El atlas semántico elaborado por los investigadores.

El atlas semántico elaborado por los investigadores. Alexander Huth

Ciencia Neurociencia

Aquí pone el cerebro las palabras que escuchamos

Un atlas semántico demuestra que los vocablos que significan cosas parecidas son interpretadao en las mismas áreas de la corteza cerebral.

28 abril, 2016 01:49

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Cuando escuchamos una palabra, como por ejemplo "¡hola!", el sonido entra por nuestro oído y se transforma en señales, que van al cerebro y adquieren un significado: alguien te está saludando. Ya en el siglo XIX, los médicos Pierre Broca y Carl Wernicke identificaron unas áreas específicas del cerebro -hoy llamadas homónimamente en su honor- encargadas de procesar el lenguaje. Por entonces también se descubrió que ésta era una función lateralizada, que se desarrollaba principalmente en el hemisferio izquierdo del cerebro.

El mapa cerebral de las palabras

Esta semana, algunas de esas nociones clásicas sobre cerebro y lenguaje se han tambaleado con la publicación de un nuevo estudio, dirigido por Jack Gallant de la Universidad de Berkeley y que aparece publicado en Nature.

El trabajo de Gallant y sus compañeros consistía en que los participantes escucharan unos relatos de no-ficción del programa estadounidense The Moth Radio Hour mientras su actividad cerebral era registrada con un aparato de resonancia magnética funcional o fMRI. Los relatos eran transcritos y se anotaba en qué segundo exacto se pronunciaba -o lo que es lo mismo, se escuchaba- cada palabra.

"Nuestro objetivo era mapear cómo el cerebro representa el significado del lenguaje", dice Gallant. "La mayoría de los estudios previos usaban palabras o frases aisladas, nosotros usamos lenguaje natural y estímulos narrativos porque queríamos mapear todo el abanico de conceptos semánticos en un solo estudio".

Al oír una palabra determinada, un área del cerebro de cada participante se activaba más o menos. Con esa información, los científicos combinaron todas las respuestas a palabras que tenían un significado similar para crear un atlas semántico del cerebro.

Lo más chocante es que estas áreas semánticas estaban muy repartidas en ambos hemisferios, lo que no cuadraba con la noción clásica de que la representación de los significados se da sobre todo en el hemisferio izquierdo.

"Definitivamente, los avances en técnicas de análisis de datos de neuroimagen cerebral pueden cambiar cómo se entiende el funcionamiento de áreas 'clásicas' para el lenguaje como la de Wernicke", explica a EL ESPAÑOL David Soto, investigador del Basque Center for Brain and Language (BCBL) de San Sebastián. Otra de las cosas que los nuevos estudios están descubriendo es "cómo estas áreas cerebrales no funcionan de modo autónomo, sino como parte de redes cerebrales mucho mas amplias, que involucran a los dos hemisferios y que también puede incorporar áreas del cerebro de carácter más sensorial o emocional".

En este atlas creado en Berkeley se aprecia cómo palabras del tipo marido, madre o hermana se acumulan consistentemente en la misma zona de la corteza cerebral. Cantidad o peso en otra área y salón o dormitorio en otra. Y esto no ocurría de forma aislada, sino que era común a casi todos los participantes. Sin embargo, todos los individuos analizados eran sujetos occidentales y que hablaban inglés. Gallant y compañía advierten que "es posible que los mapas semánticos puedan variar entre individuos que crecieron en culturas muy diferentes, o que tienen una distinta lengua nativa".

A este respecto, Soto comenta que en el centro de investigación vasco realizaron un estudio reciente "que indica que los circuitos cerebrales que se encargan de la lectura son similares en diversas lenguas y culturas".

Ahora, tanto ellos en el BCBL como los investigadores de Berkeley tratarán de centrar el tiro para responder a la pregunta de cómo la cultura donde nacemos afecta al cerebro a la hora de representar diferentes tipos de información sobre el ser humano. "Definitivamente las técnicas de análisis desarrolladas en este estudio serán de gran valor para determinar si las zonas cerebrales que representan el significado son igualmente consistentes en personas de diferentes culturas", concluye el investigador español.