
José Luis en su Restaurante El Alboroque de Portillo
De antigua iglesia a famoso restaurante en un pueblo vallisoletano: combina platos tradicionales con innovadores
Un establecimiento hostelero con más de 40 años de historia que triunfa en la provincia de Valladolid.
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Portillo es, sin lugar a dudas, una de las localidades más emblemáticas de la provincia de Valladolid que cuenta, en la actualidad y según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) con una población de 2.368 habitantes. Un espacio que presume de historia, tradición y cultura.
Se asienta sobre un cerro que está dominado por su imponente castillo. Una fortaleza medieval del S.XV. El pueblo conserva una antigua calzada, por la que se subía a la villa, que parece datar del siglo XI y que se conoce como La Cuesta Empedrada.
El municipio pucelano presume de contar con una larga tradición alfarera, y también de una gastronomía que quita el sentido con sus ajos y con su repostería destacando, por encima del resto, los mantecados artesanos que están recubiertos por una envoltura blanca.
Allí reina el buen comer con diferentes establecimientos hosteleros que ofrecen sus delicias, tanto a los vecinos como a los forasteros que hasta allí se desplazan para disfrutar de todos sus encantos.
Hoy nos detenemos en el Restaurante El Alboroque, situado en la calle de la Fortaleza número 17. Un lugar para chuparse los dedos, con 42 años de historia y en el que José Luis Sanz está al frente.
EL ESPAÑOL de Castilla y León charla con él para conocer todos los secretos del éxito de un restaurante que no deja indiferente a nadie y en el que su buen hacer consigue que los que vayan, repitan.
42 años de historia
“Me considero una persona constante y que está al frente de un proyecto un tanto peculiar. Cogí el edificio siendo muy joven hace 42 años y desde entonces he intentado renovar mi negocio. He estado 38 años de obras y he compaginado El Alboroque con otro local que tenía en Menorca, durante 11 años”, afirma nuestro entrevistado.
José Luis Sanz tiene 59 años y suma 42 en el mundo hostelero. Desde que abrió su imponente establecimiento hostelero que es uno de los emblemas de Portillo. Él lleva toda la vida viviendo en la localidad vallisoletana. Es hijo de padres trabajadores que nunca tuvieron nada que ver con la hostelería.
“Me metí en el mundo hostelero como una opción más en aquellos tiempos. Yo tenía 17 años. Esta opción, con el edificio que ocupaba, que era una antigua iglesia, y el pueblo, Portillo, me pareció una suma de posibilidades perfecta”, explica.
Pero, añade que “había muchas cosas que hacer”. Tocaba restaurar el espacio para convertirlo en una auténtica joya para el comensal. Cosa que ha hecho gracias a que eso de la restauración de espacios “es uno de sus hobbies”, confiesa.
Combinando lo tradicional y lo innovador
En la actualidad son un total de cinco las personas que trabajan de manera habitual en el lugar más los extras en temporada alta. Cuando el restaurante se llena de gente que acude, fundamentalmente, por el boca a boca tras una excelente jornada gastronómica.

Uno de los comedores del Restaurante El Alboroque de Portillo
“El edificio es amplio, tenemos un comedor principal, en el que queda vista una de las bóvedas de la nave central de lo que fue la antigua iglesia. Otro comedor pequeñito que está en planta baja y un tercer comedor que ocupa la zona de lo que fue la antigua sacristía”, explica nuestro protagonista.

La sacristía del Restaurante El Alboroque de Portillo
Cabe señalar, además, que en verano cuentan con una terraza interior veraniega que se usa como una extensión veraniega del comedor, para disfrutar de todas las delicias gastronómicas al aire libre. Un placer.
“Nuestra cocina mezcla la tradición y los guisos. Destacan la sopa castellana, los garbanzos con boletus, las alubias o el lechazo asado. También tenemos platos más innovadores como el bacalao gratinado a la miel, el carpaccio de atún rojo casero con guacamole y damos mucho protagonismo a las setas al estar en zona micológica”, añade.
Presente y futuro
José Luis Sanz asegura que sacar adelante un negocio en el mundo rural “tiene sus pegas” y cita a “la menor afluencia y población flotante de modo habitual” y “sus ventajas” como la “mayor tranquilidad y calidad de vida”.
“El objetivo que tengo, mirando al futuro, pasa por conseguir que nuestros clientes, tanto del Restaurante El Alboroque como de nuestro alojamiento rural, el Hotel La Enhorcadora, sigan disfrutando de nuestros servicios y que tengan una experiencia satisfactoria. Que recuerden su estancia en nuestra casa”, apunta.
Promete “seguir luchando y disfrutando del negocio” mirando a ese futuro y promete “dar la mejor calidad de servicio” a sus comensales con el fin de disfrutar de una velada única.
Larga vida al Restaurante El Alboroque.