Jana con uno de sus brillantes trabajos
Jana, la burgalesa que quería ser pintora y hace magia con fibras vegetales en un conocido pueblo de Valladolid
Realiza piezas de valor incalculable que vende a particulares, negocios hosteleros y también a firmas de moda.
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Tudela de Duero es un municipio de la provincia de Valladolid que cuenta, en la actualidad y según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) con una población de 8.786 habitantes que dan vida a un pueblo con mucha actividad en la que el espárrago y el tomate son protagonistas.
Se encuentra a solo 16 kilómetros de la capital y está rodeada, casi por completo, por el río Duero. Esto hizo que la zona se convirtiera, en el pasado, en un asentamiento estratégico para romanos y línea defensiva contra musulmanes en la Edad Media.
Jana Úbeda es una mujer de 40 años que nació en Burgos y que ha vivido en Tudela de Duero hasta que comenzó la universidad. Después ha estado, a caballo, entre la localidad vallisoletana y la capital provincial.
“De pequeña quería ser pintora”, asegura nuestra entrevistada en declaraciones a EL ESPAÑOL de Castilla y León. Sin embargo, lleva ya once años con un negocio único y hace magia con fibras vegetales.
Uno de los trabajos de Jana
De licenciada en Bellas Artes a hacer magia con la cestería
“Soy licenciada en Bellas Artes. Siempre he trabajado la pintura y la escultura. En este momento estoy centrada en el mundo de las fibras vegetales. Realizo, no solo objetos utilitarios de cestería, sino estructuras y piezas con un diseño personal y único que nunca deja de tener una parte artística muy importante”, asegura Jana.
Este proyecto personal trata de mantener vivo el oficio ancestral de la cestería, mezclándolo con diseños dinámicos, actuales y también personales, sin dejar de investigar en nuevas técnicas.
Los materiales con los que más trabaja nuestra protagonista son el mimbre y la anea. Parte de ellos son trabajadores desde cero, desde la recogida hasta que son convertidos en una pieza.
Todo, desde hace más de diez años.
Un taller único
“Sobre el año 2012 vi un curso de cestería y me apunté inmediatamente. A partir de ahí comencé a formarme por mi cuenta y con algunos cursos que encontré. En el año 2014 me hice la página web y decidí empezar en serio con el negocio dedicándome a trabajar con las fibras vegetales”, añade nuestra protagonista.
Cesteando abre hace once años en Tudela de Duero. Trabaja sola en el taller y, cuando puede, colabora con compañeras de diferentes oficios.
Trabaja con diferentes materiales como el mimbre, la anea, el palmito, junco, lirio, esparto o caña. Con cualquier fibra vegetal con la que pueda aprender a tejer le llama la atención. Las piezas que realiza son, tanto utilitarias y tradicionales como decorativas y escultóricas.
Además, nuestra entrevistada da también clases de cestería en el Centro Regional de Artesanía de Castilla y León y en Tudela de Duero.
Piezas inigualables
“No tengo ninguna especialidad concreta. Me gusta mucho trabajar piezas nuevas siempre que puedo y, a la vez, seguir aprendiendo todo lo tradicional”, añade Jana que explica que ha tenido la oportunidad de “aprender con tres personas mayores en sus casas” en tres provincias diferentes que le han traspasado sus conocimientos de forma altruista.
Además, los materiales con los que trabaja, siempre que puede, “intenta recogerlos” ella misma. Así hace un trabajo de la misma desde el origen y hasta el final intentando que cada trabajo tenga la “menor huella ecológica posible”.
Cestas elaboradas por Jana
Las piezas más demandadas “suelen ser las cestas para recoger setas a nivel individual y también bolsos o cestas para eventos y bodas” y también “piezas más especializadas para restaurantes o firmas de moda” que buscan “piezas especiales y muy específicas”.
Se las vende a personas que “contactan” directamente con ella. También a empresas, restaurantes y marcas de moda.
Un negocio en el medio rural
“Me parece que sacar un negocio en el medio rural puede ser igual de difícil que en una ciudad. La artesanía, y en concreto la cestería, por suerte, cada día es un poco más valorada”, señala.
En cuanto al futuro, afirma que entre las clases y los encargos va “sacando el día a día” con tiempo también para poder “conciliar” con las dificultades que esto conlleva. “Esto es más de lo que muchas trabajadoras pueden hacer”, explica.
Sobre el futuro, lo que le gustaría a Jana, es “seguir teniendo un ritmo de vida tranquilo” que le permita “conciliar y trabajar en contacto con materiales naturales”. También, conocer a más personas que le “sigan enseñando este oficio que, poco a poco se va perdiendo con las personas que lo trabajaron”.