Un macaco como los usados para la experimentación biomédica.

Un macaco como los usados para la experimentación biomédica. donghero iStock

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Montoliu (CSIC): "La mayoría de experimentos con monos en biomedicina son terminales"

Estos animales se utilizan para investigar enfermedades muy graves para las que de momento no existen alternativas.

4 agosto, 2021 02:45

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El anuncio de la suspensión sine die del ensayo con seres humanos de la vacuna española contra la Covid-19 más avanzada, la MVA-COVID-19(S) desarrollada por el equipo de Mariano Esteban en el Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC), ha supuesto un jarro de agua fría para la ciencia de nuestro país. La reticencia de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps) para autorizar la prueba, según adelantó EL ESPAÑOL, tiene que ver con las lesiones pulmonares descubiertas en la autopsia de uno de los macacos experimentales.

Las circunstancias de la muerte del primate ha estado rodeadas de polémica. Originalmente, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) avalaba a este diario la versión de que el animal había muerto tras aparecer las lesiones, pero posteriormente precisaba que había sido sacrificado como parte rutinaria del experimento. En cualquier caso, los investigadores insisten en desvincular la inoculación de la vacuna con los problemas pulmonares del mono, y adelantan que presentarán alegaciones si finalmente la Aemps se pronuncia negativamente.

Más allá de esto, lo cierto es que la noticia ha llevado a un primer plano la experimentación con animales tan complejos como los macacos en el campo de la investigación biomédica, y las circunstancias en los que son utilizados. Especies como los primates guardan verdadera similitud a nivel biológico con los humanos y por ello se destinan únicamente para los avances en el desarrollo de tratamientos de enfermedades muy graves como, por ejemplo, las causadas por el Ébola, el VIH o el Sars-CoV-2 u otras neurodegenerativas como el Párkinson o el Alzhéimer.

El investigador Lluís Montoliu, del departamento de Biología Molecular y Celular del CNB-CSIC, asegura que debido a la gravedad de las enfermedades que se estudian en ellos, "la mayor parte de experimentos que se realizan con macacos en biomedicina son terminales". Como explica el experto, cuando se inoculan un virus o vacuna a estos animales, puede ser necesario sacrificarles para certificar mediante autopsia que no han sufrido daños o alteraciones en ningún órgano y completar de este modo la investigación.

Ahora bien, su utilización está muy limitada y muy regulada: se deben cumplir una serie de normas, presentar el caso a unos comités éticos y argumentar cómo los beneficios que pueden obtenerse superan a los daños o los riesgos que se les van a causar a los animales a consecuencia de la experimentación.

En lo que respecta a los macacos, se crían en centros específicos repartidos por varios países (el más importante se encuentra en Países Bajos) y se hace ex profeso para su utilización en laboratorios. "Lo que se ha producido en este último año debido a las múltiples vacunas y antivirales que se han ido proponiendo para tratar o prevenir la Covid-19 ha sido un problema de acceso a animales suficientes" para investigar otras enfermedades graves, cuenta Montoliú, quien añade que "aunque se haya aumentado su cría, los primates no son como los ratones, son como nosotros: necesitan meses de gestación".

¿Existen alternativas a los animales?

La Ley establece una obligación de utilizar primates no humanos en investigación biomédica siempre y cuando no exista otra alternativa. De hecho, el número de animales de esta especie utilizados en ensayos clínicos en España representa un porcentaje muy pequeño. Según datos del último informe del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, en 2019 se destinaron un total de 225 macacos a ensayos de laboratorio, lo que supone un 0,03% del total de animales utilizados en biomedicina. Generalmente, lo que se hace es recurrir, siempre que se pueda, a otro tipo de animales con un sistema nervioso menos sensible como por ejemplo, los ratones (56,35%), peces (12,33%) o aves de corral (12,02%). Eso con la condición de que se hayan agotado otras vías previas.

Alberto Díez, portavoz de la Asociación Nacional para la Defensa de los Animales (ANDA), apunta que lo que se debe poner sobre la mesa no es tanto el dilema ético sobre si utilizar o no animales para la investigación en biomedicina. Lo vital es poner el foco sobre qué esfuerzos está realizando la sociedad para avanzar en el desarrollo de métodos alternativos en los experimentos científicos. Plantea que "si ahora, por ejemplo, para el desarrollo de la vacuna Covid-19 tenemos que utilizar animales, aprovechemos que estamos utilizando ese primate para investigar que en un futuro no se tengan que emplear animales como los primates o, al menos, hacerlo en menor medida".

Estos métodos alternativos se enmarcan en lo que se conoce como las tres R’s: reemplazo, que supone dejar de utilizar animales; reducción, utilizarlos en menor volumen, y el refinamiento, mediante la reducción del dolor. Díez asegura que "nadie quiere negar el avance de la Ciencia, pero tiene que desvincularse lo máximo posible del empleo de animales". Aunque para eso, hay que investigar. 

Montoliu explica que cada vez más, hay métodos alternativos que, en algunos casos, pueden utilizarse como fases exploratorias en las cuales, sin llegar a utilizar animales, se emplea algo más complejo como los organoides. Son unos grupos de células que retienen algunas de las propiedades de un órgano. No obstante, "todavía no tienen la complejidad necesaria que se requiere", lamenta el investigador. 

Es por esto que, en el caso de las vacunas, aún hoy día, se utilizan animales porque, según el experto, lo que se necesita es un sistema inmunitario que responda en el momento a la agresión del antígeno o a la proteína que se investiga. Sin embargo, "todavía no hemos sido capaces de reproducir un sistema inmunitario con un organoide", cuenta Montoliu, pero asegura que "cuando esto sea posible, si es que alguna vez lo es, entonces podremos dejar de utilizar animales".

Para el portavoz de ANDA, "no se trata de primate no humano o vacuna covid", sino que a pesar de necesitar estos animales para avanzar en ensayos clínicos, en paralelo, se demuestre que se están haciendo los esfuerzos posibles para evitar la utilización de primates. "Aquí es donde veo que no se está haciendo nada, porque en España la inversión en métodos alternativos es 0", denuncia Díez, que relata sorprendido cómo el reciente plan de investigación publicado por el Ministerio de Ciencia no incluye "ni un céntimo" en investigación y desarrollo de nuevos métodos alternativos.