La enóloga Ana Ruiz está al frente de la Bodega Entrevidas en Rueda

La enóloga Ana Ruiz está al frente de la Bodega Entrevidas en Rueda Fotografía cedida a EL ESPAÑOL de Castilla y León

Valladolid

"Podría tener vino en las venas en vez de sangre": Ana da vida a una bodega subterránea de su bisabuelo en Valladolid

La enóloga está al frente en la actualidad de una bodega que no deja de cosechar premios en un pueblo vallisoletano. Entre ellos, un Zarcillo este año. La calidad triunfa.

Más información: El joven bodeguero vallisoletano que brilla con sus premios y elabora vino mediante métodos ancestrales

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La vida de Ana Ruiz Ortega no se entendería sin el vino. Ella nació en Rueda, hace 32 años y es una apasionada, también, de la salud, la lectura, la pintura y la artesanía.

Cuenta con un grado en Enología y con un máster en Tecnología, Gestión e Innovación Vitivinícola, cursados en la Universidad de La Rioja.

En la actualidad está al frente de la Bodega Entrevidas, que puso en marcha su bisabuelo Valeriano. Ahora, ella quiere continuar con su legado y está, incluso, dando vida, de nuevo, a una de sus bodegas subterráneas planteándose, incluso, el elaborar en la misma.

EL ESPAÑOL de Castilla y León charla con ella para conocer una gran historia de éxito y unos vinos que ganan prestigiosos premios y que enamoran con su sabor.

Conociendo a Ana

“Soy una joven enóloga de profesión y apasionada por devoción. Me encanta investigar, aprender o leer. Me considero una persona inquieta con un afán, insaciable, de descubrir y aprender cosas. También activa y familiar”, asegura Ana Ruiz Ortega en declaraciones a EL ESPAÑOL de Castilla y León.

Nuestra protagonista nace en Rueda hace 32 años. Está muy vinculada al que es su pueblo, lugar en el que quiere vivir su vida y con el que siente un vínculo a su tradición y cultura “muy fuerte”.

“Mi infancia fue tranquila y feliz. Mi inspiración es llevar esa vida también de ahora en adelante. Me crié en una casa en el campo, rodeada de naturaleza y de animales, jugando en árboles y haciendo mis potingues. En Rueda también iba al colegio y tenía mis amistades. Pasábamos las tardes en el parque o con la bici”, apunta.

De pequeña, confiesa, que “no tenía claro” lo que quería ser de mayor. Hubo una época en la que lo de ser veterinaria sí que se le pasó por la cabeza. Lo que sí que tenía claro es que su futura profesión le tenía que permitir vivir en Rueda.

“Finalmente, tras cursar un Grado Superior en Dirección y Gestión de Empresas Agropecuarias, me decanté por la enología. Cerraba así el círculo de la tradición vitícola de la familia, retomando la tradición también de nuestro bisabuelo en la elaboración de vinos. Y podía hacerlo desde Rueda”, explica.

Por tanto, cuenta con un Grado en Enología y un Máster de Tecnología, Gestión e Innovación Vitivinícola cursados en la Universidad de La Rioja. Graduada en 2017.

“Siempre me ha gustado la parte de la investigación, y el campo de la enología es muy extenso en este sentido. Investigar toda esta parte de la vida, ligada al desarrollo y expresión de las cepas en función del entorno y, sobre todo, de las levaduras y las bacterias con sus sinergias e interacciones en el ambiente me emociona y fascina a partes iguales”, apunta.

Familia de viticultores

Ana pertenece a una familia de viticultores que apostó por el cultivo de las variedades Verdejo y Sauvignon Blanc hace más de 30 años. Pero antes de eso, ya su bisabuelo Valeriano Moro se dedicaba a la elaboración y comercialización de vinos en la zona de Rueda, tanto blancos como tintos.

“Mi bisabuelo tenía viñedo, además de otras tierras de cereal, y era con esas uvas con las que elaboraba sus vinos en las diferentes bodegas con las que contaba en la localidad para después comercializarlos”, explica Ana.

Ana en sus viñedos

Ana en sus viñedos Fotografía cedida a EL ESPAÑOL de Castilla y León

Una bodega que lleva el nombre de Entrevidas, haciendo alusión a esa unión de diferentes vidas y generaciones en torno a una pasión común como es el vino.

“Actualmente nos dedicamos a elaborar dos vinos tintos: Reguilón y Vida 1883, para poner en valor este tipo de vino en una zona vitivinícola más aclamada por sus vinos blancos. Porque la cuenca del Duero, donde nos encontramos, es una tierra propicia para el cultivo”, explica Ana.

Todo empezó cuando su padre quiso elaborar un vino tinto crianza para poder disfrutarlo en familia y con amigos, allá por el 2009. Desde entonces han seguido elaborando Reguilón, rectificándolo añada tras añada a la par que iban descubriendo lo que el majuelo tenía para ofrecerles.

Fue en el año 2022 cuando comenzaron a comercializar su segundo vino, de nombre Vida 1883, que ya llevaba tiempo madurándose en bodega, ya que salieron con la añada de 2012.

“Reguilón es un crianza que está elaborado con la variedad Tempranillo. Sin embargo, Vida 1883 es un ensamblaje de cinco variedades de uva tinta diferentes que lo hacen único. Además, solo lo elaboramos los años en que la calidad de la uva es excelente y en una cantidad muy limitada de 1.200 botellas”, explica nuestra entrevistada.

Al frente de la bodega

“Al final, casi sin darme cuenta, cojo las riendas de la bodega paulatinamente desde que termino mis estudios en la Universidad de La Rioja, allá por el año 2017”, añade la protagonista.

Todo dentro de una familia de agricultores dedicada, principalmente a la viticultura. En las tierras de secano su apuesta es, además, por diversificar el cereal y cultivar también “garbanzos ecológicos todos los años”.

Plantan también almendros ecológicos que ya han empezado a comercializar en botes para el pequeño consumidor y pistachos que van a empezar a dar sus frutos en breve.

“Contamos con 80 hectáreas de viñedo. Sin embargo, nuestro majuelo más singular, del que obtenemos las uvas para elaborar nuestros dos vinos, tiene tres hectáreas. Estas tierras están plantadas con un total de cinco variedades diferentes”, añade Ana.

El vino, una bodega y premios

“Para mí el vino es cultura y tradición. Unión y disfrute. Una manera de congregar historias y familias alrededor de una mesa donde hablar de historias del pasado y de sueños del futuro”, explica la enóloga.

De hecho, tuvo la necesidad de viajar a Burdeos para “tomar perspectiva y conocer culturas dentro del mundo del vino y otras formas de hacer”. Fue para ella una “gran experiencia” donde aprendió “mucho y no solo de vinos”.

“En la actualidad estoy recuperando una bodega subterránea que era de mi bisabuelo. Una en las que elaboraba vino, sepultada y muerta por los años y el paso del tiempo ya que no se volvió a emplear para elaborar vino desde que mi bisabuelo Valeriano dejó de hacerlo”, añade.

Ana está “muy contenta y orgullosa” porque, con la restauración hace honor a la tradición familiar.

Además, han triunfado en los Premios Zarcillo recibiendo un reconocimiento para un vino tinto elaborado en zona de blancos. Recibieron el de plata para la añada 2014 de Vida 1883 y este año el galardón para la añada de 2015.

“El entorno hace al vino y está claro que cuando es bueno, los vinos dan la talla”, afirma.

Imagen de Ana con todos los vinos

Imagen de Ana con todos los vinos Fotografía cedida a EL ESPAÑOL de Castilla y León

Vino en las venas

Los vinos de la bodega de Ana se pueden encontrar en dos conocidos restaurantes de la provincia de Valladolid y disfrutar de ellos con buenos manjares. Ya sabemos que la gastronomía pucelana está para deleitarse con ella.

“Vendemos, sobre todo, a restaurantes y tiendas especializadas que aprecian el valor de lo diferente. También a personas que quieren descubrir otros mundos y cosas diferentes, dentro del mundo de los vinos. Cada vino tiene una historia y mucho que contar”, explica.

Como curiosidad, ese vino que lleva el nombre de Vida 1883 es en honor a su bisabuelo Valeriano Moro, que nació ese año. Si no fuera por él, quizás la familia no estaría tan dentro de este mundo.

Perfectamente podría tener vino en las venas en vez de sangre. Mi objetivo es mantener el legado familiar y poner en valor todo lo que ha trabajado nuestra familia durante generaciones”, asegura la enóloga.

El vino 1883 en honor a su bisabuelo Valeriano

El vino 1883 en honor a su bisabuelo Valeriano Fotografía cedida a EL ESPAÑOL de Castilla y León

El futuro

Ana ve el futuro “cambiante” por las tendencias de consumo que varían y a las que las distintas bodegas, no solo de la provincia de Valladolid sino de toda España, tienen que adaptarse.

“Pese a esto, creemos que estamos volviendo a apreciar el valor de lo genuino, de lo tradicional, y de las pequeñas cosas. De las que están hechas con sentimiento y pasión, algo que suele sentirse incluso en la copa”, apunta.

Su objetivo pasa por “seguir haciendo lo que más nos gusta” que pasa por ser la viticultura unida con la enología y recuperar esa bodega subterránea de su bisabuelo, ese legado, para incluso llegar a elaborar allí.

Seguro que lo consigue y sigue brillando con unos vinos que quitan el sentido.