Sima es una Sprague-Dawley, un tipo de rata utilizada para investigaciones en laboratorio.

Sima es una Sprague-Dawley, un tipo de rata utilizada para investigaciones en laboratorio.

Ciencia

Sima, la rata 'vampira': así ha conseguido la ciencia convertirla en la más longeva de su especie

La inyección de componentes depurados del plasma sanguíneo resucita una de las vías más populares en la investigación sobre el rejuvenecimiento.

16 febrero, 2023 02:49

Sima nació el 28 de febrero de 2019, un año antes de la pandemia. A punto de cumplir cuatro años, es la rata de laboratorio más longeva que se conoce: sus compañeras suelen vivir entre dos y tres años. Cuando muera habrá superado con creces los 45,5 meses del anterior récord de longevidad ratera.

¿Su secreto? Como si fuera la mismísima Drácula, se ha alimentado de la sangre de congéneres más jóvenes. En realidad, Sima no muerde a sus víctimas sino que ha optado por una técnica más sofisticada: inyecciones de plasma sanguíneo purificado y concentrado que le administra su dueño, el exprofesor de Biología de la Universidad de Maryland Harold Katcher.

Katcher es el director científico de Yuvan Research, una de tantas startups californianas que buscan el secreto de la eterna juventud. Su enfoque no es nuevo: el plasma sanguíneo lleva investigándose durante años como método de rejuvenecimiento. Ni que decir tiene, los resultados positivos en animales no han llegado a demostrarse nunca en humanos. Pero Katcher guarda un as en la manga: Sima.

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En 2020, el biólogo publicó un artículo donde detallaba los resultados de inyectar a ratas de dos años plasma de otras más jóvenes. Consiguió un retraso del 54% en el reloj epigenético –la marca del paso del tiempo en el ADN– del hígado, la sangre, el corazón o el hipotálamo.

Así que un año después se decidió a dar un siguiente paso. Llamó E5 a su versión depurada del plasma sanguíneo de ratas jóvenes, a la que ha eliminado elementos como las plaquetas, y la inyectó a ocho ratas hembra de 24 meses, Sima entre ellas. Cuatro dosis a intervalos de noventa días. A otras ocho ratas de edad similar les inoculó un placebo.

Hoy, dos años después, Sima es la única superviviente. Sin embargo, mientras que las ratas que recibieron el placebo vivieron entre 34 y 38 meses, la más joven de las otras tardó esos 38 meses en morir.

Esta extensión de la vida vino acompañada, además, de una mejora en la salud: en pruebas para comprobar la capacidad de agarre de las ratas (un signo inequívoco del envejecimiento, tanto en ratas como en humanos), las que recibieron E5 lograron el doble de puntuación.

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En un vídeo donde daba cuenta de cómo iba el experimento, Katcher afirma que la mejora que están viendo es de un 15-20%, no tan espectacular como la de la anterior prueba, pero apunta que puede deberse a que en aquella los sujetos fueran ratas macho y en esta son ratas hembra.

Con todo, hasta que no muera Sima no analizarán en profundidad los marcadores epigenéticos de las protagonistas del experimento. De momento, sus compañeras esperan congeladas a –80 grados Celsius.

El biólogo tiene tanta fe en su hallazgos que incluso se aplicó E5 en la mano derecha, como si fuera una crema, y ha publicado un par de fotos para que se vean las diferencias con la izquierda, apuntando que su piel luce mucho mejor.

Los visionarios del plasma

La historia del plasma sanguíneo rejuvenecedor no es nueva. En 2014 un estudio en ratones montó un revuelo: conectando los sistemas circulatorios de uno joven y otro de más edad –algo que se conoce como parabiosis– se observaron mejorías en el anciano.

Solo un par de años aparecía Ambrosia, una startup apoyada por el millonario Peter Thiel, uno de esos magnates 'visionarios' que están detrás de las ideas más imposibles de Silicon Valley. La joven compañía anunciaba un ensayo clínico en 600 personas mayores de 35 años (previo pago de 8.000 dólares), que recibirían transfusiones de sangre de jóvenes entre 16 y 25. Nunca se publicaron los resultados del 'estudio' y, en 2019, la agencia reguladora de los medicamentos de EEUU advertía sobre la falta de evidencia científica detrás de estas prácticas.

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El carpetazo a la parabiosis vino el año pasado: un artículo publicado en Rejuvenation Research contaba cómo, conectando ratones jóvenes y viejos durante tres meses, no había conseguido rejuvenecer a los mayores pero los pequeños sí que se vieron resentidos por el experimento.

Con todo, la investigación sobre las propiedades del plasma joven ha continuado durante estos años con objetivos más refinados. En 2014, investigadores de Harvard aislaron la proteína GDF-11, que se encontraba en grandes cantidades en el plasma de ratones jóvenes, y la inyectaron en roedores viejos todos los días durante cuatro semanas. Los músculos mostraron signos de rejuvenecimiento tras el tratamiento.

Algo similar se consiguió en 2021 al obtener partículas de vesículas extracelulares que, inyectadas en ratones de cierta edad, conseguían mejoras en la recuperación de lesiones musculares. En 2019, las neuronas humanas cultivadas en una placa de Petri que recibieron suero de ratones jóvenes creaban más conexiones entre sí. Los científicos responsabilizaron de esta mejora a dos proteínas, THBS4 y SPARCL1.

Mientras tanto, Harold Katcher ya tiene planes para cuando Sima muera y pueda analizarla. De momento, pretende extender los experimentos con E5 a otros animales como perros y ha afirmado que en un año pueden comenzar en humanos, quizá mediante el uso tópico. Queda un largo camino para demostrar el potencial beneficio pero qué duda cabe de que, pese a lo que estamos acostumbrado a oír en los anuncios publicitarios, estaría sería la primera crema verdaderamente antienvejecimiento.