Avelino Corma, Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en 'Ciencias Básicas'.

Avelino Corma, Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en 'Ciencias Básicas'. Fundación BBVA

Ciencia

Corma, el químico español más internacional: "La política juega a corto plazo, la crisis climática nos va a costar mucho dinero"

"Muchos jóvenes se toman la investigación como una profesión más" / "Cuando era joven mi laboratorio era un hervidero, incluso sábados y domingos".

Más información: Descontrol con los químicos: la humanidad supera el límite máximo de estos contaminantes

Publicada

Dice el científico Avelino Corma que la Química es "un campo infinito" porque cualquier producto sintético que tenemos alrededor ha sido obtenido en una reacción química realizada en un laboratorio.

Desde los fármacos que salvan vidas hasta la ropa con la que nos vestimos. Corma, en este sentido, ha dedicado su carrera a estudiar los catalizadores. Es decir, materiales que pueden hacer más precisas y veloces esas reacciones químicas fundamentales.

Por esta razón, la Fundación BBVA le ha concedido el Premio Fronteras del Conocimiento en la categoría de Ciencias Básicas. Corma pertenece al Instituto de Tecnología Química de la Universitat Politècnica de València-CSIC.

Ha compartido el premio con John Hartwig, de la Universidad de California en Berkeley y Helmut Schwartz, del Instituto de Técnica de Berlín. Todos ellos han sentado las bases de los catalizadores que han hecho la Química más eficiente y sostenible.

¿Cómo nos explicaría qué es la catálisis a los que no tenemos ni idea de Química?

Trabajo con catalizadores sólidos y son materiales que permiten llevar a cabo reacciones químicas de una manera más rápida. Pero, sobre todo, son capaces de dirigirse al producto que se desea y esto es muy importante.

Cuando se produce una reacción química, raramente se obtiene el producto deseado. Se suele obtener el producto y otros subproductos no deseados. Además de aumentar la velocidad de la reacción, con el catalizador se producen menos subproductos.

Obtienes un rendimiento más alto.

Y para ello se necesitan unos materiales con poros del tamaño de una molécula, ¿cómo se consiguen?

Este tipo de materiales se generaron en épocas geológicas, se encuentran en sistemas volcánicos, por ejemplo. Están formados por sílice y alúmina, se produce una precipitación del silicio y como resultado se obtienen estas redes cristalinas.

En la naturaleza se producen con temperaturas superiores a los 100 ºC y con mucho tiempo. Ahora, nosotros realizamos la síntesis de estos materiales, hacemos esa precipitación controlando las variables de la reacción.

Nos lleva menos tiempo, a veces son simplemente horas y otras veces, días. También en la naturaleza los poros son muy pequeños y nosotros somos capaces de producir poros de distintos tamaños. De esta manera, seleccionamos las moléculas que van a pasar.

Al final, actúan como un tamiz de moléculas. Tamizas un conjunto de ellas permitiendo que las que tú quieres, penetren a través de los poros. En esos poros colocas los centros catalíticos y sólo reaccionan las moléculas que dejas pasar.

Los catalizadores permitirán tener una industria química más verde, ¿por qué?

Sin duda, por lo que decía antes. Cuando dirigimos la reacción al producto que deseamos, catalizamos mejor el proceso. Evitamos la formación de subproductos y ahí es donde está la ventaja que haría el proceso más sostenible.

¿Cómo de importante es la industria química en España?

La industria química española tiene más de dos dígitos en lo que significa la importancia en el Producto Interior Bruto (PIB), es una de las más importantes de España. Y está en completa transformación.

Debido a los combustibles y también a la adaptación a los conceptos de sostenibilidad y circularidad. Se están revisando muchos procesos químicos para hacerlos más sostenibles y se busca cambiar de materias primas.

¿Es optimista en cuanto al reto de la crisis climática?

Siempre que la Humanidad ha avanzado, ha creado nuevos problemas. Pero también hemos encontrado soluciones para esos problemas. El de ahora es un problema importante que hemos creado por un desarrollo descontrolado.

Estamos a tiempo de buscar soluciones. Lo que hay que evitar es dar pasos hacia atrás. Los científicos estamos comprometidos con estos nuevos problemas. Ahora bien, desde el punto de vista político, bueno.

En algunos entornos están comprometidos y vas a seguir adelante. En otros, no tanto. O hacemos política verde o no sobreviviremos como especie, o sobreviviremos, pero no como vivimos ahora, podríamos vivir peor.

Debe ser frustrante que entre los científicos haya consenso en cuanto a la crisis climática y no tanto entre los políticos…

Así es. Sobre todo, porque juegan con políticas a corto plazo. Solucionar el problema que hemos creado va a costar esfuerzo y dinero. Todo ese dinero lo vamos a tener que pagar nosotros, no hay otra solución.

Europa es un territorio más concienciado con estas políticas, pero ¿está teniendo lugar la colaboración global necesaria?

Sí, la solución tiene que ser global. Todos los países tenemos que avanzar en la misma dirección. Pero difícilmente podemos imponer a países cuyo impacto es de un 0,001% a que se adapten a estas políticas en poco tiempo.

No tiene mucho sentido. Ahora bien, los que producimos un mayor impacto sí que creo que es obligatorio que lo hagamos.

¿Cómo recibió este premio de la Fundación BBVA?

Llevo trabajando en catálisis desde 1975 con la idea de controlar mejor las reacciones químicas para dirigirlas hacia el producto que queríamos de la manera más eficiente posible. Y tengo que decir que he tenido mucha suerte.

He tenido suerte porque siempre he trabajado con gente joven, y menos joven, pero muy motivada. Durante toda mi vida científica, hemos aplicado la cultura del esfuerzo al 100% y esto ha compensado mucho cuando hemos tenido resultados positivos.

Sólo puedo agradecer a quienes han trabajado conmigo, no sólo me han ayudado sino que también han generado conocimiento en el que nos hemos apoyado. Al final, la obra no es sólo de una persona, sino de un conjunto.

Es uno de los pocos españoles premiados en esta edición, ¿cómo ve la investigación en España? ¿Resulta atractiva a los jóvenes que estudian ciencias?

La investigación en España ha evolucionado muy positivamente. ¡Ni te imaginas los medios con los que contábamos en 1975! Con los que contamos ahora no tienen nada que ver. Sí, en algunos campos vamos por debajo de otros países, pero el progreso ha sido enorme.

Lo que he notado en los últimos seis u ocho años es que antes la gente joven quería desarrollarse en la investigación. Era gente apasionada, pero ahora he visto un cambio en el paradigma.

Muchos jóvenes —afortunadamente, no todos— se toman la investigación como una profesión más, esto ha aumentado. La investigación es competitiva, competimos por ideas muy originales y diferentes. Y ahora la competencia es muy dura.

Antes la investigación de vanguardia sólo se hacía en Estados Unidos, Europa y Japón. Ahora ha entrado China en escena y tiene muchos científicos y muy buenos. O competimos por ideas con trabajo o no seremos competitivos.

Si la solución al problema que estás estudiando, la encuentra otro no hay medallas de plata ni de bronce para ti. No sólo hay que tener ideas brillantes, sino que a mi modo de ver se necesita trabajo duro.

¿Es una crisis de compromiso?

Lo has dicho muy bien. Hay otros jóvenes que siguen apasionados, pero para muchos se convierte en un trabajo más. Cada uno puede plantear su vida como crea conveniente, pero ahora las prioridades se están colocando en otros aspectos de la vida.

Somos muy aficionados en la sociedad a crear expectativas, que es lo bonito y lo fácil. Pero para conseguirlas hay que trabajar duro, hay que competir. Si no queremos generar frustraciones o abandonos, tenemos que mostrar los dos aspectos.

Supongo que ha cambiado mucho la experiencia de ser investigador joven desde cuando lo fue usted…

¡Claro! Pero muchas cosas han cambiado para bien. Ahora tienen una formación mucho mejor que la nuestra, por eso hemos avanzado tanto. Pero nuestro laboratorio era un hervidero de actividad, incluidos los sábados y los domingos.

Y no quiero decir que haya que trabajar los sábados y los domingos, no digo nada de eso. Pero había otros valores. Lo que quiero decir es que era más que un trabajo, era una pasión.

¿Se puede vivir bien de la Química o es mejor meterse a la docencia?

(Ríe) No, no. La Química ofrece muchas carreras y muchos aspectos a desarrollar. Por supuesto, puedes dedicarte a la enseñanza, pero también la industria nos espera y emplea a una gran cantidad de químicos.

Los más arriesgados, con ideas, también pueden ser emprendedores. Es una carrera, a mi modo de ver, muy interesante porque es la única disciplina que permite crear nuevas moléculas. ¡Es un campo infinito!

Y esas moléculas pueden ir orientadas a solucionar problemas, entrando en conexión con la industria. Luego puedes ir desde lo más fundamental hasta lo más complicado.

¿Qué investigaciones de Química darán que hablar en los próximos años?

Estamos tratando de entender cómo ocurren las reacciones a nivel molecular, ya hay técnicas de microscopía con las que vemos mucho, aunque con los ojos es imposible. Conociéndolas, podemos determinar cómo modificarlas.

El campo está completamente abierto. Ahora con la inteligencia artificial tenemos un plus para llevar a cabo cálculos de reactividad, también puede haber avances en técnicas de espectroscopia para seguir las reacciones.

Capacidad para diseñar nuevos reactores químicos… Es que, si lo piensas, la Química nos permite obtener todas las moléculas sintéticas que hacemos con implicaciones desde la medicina hasta los tejidos. Todo sale de reacciones químicas del laboratorio.