El arzobispo de Valladolid y presidente de la Conferencia Episcopal Española, Luis Argüello, en imagen de archivo

El arzobispo de Valladolid y presidente de la Conferencia Episcopal Española, Luis Argüello, en imagen de archivo Ical

Valladolid

Argüello defiende la fe como antídoto frente al relativismo de una sociedad "individualista" y de relaciones "efímeras"

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El presidente de la Conferencia Episcopal y arzobispo de Valladolid, Luis Argüello, ha querido ser partícipe de la renovada sección de Opinión de EL ESPAÑOL de Castilla y León, coordinada por el periodista Guillermo Garabito, con una tribuna que lleva el título 'Rasgos de la cultura actual'.

En ella, el presidente de la Conferencia Episcopal realiza un exhaustivo y crítico análisis de las corrientes culturales individualistas dominantes en la sociedad actual y recuerda que la vida humana "se enriquece con el conocimiento y la aceptación de Dios, que es amor y nos mueve a amar a todas las personas".

Argüello alerta en su tribuna de los riesgos del relativismo, a su juicio, imperante, y defiende la fe como antídoto frente a una sociedad "individualista" y de relaciones "efímeras". Además, denuncia tendencias dominantes como la "ideología de género" o la "aceptación social" de la eutanasia y el aborto. 

Secularización y crisis familiar

El presidente de la Conferencia Episcopal advierte de que ese creciente relativismo guarda una estrecha relación con la secularización de la sociedad que ha provocado, a su vez, una "crisis familiar" y que encuentra su origen en las transformaciones sociales, económicas y culturales desde las décadas de los 60 y 70.

"Si la secularización influye en el deterioro de la familia llamada tradicional, también parece cierto que la crisis de ésta contribuye, a su vez, a impulsar el declive religioso, pues quiebra una institución básica en la transmisión de la fe", apunta, recordando que, en la familia, "se recibe la vida y se inician experiencias elementales".

Para Argüello, la sociedad actual se encuentra "desvinculada" y alerta de que el creciente nihilismo hace "muy difíciles los compromisos estables y la vivencia de la fe". "Los más débiles y pobres quedan excluidos y no son tenidos en cuenta. Los jóvenes experimentan un extraño malestar, pero no saben por qué", señala.

Además, recuerda que, en este contexto de incertidumbre, el "imperio digital" se "ofrece como guía" mientras que los vínculos sociales de todo tipo se debilitan. "La comunidad digital es una suma de individualidades aisladas, que se pueden comunicar en la red, pero que nunca llegan a ser un "nosotros", advierte.

Intento premeditado de deconstrucción

El arzobispo de Valladolid asegura que este proceso de transformación no se ha producido de forma automática y denuncia un intento deliberado de "deconstrucción" de la sociedad, como propuesta "neopagana"

"Asistimos a un constructivismo antropológico en las muy extendidas corrientes ideológicas de género y en la aceptación social del aborto y la eutanasia; un constructivismo histórico y también pedagógico, reforzado con el dominio de la escuela", advierte.

Argüello apunta, además, que todo este proceso se está viviendo de manera "indolora" ya que la cultura de masas imperante, basada en "emociones y sensaciones", ha conseguido, a su juicio, que las personas vivan este proceso desde la indiferencia, considerándolo incluso "un logro de la libertad".

Sociedad individualista

Esa deconstrucción premeditada ha provocado, a juicio del presidente de la Conferencia Episcopal, la configuración de una sociedad "individualista" en la que los vínculos humanos son cada vez más "precarios".

"Es la era del consumismo, en la que lo importante no es conservar los objetos mientras son de utilidad, sino renovarlos constantemente. Es la desvinculación respecto del propio cuerpo, de la realidad, del otro y de Dios", afirma.

Además, advierte de que ese debilitamiento de los vínculos genera una "desconfianza" que está detrás de muchas de las "actitudes reactivas" que sufre el mundo hoy en día, entre las que destaca "los populismos, los particularismos nacionalistas, el individualismo, la ideología de género o la xenofobia".

Y apunta al peligro de la defensa a ultranza de las "múltiples identidades desvinculadas" en la sociedad actual. "Genera el enfrentamiento para afirmar la propia posición. Queda poco espacio para la deliberación democrática, los relatos compartidos e incluso, simplemente, la palabra", afirma en la tribuna.

El olvido de Dios

Argüello señala que el "empobrecimiento espiritual y la pérdida de sentido" se encuentran en la raíz de ese proceso transformador y advierte de que "el olvido de Dios y la indiferencia religiosa" influyen en el comportamiento moral de los individuos.

"Con el empobrecimiento espiritual va aparejada la pérdida de sentido, que desemboca en el vacío existencial, el aburrimiento y la experiencia de no ser capaces de saciar la sed de felicidad a pesar de disponer de más medios y posibilidades que nunca", afirma.

Para el arzobispo de Valladolid, ese vacío no se llena ni con la acumulación de riquezas ni con el consumismo y, ante esa situación, solo queda "el deber" del trabajo o la "diversión" para "apartar la mirada de la nada o el vacío".

La fe como antídoto

El presidente de la Conferencia Episcopal expone, como conclusión de su tribuna en EL ESPAÑOL de Castilla y León, que todas las personas están impulsadas por su naturaleza a "buscar la verdad, el sentido de las cosas y de su existencia" y que en esa búsqueda se encuentra "Cristo, Verdad y Vida".

"La vivencia religiosa, la fe en Dios, aporta claridad y firmeza a nuestras valoraciones éticas. La vida humana se enriquece con el conocimiento y aceptación de Dios, que es Amor y nos mueve a amar a todas las personas", destaca Argüello.

El arzobispo de Valladolid, pues, defiende la fe y el reencuentro con Dios como antídoto ante el "relativismo" imperante en la sociedad que lleva a las personas a no encontrar un sentido a la vida y ante la "precariedad" de los vínculos actuales y la premeditada deconstrucción social y el auge de las "identidades".

"La experiencia de ser amados por un Dios que es Padre nos conduce a la caridad fraterna y, a la vez, el amor fraterno nos acerca a Dios", zanja Argüello en su exhaustiva reflexión sobre la sociedad actual, dando algunas claves que, a su juicio, son fundamentales para que las personas encuentren un sentido a sus vidas.