Raquel Puertas González, con sus joyas

Raquel Puertas González, con sus joyas Fotografía cedida a EL ESPAÑOL de Castilla y León

Valladolid

"Quería vivir tranquila": Raquel, la emprendedora que hace auténticas virguerías con lana desde un pueblo de Valladolid

La vallisoletana decidió irse a vivir al mundo rural para sacar adelante un curioso negocio que triunfa en la provincia vallisoletana.

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Raquel Puertas González es una mujer que decidió marcharse al entorno rural para, primero, ver crecer a su hijo. Después, para “vivir de una forma más tranquila” y más tarde para emprender y montar un negocio curioso y necesario.

La vallisoletana está muy involucrada en todo lo que tiene que ver con la naturaleza y también con la lana. De hecho, hace auténticas virguerías con ella para elaborar joyas artesanales únicas con objetivos diversos.

EL ESPAÑOL de Castilla y León conoce la historia de Raquel y los secretos de Donde La Lana Sueña, su iniciativa.

Amor por lo rural

“Me defino como una mujer curiosa con ganas de aprender y de vivir tranquila y en paz con mi entorno. Soy sociable y cercana y, también, y no menos importante, madre de un adolescente”, confiesa Raquel Puertas González, en declaraciones a EL ESPAÑOL de Castilla y León.

La vallisoletana, de 43 años y diplomada en Trabajo Social, se considera una persona artesana y formadora. Amante de la naturaleza, de pasar tiempo con su familia y amigas, de comer rico, de la música y de cantar, nació en Valladolid.

Me fui a vivir a Viana de Cega en el año 2015. Quería que mi hijo creciera en un pueblo y fue de las mejores decisiones de mi vida. Tras varios capítulos laborales y vitales, en 2024 desembarcamos en Portillo y aquí estamos”, explica.

Cuando era pequeña, nuestra protagonista asegura que quería ser “veterinaria o granjera” porque le “flipaban los animales” sobre todo los perros y los caballos. Lo último que recuerdo era querer ser diseñadora de interiores o publicista, pero acabé estudiando Trabajo Social”, añade.

Como estudios superiores, ya citado previamente, es diplomada en Trabajo Social y experta universitaria en Equitación Terapéutica.

Entre lo uno y lo otro, me he dedicado a muchas áreas y sectores de la acción social, casi siempre vinculadas a la educación no formal y el voluntariado. Desde ahí he explorado el arte, los animales, la naturaleza o el juego como recursos para la inclusión, el bienestar, el aprendizaje y el desarrollo personal y comunitario”, añade nuestra protagonista.

Las mesas de la naturaleza

La idea de usar la lana para crear auténticas obras de arte le llega a Raquel en la “búsqueda personal de un modo de vida acorde a sus valores” y también por “necesidades personales y familiares”. “Quería vivir tranquila, estar lo más presente posible para mi hijo y dedicar mi tiempo de trabajo a algo que disfrutara y me permitiera desarrollar mi creatividad”, añade.

Alguna de las piezas de Raquel en un mercado

Alguna de las piezas de Raquel en un mercado Fotografía cedida a EL ESPAÑOL de Castilla y León

Descubrió las mesas de la naturaleza, en la escuela infantil de su hijo. Un recurso educativo que muestra “de manera metafórica” las formas en que la tierra se va expresando y “los cambios que van sucediendo con distintos ciclos y ritmos naturales”.

“Seres fantásticos, animales, personajes de la tradición… iban apareciendo y me fascinaba tanto la magia que creaban y lo que nos enseñaban, como el proceso creativo”, cuenta.

Raquel colaboraba con la maestra en la elaboración de las figuras fieltradas y ella le enseñaba detalles técnicos y el sentido y contexto pedagógico de la actividad. “Me encantó lo intuitivo de la disciplina del fieltrado y la cantidad de posibilidades que ofrecía”, añade.

Ella enseñaba lo que iba aprendiendo a otras personas que se lo pedían y empezó a impartir talleres con grupos organizados. Animada por su entorno empezó a plantearse la artesanía con lana fieltrada como salida labora y en 2019, con apoyo de familiares y amigas, se lanzó al emprendimiento.

La lana

Hago todo lo que se me ocurre.  Trabajo con lana cardada, que es un estadio previo a la lana hilada, la utilizada para tejer. Fieltro la lana de dos maneras: con aguja y por amasado con aguja y jabón. Combinando ambas técnicas hago figuras decorativas, móviles para habitaciones infantiles, cuadros o bisutería, entre otros”, nos explica.

Nuestra protagonista cuenta que vende en su tienda online y también lo hace en algunas físicas en Valladolid, en Cascanueces y Akelarre Librería Café y también en ferias y mercados. Tiene en mente, también, participar en la Feria de Artesanía de Valladolid en el mes de abril y en el Mercado Castellano de la ciudad del Pisuerga en mayo.

“También organizo talleres monográficos para todos los públicos, pero, sobre todo, para mujeres. Entre todos creamos espacios de encuentro y de confianza donde compartimos, mientras jugamos con nuestras manos. Texturas, colores y aromas que nos envuelven al calor de la lana”, asegura.

Una de las piezas elaboradas por Raquel

Una de las piezas elaboradas por Raquel Fotografía cedida a EL ESPAÑOL de Castilla y León

Además, nuestra protagonista añade que también participa en demostraciones de oficios y en talleres participativos en ferias y mercados. Colabora con distintas asociaciones y ayuntamientos desarrollando talleres dentro de su oferta de ocio y educativa.

“Actualmente estoy desarrollando, junto con varias compañeras del sector de la intervención y educación social, un programa de arte y mujer para ofrecerlo en entornos rurales”, asegura.

La magia de Donde La Lana Sueña

El negocio de Raquel, que lleva el nombre de Donde La Lana Sueña, “no cuenta con una especialidad marcada” como apunta nuestra protagonista. Asegura que ahora “va a retomar los cactus de lana en macetas de cerámica de Portillo”.

“Lo que más vendemos son los bichos bola, que son animales diseñados sobre una pelota de lana como gatos, zorros, pingüinos y también ovejas. Triunfa bastante El Principito y también Pippi Calzaslargas”, afirma la entrevistada.

Suelen ser comprados para recién nacidos, también para coleccionistas o para decorar. También para amantes de las mascotas, personas relacionadas con la educación, aficionadas a las manualidades y labores y se usan como detalles para eventos.

Uno de los trabajos de Raquel

Uno de los trabajos de Raquel Fotografía cedida a EL ESPAÑOL de Castilla y León

“Mi taller nace en Megeces, aunque ahora tengo repartida la tarea y también trabajo desde casa en Portillo”, afirma.

El contexto que acoge el taller en Megeces es la Granja Ecológica CRICA y el Espacio La Controba, que ofrece actividades en la naturaleza y, en este sentido, la actividad artesana forma parte de un engranaje productivo y turístico bastante completo.

“Por otro lado, Portillo cuenta con una larga tradición artesanal, además de alojar el Centro Provincial de Artesanía Artis. Aquí se respira artesanía, emprendimiento, tradición… y favorece sinergias y redes de apoyo mutuo. Para mí es importante la dimensión humana, las relaciones de proximidad y el entorno natural”, finaliza nuestra protagonista.