El leonés Jorge García Girón ha crecido fascinado por los dinosaurios. Una curiosidad intelectual que lleva aparejado un expediente impresionante: Premio Extraordinario de la Universidad de León por obtener 43 matrículas de honor en su Grado en Ciencias Ambientales; premio a la Mejor Tesis Doctoral de Europa 2019-2020 de la Federación Europea de Ciencias del Agua (EFFS) por aplicar la biogeografía a la distribución de plantas acuáticas; y Premio Extraordinario de Doctorado en 2022. Pero los dinosaurios nunca le abandonaron, y un enfoque multidisciplinar le ha permitido ahora reescribir sus últimos días sobre la Tierra.

Las nuevas tecnologías aportan cada vez más información sobre el colapso ecológico que provocó el impacto del asteroide frente a la península de Yucatán. Pero persisten enigmas, como el de por qué se extinguieron los dinosaurios no-avianos -todos aquellos que no evolucionaban hacia nuestros pájaros contemporáneos, del tiranosaurio al triceratops- mientras que otras especies -los mamíferos, pero también los cocodrilos y las tortugas- han logrado sobrevivir hasta nuestros días.

La hipótesis predominante apuntaba a que ya daban señales de declive evolutivo, y la catástrofe habría sido el clavo en el ataúd. La investigación liderada por García Girón y publicada en Science Advances revela todo lo contrario: estaban en su mejor momento. "Obtuvimos una base de datos completa de la parte oeste de Norteamérica, con fósiles de sedimentos correspondientes al Cretácico y a la época posterior, el Paleógeno. Mediante una serie de modelos, podemos determinar cómo se relacionaban estos organismos", explica el investigador.

"La hipótesis del declive de los dinosaurios, basada en patrones de diversidad, no fue tal a nivel ecológico. El material fósil es incompleto, tiene vicios (biases) que hemos podido corregir con nuestro modelo. A nivel paleoecológico, tenían nichos y redes tróficas muy estables. Pero encontramos otras criaturillas -mamíferos, reptiles y aves- que empezaban a diversificarse ya antes del cataclismo sus hábitats y fuentes de alimentación", prosigue.

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Si los dinosaurios dominaban sin oposición la Tierra, ¿significa que, de no ser por el impacto de Chicxulub, la evolución en nuestro planeta habría seguido un camino muy diferente? El investigador invita a la prudencia: "A corto plazo, unos cuantos millones de años después, las cosas hubieran seguido como estaban de no ser por el asteroide.  Quizás los mamíferos seguirían diversificándose y colonizando, podrían -especulo- haber aislado a algunos dinosaurios de pequeño tamaño. Pero la evolución es tan contingente, a una escala temporal tan amplia, que es imposible saber si los dinosaurios hubieran seguido estando en la cúspide evolutiva".  

La capacidad de diversificación de las especies más pequeñas, "latente" durante millones de años, se disparó durante la catástrofe ecológica, permitiéndoles ocupar los nichos que iban quedando vacíos. El gran tamaño de las que terminaron extintas jugó en su contra, pero como subraya García Girón, no es la única explicación: "Algunas especies de dinosaurios eran muy pequeñitos".

Así, la capacidad de adaptación a un entorno cambiante habría sido el factor determinante: la estabilidad de la que habían disfrutado los dinosaurios durante eones se convirtió en una presión competitiva negativa cuando su mundo llegó a su fin.

Jorge García Girón en el Museo Nacional de Escocia (Edimburgo)

Jorge García Girón en el Museo Nacional de Escocia (Edimburgo) Cedida

"He tenido muchísima suerte"

La beca posdoctoral Margarita Salas ha llevado a García Girón a compaginar su labor investigadora entre la Universidad de León y la de Oulu, su centro receptor, en Finlandia. "Yo empecé especializándome en Ecología, enfoqué mi tesis en Biogeografía de Plantas Acuáticas, y de ahí surgió mi interés por aplicar los modelos de distribución de organismos actuales al pasado. Durante la pandemia leí un libro de nuestro autor senior, mi amigo Steve Brusatte de la Universidad de Edimburgo (Escocia), y le planteé que estos modelos podían completar carencias en la paleontología. Reunimos a investigadores de varios centros, y nos pusimos a trabajar".

Sorprende, sin embargo, la contundencia con la que se expresa al valorar su carrera investigadora alguien con un currículum tan destacado. "Yo he tenido muchísima suerte", declara. "Formaba parte de un grupo pequeño en León, pero tuve la suerte de coincidir con Janne Alahuhta de la Universidad de Oulu, que fue mi director de tesis y también participa en el trabajo. He podido ir creciendo como investigador, en Finlandia están mucho más abiertos a las disciplinas transversales. Y he tenido la suerte, con ayuda de compañeros, de acceder a financiación para mantenerme en la ciencia. Pero insisto, es suerte: a otros, la baraka no les ha acompañado". 

La "sensación de incertidumbre" es lo que pesa más sobre los hombros del joven investigador. "La falta de seguridad, tener que estar buscando financiación cada dos años, la dificultad para centrarse en una línea de investigación... a muchos les cansa y se dan por vencidos". García Girón destaca la aparición de nuevos modelos de financiación, "una mejora cualitativa", pero insiste en la necesidad de estabilidad en la carrera investigadora.

"A mí me encantaría desarrollar mi línea de investigación en España, ¡porque vivir en el norte de Finlandia es muy difícil!", bromea. Pero recupera la seriedad para concluir: "Tenemos la capacidad y tenemos alumnos excepcionales como para ir mejorando el sistema español de ciencia y tecnología".