Misa funeral por el dictador Francisco Franco en la Catedral de Valladolid, el 21 de noviembre de 1975

Misa funeral por el dictador Francisco Franco en la Catedral de Valladolid, el 21 de noviembre de 1975 Archivo Municipal de Valladolid

Valladolid

1975, el año en que murió Franco y todo ocurrió en Valladolid: huelgas, curas obreros y la universidad cerrada

La capital vallisoletana vivió la noticia del fallecimiento del dictador, hace 50 años, con una mezcla de incertidumbre y expectación y en un momento de eclosión de los movimientos sociales, sindicales y estudiantiles.

Más información: El convulso año 1975 en Valladolid: las huelgas de FASA que paralizaron la ciudad

Publicada

Noticias relacionadas

Este jueves, 20 de noviembre de 2025, se cumplen 50 años de la muerte del dictador Francisco Franco, que gobernó España desde su victoria en la guerra civil, el 1 de abril de 1939, hasta su fallecimiento, el 20 de noviembre de 1975. El deceso del dictador, aunque no supuso la inmediata transformación del régimen político en España, marcó el final simbólico de la dictadura y el inicio de un largo proceso social e institucional que desembocó en el regreso de la democracia.

La desaparición física del hombre que había regido los destinos del país de forma autoritaria durante casi 40 años generó incertidumbre y esperanza a partes iguales en las principales ciudades de España y Valladolid no fue una excepción.

La ciudad castellana vivía, además, aquel año 1975 una situación convulsa, caracterizada por la movilización social protagonizada por los obreros de FASA y de la construcción, los estudiantes, el potente movimiento de los curas obreros y el asociacionismo vecinal. Una serie de movilizaciones que reclamaban mejoras materiales y, a su vez, reivindicaban un regreso de las libertades y el final de la dictadura.

La sociedad vallisoletana de 1975

El catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Valladolid Enrique Berzal asegura, en declaraciones a EL ESPAÑOL de Castilla y León, que en la capital vallisoletana existía un clima similar al que había en muchas otras ciudades españolas de sus mismas dimensiones.

"Había una amplia masa social que estaba a gusto con la situación, la mayor parte de la población quería un sistema de libertades homologable a la democracia occidental pero anteponía la paz a la revolución y al extremismo. Eran las amplias clases medias que había en toda España y también en Valladolid", apunta.

Con todo, reconoce que existía también "una importante masa social que valoraba muchísimo la figura de Franco" y pone como ejemplo la afluencia masiva al funeral por el alma del dictador celebrado en la Catedral de la ciudad al día siguiente de su fallecimiento, el 21 de noviembre de 1975. "En las fotografías y las crónicas de la época aparece la Catedral a rebosar, con gente que tiene que seguirlo fuera desde la calle. Había mucha gente que consideraba que la figura de Franco era relevante", añade.

Berzal señala, no obstante, que la amplia masa social se movía en el no activismo político y recuerda que la muerte de Franco "no trajo la democracia a España".

"La democracia fue fruto de otro proceso, la Transición, pero la muerte de Franco sí que aceleró el tiempo histórico y el dilema entre aperturistas, involucionistas y los rupturistas de la oposición. En Valladolid había una amplia masa social que quería que España se homologase a las democracias europeas pero sin ningún tipo de veleidad revolucionaria ni extremista y anteponiendo la paz porque seguía patente el recuerdo de la guerra civil y se quería evitar otra guerra", insiste.

La oposición antifranquista

Pero a pesar de esa amplia masa social ajena al activismo político, la capital vallisoletana contaba también con una cada vez más incisiva oposición antifranquista, que había ganado protagonismo durante los últimos años al calor de grandes movilizaciones. El catedrático de Historia Contemporánea recuerda que esos sectores eran "minoritarios pero cada vez más ruidosos" y que sus actividades "preocupaban a las autoridades civiles y militares".

El alcalde de Valladolid, Julio Hernández Díez, y los concejales guardan un minuto de silencio por la muerte de Francisco Franco en el salón de plenos del Ayuntamiento, el 21 de noviembre de 1975

El alcalde de Valladolid, Julio Hernández Díez, y los concejales guardan un minuto de silencio por la muerte de Francisco Franco en el salón de plenos del Ayuntamiento, el 21 de noviembre de 1975 Archivo Municipal de Valladolid

"Estaban el ámbito laboral y sindical, el de la clandestinidad política, el estudiantil y en el eclesiástico y un movimiento de asociaciones profesionales, como el Colegio de Médicos o el Colegio de Abogados, donde también se producían movimientos de contestación a la dictadura, movimientos incipientemente feministas y el movimiento vecinal, que era muy potente en los años 70 en barrios como La Pilarica, Las Delicias, La Rondilla o El Barrio España", señala.

Berzal recuerda que, concretamente, las asociaciones de vecinos eran "reductos donde se combinaba la reivindicación de las necesidades materiales del barrio y también las reivindicaciones democráticas". "Eran una especie de caleidoscopio de la oposición porque ahí estaban los curas obreros, los comunistas, la gente independiente, los sindicalistas y eran solidarios con otras movilizaciones sociales", afirma.

Este historiador destaca que en el ámbito eclesiástico había una contestación católica "potente" al franquismo. "Muchos de ellos alimentaron los sindicatos, como Comisiones Obreras y UGT, y los partidos de extrema izquierda. Por ejemplo, la Organización Revolucionaria de los Trabajadores (ORT), que era maoísta, se nutre de muchos militantes de la Juventud Obrera Católica y otras plataformas de carácter asambleario como Lucha Obrera o Liberación proceden del catolicismo y eran los más radicales", apunta.

E insiste en que "ese era el panorama" que había en Valladolid en 1975 y en que "no desentonaba con el que había en la mayoría de las ciudades de esa dimensión en España".

Huelgas y universidad cerrada

El catedrático de Historia Contemporánea señala, en declaraciones a EL ESPAÑOL de Castilla y León, que se produjeron dos hitos muy relevantes en la contestación social: las huelgas de FASA de 1974 y 1975, que "preocuparon mucho a las autoridades civiles y militares", y el cierre de la Universidad de 1975, que fue "la explosión de la rebelión de muchos jóvenes, hijos muchos de franquistas muy conocidos, y que generó también mucho estupor en las élites de ese momento".

En septiembre de 1974, el intento de eliminar las tardes libres de los sábados y el descanso para el bocadillo en la factoría de FASA-Renault –importante industria vallisoletana desde su creación a principios de la década de los 50– había generado ya un gran estallido de movilizaciones entre los trabajadores. Este hecho fue inmediatamente seguido por la huelga iniciada en febrero de 1975, tras el intento de la empresa de revisar el convenio colectivo y actualizar los salarios, un paro que llevó a que más de 400 trabajadores fueran suspendidos de empleo.

Público congregado a la entrada de la Catedral de Valladolid para asistir al funeral por la muerte de Francisco Franco, el 21 de noviembre de 1975

Público congregado a la entrada de la Catedral de Valladolid para asistir al funeral por la muerte de Francisco Franco, el 21 de noviembre de 1975 Archivo Municipal de Valladolid

En lo que se refiere al cierre de la Universidad de Valladolid, el 8 de febrero de 1975, el entonces ministro de Educación, Cruz Martínez Esteruelas, ordenó, el 8 de febrero de 1975, el cierre de los cuatro centros principales de la Universidad de Valladolid, las Facultades de Ciencias, Filosofía, Medicina y Derecho, clausurando la actividad docente universitaria.

Una decisión que encendió la mecha de la movilización estudiantil contra el régimen en la ciudad del Pisuerga y que coincidió en el tiempo con las huelgas y movilizaciones en la factoría de FASA-Renault y los paros en el sector de la construcción, generando un cóctel de fuerte oposición democrática en los estertores del franquismo.

"También se produjo una huelga en la construcción, la más potente fue en 1973 en los barrios, con una implicación muy fuerte de las asociaciones de vecinos, de los curas obreros, de los estudiantes y de los obreros de otras fábricas", apunta.

Los curas obreros

Berzal destaca también el papel "fundamental" en la oposición antifranquista de aquellos años en Valladolid de curas obreros como Millán Santos en Las Delicias o Ventura Alonso en La Pilarica.

"Ambos fueron desterrados por hacer homilías en favor de las huelgas de FASA y porque cobijaban en sus iglesias a miembros de las Comisiones Obreras. Los obreros utilizaban sus iglesias para realizar las reuniones y las asambleas que no podían realizar en otros lugares. En La Pilarica, por ejemplo, llegaron a hacer una huelga de misas por los altercados policiales con los obreros y Millán Santos llegó a ser atacado por miembros de la extrema derecha por su solidaridad con los trabajadores", afirma.

Y recuerda una anécdota que refleja el compromiso de estos sacerdotes con las ideas progresistas. "Yo entrevisté a Millán Santos hace años en su parroquia y tenía un cartel del Che Guevara, lo cual es muy ilustrativo", apunta.

Minuto de silencio por Franco en el salón de plenos de la Diputación de Valladolid, el 21 de noviembre de 1975

Minuto de silencio por Franco en el salón de plenos de la Diputación de Valladolid, el 21 de noviembre de 1975 Archivo Municipal de Valladolid

El 20 de noviembre

El 20 de noviembre de 1975, hace ahora 50 años, y en plena eclosión de los movimientos sociales, obreros y estudiantes en la ciudad, murió el dictador Francisco Franco. Una noticia que fue recibida con una mezcla de incertidumbre y esperanza por los diferentes sectores de la sociedad vallisoletana.

"Franco se estuvo muriendo año y medio, desde el verano de 1974, y en ese momento la población sigue la enfermedad del dictador con cierto estupor, expectación, inquietud y morbo. Una de las características del franquismo era la identificación casi plena entre el régimen y la figura de Franco y la sensación era que si Franco moría el régimen se hundía", apunta Berzal.

Este historiador recuerda que durante la jornada del 20 de noviembre de 1975 los vallisoletanos hicieron cola en los kioscos para comprar los tres periódicos principales del momento, que eran El Norte de Castilla, el Diario Regional y Libertad, para leer sobre la muerte de Franco,

"Lo llevaban en portada, hacían un recorrido de siete u ocho páginas de la figura de Franco y es un hecho interesante que a nivel político se producen declaraciones de los máximos líderes políticos del momento sobre la muerte del dictador. El gobernador civil, José Estévez, fue el primero que alentó a los diferentes alcaldes para que celebrasen plenos extraordinarios y aprobasen mociones de condolencias por la muerte de Franco", recuerda.

Homenajes a Franco

Berzal hace hincapié en que en el Ayuntamiento de Valladolid, el entonces alcalde, Julio Hernández Díez, reunió al pleno y se hizo "un panegírico en favor del dictador" y en la Diputación de Valladolid, en una sesión presidida por el vicepresidente Gerardo Ureta, ante la ausencia del presidente, José Luis Mosquera, también se hizo un homenaje a Franco. Una serie de homenajes en los que no se dejaba entrever ningún tipo de aperturismo.

"Por un lado, se elogiaba la figura de Franco como gran estadista y gobernante que había traído a España la paz y la prosperidad y los principales líderes políticos consideraban que lo había dejado todo atado y bien atado en la figura de Juan Carlos de Borbón", señala el historiador, que recuerda que tanto en las declaraciones del alcalde como de Ureta en la Diputación dicen "que no hay que tener miedo, que él lo tenía todo previsto y que el príncipe elevado a la categoría de rey iba a seguir rigiendo los destinos históricos del país conforme a las leyes fundamentales del Movimiento".

Dos personas firman el libro de condolencias por la muerte de Francisco Franco en el Ayuntamiento de Valladolid

Dos personas firman el libro de condolencias por la muerte de Francisco Franco en el Ayuntamiento de Valladolid Archivo Municipal de Valladolid

"Esa era la sensación. Juan Carlos heredó todos los poderes de Franco y muchos involucionistas decían que el régimen seguiría bajo lo que llamaban la monarquía del 18 de julio, una monarquía de carácter autoritario. En lugar de democracia o libertad se habla de paz, unidad, convivencia, progreso material y justicia social, no se habla de apertura ni de nada por el estilo", apunta el catedrático de Historia Contemporánea.

La única tímida excepción en las declaraciones oficiales de aquel día se produjo en la homilía celebrada en la Catedral por el obispo José Delicado Baeza. "Elogió la figura de Franco y destacó su férreo catolicismo y su fidelidad a la Iglesia pero dijo: "necesitamos la convergencia de fuerzas, el común empeño desde una inevitable y legítima diversidad o pluralismo". Es el único que habla un poco de que existe un pluralismo legítimo en España, pero que tiene que convivir en aras de la unidad", afirma.

Berzal recuerda que Delicado Baeza "tenía un talante completamente diferente" y que era cercano al entonces presidente de la Conferencia Episcopal Española, Vicente Enrique y Tarancón, que jugó un papel clave en la Transición española. "Delicado Baeza no era un obispo reaccionario ni muchísimo menos", añade.

El camino hacia la democracia

El historiador asegura que donde se expresaron algunas esperanzas de tipo más democrático fue en los medios de comunicación, sobre todo en El Norte de Castilla. "Elogió la figura de Franco pero en sus editoriales hablaba de que España debía homologarse a las democracias europeas", apunta, aunque recuerda que la inevitable senda hacia la democracia no se observó en su plenitud hasta el año siguiente, en 1976, ya con Adolfo Suárez en la Presidencia del Gobierno, tras sustituir en julio de ese año a Carlos Arias Navarro.

"En ese momento ya hay un proyecto aperturista, aunque con una democracia más limitada en la que no cabían aún ni el Partido Comunista de España ni los partidos nacionalistas, y frente a ellos estaba el rupturismo de la oposición", comenta.

Y recuerda que, finalmente, se llegó "a un equilibrio entre los reformistas y los rupturistas para hacer una ruptura pactada". "La Ley para la Reforma Política de 1976 rompió con el franquismo, las Cortes franquistas se hicieron el harakiri y se pasó a unas elecciones que son en el fondo constituyentes, en junio de 1977, porque eligieron un Parlamento que hizo una Constitución", asegura.

Asistentes al funeral por la muerte de Francisco Franco en la catedral de Valladolid, el 21 de noviembre de 1975

Asistentes al funeral por la muerte de Francisco Franco en la catedral de Valladolid, el 21 de noviembre de 1975 Archivo Municipal de Valladolid

Berzal hace hincapié en que el Rey Juan Carlos, coronado dos días después de la muerte de Franco, el 22 de noviembre de 1975, "heredó todos los poderes" del dictador "pero tenía la visión clara del entorno internacional y sabía que España era una anomalía en el panorama internacional".

"En 1974 había caído la dictadura en Portugal y en Grecia, Sofía era de Grecia, y Juan Carlos sabía que mantener una dictadura en España era anacrónico. Otra cosa era la gradación de la democracia, que ahí había diferentes perspectivas según la intensidad, desde una democracia más limitada a una plena, pero al final, con la legalización del PCE en abril de 1977, que aceptó la monarquía y la bandera rojigualda, y además había sido uno de los primeros en adaptarse al eurocomunismo, se llegó a una democracia plena. Todos cedieron y se llegó a un equilibrio", apunta.

'Fachadolid'

Con las elecciones generales de 1977, las primeras democráticas desde el final de la II República, en las que venció Adolfo Suárez, y la aprobación de la Constitución de 1978, se inició plenamente la Transición hacia la democracia en España, un periodo que fue especialmente convulso en Valladolid ante el auge de la violencia de la ultraderecha, que se negaba a aceptar el cambio de régimen. Una situación que propició que la ciudad terminase recibiendo el apodo despectivo de 'Fachadolid'.

"Lo de 'Fachadolid' fue un apodo despectivo que se le puso a la ciudad en la revista Interviú y en Cambio 16. Es verdad que en Valladolid había grupos ultras potentes porque había recibido el título de capital del Alzamiento, con la cruz laureada en el escudo, estaba el acto famoso del 4 de marzo de 1934 con la unificación de Falange Española y las JONS, había como una especie de nostalgia y la sensación para muchos extremistas de que Valladolid era la cuna del Alzamiento", afirma.

Berzal señala que en Valladolid había grupos nostálgicos y ultras "como en muchas ciudades de España" pero reconoce que Fuerza Nueva, la formación impulsada por Blas Piñar, "era muy activista y bastante violenta en las acciones públicas".

"Un sector desgajado de Fuerza Nueva, que se llamaba Fuerza Joven, llevó a cabo, entre el año 1977 y 1980, y sobre todo en 1979 y 1980, actos extremistas muy potentes como el atentado en el bar el Largo Adiós, la bomba en el Ayuntamiento y la bomba en la sede del PSOE, fueron muy llamativos y preocupantes y de ahí vino el apelativo de 'Fachadolid'", asegura.

Funeral por la muerte de Franco en la Catedral de Valladolid, el 21 de noviembre de 1975

Funeral por la muerte de Franco en la Catedral de Valladolid, el 21 de noviembre de 1975 Archivo Municipal de Valladolid

Con todo, hace hincapié en que ese apodo despectivo era infundado y no se correspondía con la realidad sociológica de la ciudad. "Solo hay que fijarse en el resultado de las urnas, porque en las primeras elecciones municipales democráticas, en 1979, ganó un alcalde socialista, Tomás Rodríguez Bolaños, que duraría en el cargo 16 años, hasta 1995", apunta.

Valladolid, pues, viviría unos años 70 y primeros 80 especialmente convulsos, con la eclosión de los movimientos obrero, sindical y estudiantil, el papel fundamental de los curas obreros y el asociacionismo vecinal y la violencia de los grupos de ultraderecha tras la efeméride histórica de la muerte de Franco el 20 de noviembre de 1975, de la que ahora se cumplen cinco décadas. Un hecho que cambiaría la historia de España para siempre.