo Jurassic Park, y ganar dinero que en otra cosa". El propio Ben Lamm, CEO de Colossal, desmintió en una reciente entrevista a The Guardian que sus 'desextinciones' fueran a tener el mismo final que la película de Steven Spielberg.
Lo que sí parece claro es que la empresa ha sabido captar la atención desde el punto de vista económico: actualmente, está valorada en algo más de nueve millones de euros. "Si los ricos quieren invertir en esto en vez de comprar yates, me parece bien", bromea Greely, quien entiende que "el dinero podría gastarse en mejores cosas". No vería bien, de hecho, que existieran investigaciones acerca de la 'desextinción' que estuvieran financiadas con capital público.
Puede que desde Colossal también coincidan con esta opinión, ya que de esta forma "pueden guardar información en secreto y no tienen obligación de publicarla", como comenta Alabart. Hasta el momento, han compartido los resultados de los 'ratones lanudos' y los del lobo gigante en el repositorio para prepublicaciones BioRXiv, por lo que no han sido revisado por pares.
Un dilema ético "inexistente"
El impacto de la 'desextinción' va más allá de lo estrictamente científico. "Nos acerca al debate ético", afirma Lozano, "de qué hacer si 'desextinguimos' a una especie. ¿La conservamos en cautividad, como si fuera Jurassic Park, o la introducimos en la naturaleza?". Cree que antes de que esto ocurra debería producirse el debate.
En él, no sólo cabría preguntarse qué hacer con las especies, sino a cuáles se deberían recuperar. ¿Qué criterios deberían seguirse para tomar una decisión como esta? Hay quienes entienden que una posible línea roja podría ser que el ser humano haya estado implicado en la extinción. Aunque no todos lo ven así: "Ni tú ni yo los matamos", argumenta Greely, "¿debería España entonces indemnizar a los descendientes de judíos y musulmanes que expulsó o mato? Es complicado".

Romulus y Remus, en la reserva de la biotecnológica, cuando tenían 3 meses.
Para Shapiro, "no se trata de un dilema ético". La empresa defiende que su tecnología representa "un imperativo moral" con el que "reconciliarse con la naturaleza después de haber llevado a tantas especies al borde de la extinción". Sí que creen que "se deberían elaborar planes detallados que tengan muy en cuenta el bienestar de los animales". Aunque puede que incluso con un resultado positivo en estas observaciones, no se opte por la 'desextinción'.
Y es que, como sugiere Greely, "habrá casos en los que no queramos hacer el esfuerzo". Pone el ejemplo de si sería "útil o emocionante revivir una especie extinta de lagartija. ¿Intentaremos revivir animales que sean necesarios por su valor ecológico o, más bien, porque la gente quiera verlos?".