En el bar Yagüe

En el bar Yagüe

Segovia

Crónicas gastronómicas por tierras segovianas

23 septiembre, 2021 09:41

Volvimos a Bernardos, donde mi tocayo Santos, el del Bar Yagüe, en plena Plaza Mayor, nos atendió de maravilla ofreciéndonos productos típicos de la zona y sus especialidades de escabechados.

Fue una delicia compartir el buen yantar con el catedrático bejarano Gonzalo Santonja y el facultativo cuellarano Paco Salamanca. Después del intenso trajín ferial con Grana y Oro y El Español-NCYL -de pueblo en pueblo como los almendreros- nos dimos un rato de asueto para ir dejando el estrés acumulado, que ha sido de gran magnitud, aunque sin llegar a “erupcionar”. Pero poco le ha faltado…

Mi tocayo Santos tenía un montón de trabajo ese mediodía, pero con la eficacia que le caracteriza, nos ofreció su retahíla de manjares y en un santiamén se presentó con una fuente de boquerones en vinagre, aderezados con unos trozos de cebolla, que nos supieron a gloria.

El detalle del vino fue de categoría: “Os voy a abrir un magnum de “Viña Sastre” -ribereño burgalés de La Horra- y os voy a cobrar lo que consumáis”. Y mi tocayo lo dijo con su sinceridad habitual. Casi cayó el litro y medio del buen tempranillo, aunque eso sí: yo me tomé al margen una copita de clarete con la consabida gaseosa bejarana “Molina” que Gonzalo llevaba en el maletero. Faltaría más.

El plato siguiente consistió en un suave revuelto de huevos con calabacín, al dente. Y al centro nos puso una fuente de tomate de su huerta y de Pinarnegrillo. Aderezado con la consabida sal y aceite de oliva virgen extra. “Este es de mi huerta”, -comentó el veterano hostelero señalando las rodajas del tomate más encarnado. Delicia pura los tres productos. El tomate de Pinarnegrillo, más oscuro, también fue de un gran sabor.

El plato estrella, para el que suscribe, fue el solomillo de pavo en escabeche que en esta casa lo bordan. Sabroso y de una suavidad pasmosa, sin excederse en vinagre, con el complemento de cebolla en tiras y el aceite de oliva de fondo nos resultó de una exquisitez suprema. Abundaron los barquitos hasta dejar limpia la fuente.

Y el colofón llegaría con un gran plato hondo, donde reposaba un extraordinario picantón (pollo de pequeño tamaño) en escabeche. Con los mismos aderezos que el pavo, aunque no llegara a la delicadeza de ese plato. Es cuestión de gustos.

Y los postres esplendorosos. ¡Ay los postres! A saber: yogurt natural aderezado con frutas silvestres como higos, frambuesas y arándanos. Pero no queda ahí la cosa; resulta que a Santos lo oímos murmurar que tenía peras al vino y nos trajo la última remesa en un plato al centro, que devoramos con fruición. Auténtico lujo de delicado manjar. A 26 euros por barba nos salió la cosa.

Con cafés, y unas pastas caseras, rematamos este copioso y delicioso almuerzo para continuar con una charla donde -cómo no- predominaron los toros en todas sus vertientes.

“La comida, para ser perfecta, debe ir acompañado de una buena compañía” (Anónimo)

P.D.: Volveremos donde mi tocayo Santos antes de que se jubile. Aunque nos dijo por lo bajini que quizás continúe en horario reducido. O sea que tendremos Santos y Casilda para rato. Seguiremos saboreando la cocina casera y tradicional de tierra adentro. Enhorabuena, pareja.