Michel Desmurget es neurocientífico especializado en educación.

Michel Desmurget es neurocientífico especializado en educación.

Ciencia

Desmurget, el sabio contra los 'cretinos digitales', sobre la escuela en España: "Estamos en la segunda división"

El prestigioso pensador alerta sobre el desplome del nivel académico en España y el resto de Europa frente al resto de la OCDE.

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El arranque del curso escolar viene acompañado del debate sobre el uso de las pantallas entre los escolares, tanto en las aulas como en el hogar. Según la Encuesta de Salud de España del Instituto Nacional de Estadística (INE) el 12% de los niños de 0 a 4 años dedica más de dos horas diarias a las pantallas. Un porcentaje que se dispara al 30% en la franja de 5 a 9 años y alcanza el 50% entre los de 10 a 14.

Este contexto es el blanco de las advertencias del intelectual francés Michel Desmurget, doctor en neurociencias. En una entrevista con el medio Usbek & Rica, afirma que el declive de las habilidades de lectura y cognitivas de los jóvenes está llevando a Europa a un camino de "pauperización intelectual y económica" frente a otras regiones de la OCDE.

El investigador se apoya en los datos del programa internacional PISA, que evalúa el rendimiento académico de los estudiantes. "Nos batimos para saber si nuestros adolescentes de 15 años son un poco mejores que los italianos o los alemanes, pero si tomamos un poco de perspectiva, nos damos cuenta de que todos jugamos en segunda división", asevera.

Las cifras son preocupantes. Por ejemplo, Francia, al igual que España, está tan lejos de Estonia, líder de la OCDE, como esta lo está de China o Singapur. En otra entrevista con EL ESPAÑOL, Desmurget fue aún más directo. "Si un alumno español o francés de primer año de instituto fuera a estudiar a Singapur o Japón, lo mandarían de vuelta a Primaria por su nivel de lectura".

Para Desmurget, la causa principal es la sobreexposición a las pantallas recreativas, que restan tiempo a actividades cruciales como la lectura, el sueño y el estudio. El propio neurocientífico sostiene que la lectura de libros es una "formidable máquina para construir las inteligencias".

En contra de la creencia popular, no todo el contenido es igual. La literatura científica demuestra que leer libros, principalmente de ficción, tiene un impacto muy beneficioso en nuestras capacidades intelectuales, emocionales y sociales. Los periódicos también ofrecen efectos positivos, ya que incluyen conocimientos específicos y palabras poco comunes.

En cambio, formatos como el manga o los cómics no tienen ninguna influencia en el lenguaje o el éxito académico. En internet, la lectura, a través de espacios como blogs o redes sociales, solo representa entre un 2% y un 3% del tiempo total de pantalla, y no se observan beneficios en el lenguaje.

En la entrevista, el neurocientífico ya criticó con fuerza proyectos como el programa de "un portátil por alumno" en Cataluña, calificándolos de "estafa intelectual". Los estudios demuestran que cuando se dan tablets a los niños, las usan principalmente para ver vídeos y jugar a videojuegos, convirtiendo la inversión en "dinero tirado a la basura".

El valor del papel y la familia

Aunque la palabra escrita está por todas partes, no todos los medios son iguales. La superioridad del papel se mantiene, especialmente para textos exigentes. El principal problema de las pantallas es el efecto de distracción: los hipervínculos y las notificaciones desbaratan el pensamiento, pudiendo hacerte perder varios segundos o incluso decenas de segundos antes de retomar la concentración.

Incluso los lectores de libros electrónicos no pueden igualar al papel. Estudios internacionales revelan que entre el 80% y el 90% de los estudiantes prefieren el papel, ya que es más propicio para la concentración. Además, los libros físicos tienen una "unidad espacial" que ayuda a construir una representación mental más refinada del contenido.

Más allá de los centros educativos, la responsabilidad recae también en el hogar. Desmurget explica que las diferencias en vocabulario y aptitudes de lectura se notan incluso antes de la etapa escolar. "Cuando llegan a la guardería, algunos niños tienen 400 palabras de vocabulario, cuando otros tienen 1.200", afirma. El origen no es genético, sino la estimulación verbal temprana. El cerebro, al igual que un músculo, necesita ser ejercitado.

"Aprender a leer es aprender un nuevo lenguaje", sostiene Desmurget. El esfuerzo que requiere el cerebro para decodificar textos complejos y asimilar un vocabulario más amplio es un "ejercicio" fundamental que las pantallas no pueden reemplazar. Este proceso es acumulativo, por lo que la riqueza inicial en el lenguaje facilita el aprendizaje continuo y fomenta el pensamiento crítico.

Además, el especialista vincula la caída del nivel de empatía y el aumento del narcisismo con la falta de lectura. A su juicio, existe una relación directa con el abandono de la lectura. Los libros, defiende, nos permiten meternos "dentro de la cabeza" de los personajes, vivir sus emociones y entender su psicología, un proceso que el cine y los videojuegos no alcanzan a replicar.

Y en todo esto, juega un papel indiscutible el entorno familiar. "Un niño nunca será lector si los padres no hacen su parte", advierte el neurocientífico, haciendo un llamamiento a la concienciación y la acción en el entorno familiar. "Por lo tanto, no podemos esperarlo todo de la escuela, y el papel de los padres es fundamental", concluye.

Un cambio de dirección

Ante este panorama, la Asociación Española de Pediatría (AEP) ha pedido volver a evaluar el uso de dispositivos digitales, urgiendo a los gobiernos y al sistema educativo a tomar medidas. Sus especialistas alertan sobre los efectos negativos del uso excesivo de pantallas en la salud mental (aislamiento, ciberacoso) y física (sedentarismo, sueño, riesgo cardiovascular) de los menores, sin olvidar los efectos en relación con el rendimiento académico.

Los especialistas de la AEP han actualizado sus recomendaciones basándose en la nueva evidencia científica y han elevado la edad en la que se considera seguro exponer a los niños a pantallas, que pasa de los 2 a los 6 años, estableciendo que no existe un tiempo seguro de exposición antes de esta edad.

Con todo esto, la AEP ha publicado recomendaciones claras por edades:

De 0 a 6 años: Cero pantallas, con la excepción de videollamadas supervisadas.

De 7 a 12 años: Menos de una hora diaria, limitando el acceso a internet.

De 13 a 16 años: Menos de dos horas, priorizando los teléfonos sin acceso a internet y retrasando la edad de adquirir un smartphone.