Imagen de un avión de Malaysia Airlines similar que desapareció el 8 de marzo de 2014

Imagen de un avión de Malaysia Airlines similar que desapareció el 8 de marzo de 2014 Pablo Romero

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Matemáticas para encontrar aviones desaparecidos en el mar

Investigadores españoles demuestran que pueden predecir con gran precisión el comportamiento de cualquier objeto hundido durante las semanas posteriores al siniestro.

25 noviembre, 2015 14:33

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Un equipo de científicos ha desarrollado un método matemático que reproduce el comportamiento subyacente de los océanos en tiempo real. Según afirman, se trata de que casos como el del avión de Malaysia Airlines, cuyos restos estuvieron desaparecidos durante meses, no vuelvan a suceder. Los investigadores plantean que no se buscó en el sitio adecuado.

El artículo, que se ha publicado en la revista Nonlinear Processes in Geophysics (PDF), describe cómo aplicar una serie de técnicas matemáticas para describir el funcionamiento de las corrientes marinas bajo la superficie a partir de datos obtenidos en la misma. De esta forma, se puede predecir con gran precisión el comportamiento de los restos de un avión que cae al mar -o, en general, de cualquier objeto hundido- hasta dos meses después del siniestro.

Víctor J. García Garrido, investigador postdoctoral del ICMAT y coautor del estudio, explica a EL ESPAÑOL que comenzaron a trabajar en esta idea un mes más tarde de la tragedia del avión de Malaysia Airlines MH370, desaparecido en pleno Océano Índico el 8 de marzo de 2014. Tardaron meses en desarrollarla, por lo que en ningún caso hubiera podido ser útil en esta desaparición en concreto.

"Nuestro grupo disponía de una herramienta matemática que podía medir cómo se transportan ciertos objetos en sistemas físicos, y que ya se había aplicado en problemas relacionados con la atmósfera", indica el científico, y añade: "Surgió la idea de tratar de usar esta herramienta en tiempo real para búsqueda y rescate en el mar, en caso de accidente y a corto plazo".

El método utilizado se basa en la teoría de sistemas dinámicos, que se apoya en la resolución de ecuaciones diferenciales y es particularmente útil para calcular la trayectoria de los objetos en movimiento. "Está íntimamente ligada a la física", dice el científico.

Fronteras invisibles

García Garrido indica que accedieron a dos bases de datos de velocidades de corrientes marinas correspondientes a la zona de estudio. "A partir de ahí, fuimos capaces de obtener una especie de estructuras geométricas por debajo de las corrientes, que no son visibles al dibujar las corrientes marítimas superficiales", comenta. A diferencia de estas últimas, que pueden cambian de un momento a otro, esas estructuras son robustas y se mantienen en el tiempo.

Una estructura geométrica puede ser un remolino, que atrapa agua en su interior, o un jet, es decir, una corriente de chorro muy fuerte, como la Corriente del Golfo en el Atlántico. El método desvela este tipo de estructuras, que a veces empujan material y otras actúan como barrera que los objetos hundidos no pueden atravesar.

"Todo esto nos ayuda a estudiar de una forma más precisa los procesos de transporte de materiales y objetos en general", comenta García Garrido. Es decir, de haberse aplicado esta técnica, podrían haber descrito de forma más exacta las trayectorias de los pedazos del avión malasio siniestrado. "Nuestro enfoque hubiera podido ayudar a mejorar y optimizar las búsquedas", afirma el científico.

Estas estructuras geométricas pueden llegar a ser muy extensas, depende de la zona del océano en donde se midan. Algunas son más complicadas, como las del Golfo de México, pero otras son más simples, como es el caso de la zona del Océano Índico en donde desapareció el vuelo MH370. Son grandes, pero no son tan complejas.

Restos a miles de kilómetros

Este método no puede explicar por qué se encontraron objetos del avión en la isla Reunión, cerca de Madagascar, en junio de 2015, más de un año después del siniestro. "La razón es que nuestra técnica permite hacer un estudio del transporte de materiales a corto plazo, en un periodo de mes y medio o dos meses, en el mar", aclara García Garrido, que añade: "A largo plazo, con tantos fenómenos físicos que se dan en el océano y que causan comportamientos caóticos, se pierde mucho nivel de predicción".

Es decir, que esta técnica sería una herramienta útil durante los dos primeros meses después del suceso para ayudar a equipos de rescate que buscan en la zona en donde se supone que se perdió el avión.

Durante meses, una flota internacional de buques y aviones de reconocimiento peinaron la zona del Índico al suroeste de Australia. ¿Buscaron acaso en zonas en donde era casi imposible encontrar los restos del avión? "Lo que nosotros hemos hecho para llegar a esta conclusión es que aparte de los datos de dos bases de datos, con las que generamos esas estructuras geométricas de las corrientes bajo la superficie, utilizamos datos de boyas con GPS que existen en el mar", explica el científico.

Gracias a esta información pudieron pintar sobre un mapa las trayectorias que siguen los objetos, teniendo en cuenta que las estructuras geométricas actúan como barreras. “Sí es posible predecir cómo se va a mover los restos”, concluye García Garrido.

Métodos caseros de pequeños inquietos

Una tragedia como la del vuelo MH370 puede inspirar soluciones a las mentes más inesperadas. A mediados de octubre, un niño de ocho años llamado Benjamin se puso a idear un método para encontrar aviones que se estrellan en el mar tras ver en televisión un documental sobre desapariciones de aviones, informa Consumerist.

El chaval escribió una carta al consejero delegado de la aerolínea estadounidense Delta, Richard H. Anderson. En la misiva explicaba un procedimiento que se le había ocurrido, consistente en una serie de globos naranjas de goma reforzada que flotasen en la superficie del mar, señalando el lugar del hundimiento. El sistema incluiría una radiobaliza para señalar su localización.

Poco después, el muchacho recibió una contestación de uno de los vicepresidentes de la compañía aérea y responsable de seguridad, John E. Laughter, en la que agradecía la idea e incluía juguetes, bolígrafo y otros detalles de la aerolínea como premio.