Carlos y Nieves con sus elaboraciones en la barra del Bar Dial
Una tapa gratis de Carlos y Nieves en un bar vallisoletano: "Más que trabajar para vivir, vivimos para trabajar"
Ambos, vallisoletanos, se casaron y abrieron un bar. A sus 63 años, siguen sacándolo adelante cada día con esfuerzo y un gran servicio.
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Hay historias y vidas que merece la pena contar y conocer, respectivamente. La de Carlos Alejos y Nieves Cuenca, dos vallisoletanos de pueblo que están al frente del conocido Bar Dial es una de ellas.
Ambos tienen 63 años. Él nació en Medina de Rioseco. Viene de familia humilde. Su padre fue pastor y su madre ama de casa que también elaboraba distintos colchones de lana. Ella, de Valverde de Campos, también de padre pastor y misma labor para su madre.
Carlos es un amante de la música. De hecho, tiene instrumentos. Toca la flauta y el órgano. Nieves se ha dedicado toda la vida a la cocina y a la labor hostelera antes de llegar a la calle Aurora 10, donde se ubica su bar.
Ambos se conocieron en la Ciudad de los Almirantes. Surgió el amor y hasta ahora. Fue en 1987 cuando, con otros dos amigos se pusieron al frente del Dial.
Ofrecen al cliente el mejor trato y las más sabrosas elaboraciones, aunque, todo hay que decirlo, piensan ya en la tan merecida jubilación.
Imagen del Bar Dial en Valladolid
Un taladro y un bar
“Nosotros cogimos un bar a un señor. Fue un traspaso. Nos vinimos a Valladolid a ver qué pasaba y aquí seguimos 38 años después. Somos personas normales, sencillas y trabajadoras que hacemos un montón de horas en nuestro negocio para poder vivir de él”, explica Carlos.
Lo cierto es que la historia de que Carlos y Nieves acabaran cogiendo el establecimiento hostelero protagonista de este escrito es muy curiosa.
“Nos hacía falta un taladro para hacer dos agujeros en el pueblo. Lo tenía mi hermano y vinimos a Valladolid. Él se lo había dejado al anterior propietario del Dial, nos gustó el bar y lo cogimos con otros dos amigos”, explica Carlos.
Un establecimiento hostelero que “llevaba abierto unos seis o siete años”, añade nuestro entrevistado, por lo que sus años de vida rozan los 45. Casi nada.
Raciones y tapa gratis
“Hemos tenido de todo en el bar porque tiene 250 metros cuadrados. Hasta sala de futbolines y billar. Mi mujer y yo, ahora, nos dedicamos a tirar del carro. Ella está en la cocina y yo en barra, aunque a veces sale a echarme una mano”, afirma nuestro entrevistado.
La barra del Bar Dial
El matrimonio asegura que “más que trabajar para vivir, vivimos para trabajar”. Echan horas y horas. Todos sabemos lo sacrificado y lo que supone el hecho de contar con un negocio hostelero.
“Ofrecemos tapas y raciones. No tenemos menú del día en la actualidad, nos hemos centrado en el tapeo. Ofrecemos hasta 15 elaboraciones diferentes que cambian de invierno a verano”, apunta Nieves.
En invierno se puede disfrutar de unos callos, riñones, o sangrecilla. Algo calentito para disfrutar. En verano aceitunas, anchoas, o ensaladilla. Lo fresco entra mejor cuando el sol aprieta.
“La especialidad es la oreja al ajillo y las anchoas al natural. Además, con cada consumición, entre las 12:30 y las 15:00 horas ofrecemos una tapa gratis. Va desde una cazuelita de garbanzos, alubias o patatas con carne o bacalao, hasta queso o chorizo”, asegura Carlos.
Un buen bocado para disfrutar en el lugar y encima gratis.
Jubilación
Los clientes hablan bien del Bar Dial. Si llevan bien será por algo. Llevar 38 años al pie del cañón no es fácil. Están contentos porque clientela no les falta, aunque las fuerzas, poco a poco, van escaseando.
“El negocio hostelero es complicado. Al final te lleva toda la vida, quitando los lunes que descansamos. Ya no nos queda mucha cuerda. Estamos cansados y, en dos años, nos jubilaremos. Esperemos que se concrete un traspaso para que la historia del lugar se siga escribiendo”, añade Nieves.
La merecida jubilación está ya muy cerca para este matrimonio que recibe a sus comensales siempre con una sonrisa y con el objetivo de darles el mejor servicio posible.
Larga vida al Bar Dial.