Una noche con la Policía Local de Salamanca
Lo que nunca ves de Salamanca: así se vive una completa noche de patrulla con la Policía Local
EL ESPAÑOL de Castilla y León se sube a una patrulla de la Policía Local en una noche de servicio marcada por prevención, seguridad y cercanía.
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El reloj marca las 22:00 horas de la noche cuando en la Jefatura de la Policía Local de Salamanca comienza el briefing del turno nocturno.
Sobre la mesa, las incidencias del día, las previsiones de tráfico y los puntos de vigilancia prioritaria con motivo de las Ferias y Fiestas 2025.
En apenas unos minutos, cada patrulla sabe dónde debe estar, qué refuerzos son necesarios y qué objetivos marcan la jornada. La ciudad aún disfruta en la Plaza Mayor y en las casetas, pero dentro de este edificio todo se mueve con disciplina y calma.
“Lo importante es estar preparados. Una noche puede comenzar tranquila y, de repente, darte un giro completo. Hay que tener capacidad de respuesta para todo”, comenta el oficial Sanse, que nos acompañará durante las próximas horas.
Policías de vocación, como él mismo se define. "Este no es un trabajo de ocho horas que termina cuando dejas el uniforme. Es una forma de vida. Lo que nos mueve es servir al ciudadano y garantizar que todo el mundo pueda sentirse seguro en su ciudad".
Controles y prevención: primera línea de seguridad
La patrulla arranca con un control de alcoholemia y drogas en una de las vías más transitadas. Es una imagen habitual, pero cargada de sentido.
Varios conductores se someten a la prueba, todos con resultado negativo. La rutina funciona, y la simple presencia de los agentes basta para recordar que la seguridad vial es prioritaria.
“Prevenir es fundamental. La gente a veces no es consciente de que un mal gesto puede costar una vida. Nosotros estamos para evitar que eso ocurra”, apunta Sanse, que insiste en que los controles no buscan sancionar, sino proteger.
Agente de la Policía Local de Salamanca durante un control de alcoholemia
La radio no descansa. Apenas terminado el control, llega un aviso por ruidos en una vivienda del centro. Una disputa vecinal que se resuelve con diálogo y mediación, sin necesidad de sanciones.
Minutos después, otro aviso: un perro de gran tamaño suelto en un barrio. La patrulla se acerca y localiza al animal, tranquilizando a los vecinos. La versatilidad es la clave.
"Nunca sabes qué te vas a encontrar. Por eso cada agente debe estar preparado para pasar de un control de tráfico a una mediación familiar o a un auxilio en la calle", señala el oficial.
La ciudad de noche: otro ritmo, otras reglas
Pasada la medianoche, Salamanca adopta un pulso distinto. Bares que cierran, grupos de jóvenes en la zona de ocio, turistas que aún se resisten a abandonar la Plaza Mayor. El papel de la Policía Local aquí es claro: vigilar, disuadir y acompañar.
Los agentes recorren las calles a pie y en vehículo, se detienen a hablar con hosteleros, revisan puntos estratégicos y mantienen un contacto constante con los ciudadanos.
“La visibilidad es parte de nuestra labor. La gente se siente más tranquila cuando nos ve cerca, y a menudo basta con esa presencia para evitar que un problema vaya a más”, explican.
Vocación y cercanía: el otro uniforme
Mientras la patrulla sigue su recorrido, Sanse reflexiona sobre su trayectoria.
“Lo que diferencia a la Policía Local es la cercanía. Somos los primeros a los que llaman los vecinos cuando tienen un problema, el rostro más visible de la seguridad en el día a día. Por eso es un trabajo vocacional: si no crees de verdad en lo que haces, es imposible dar lo que este oficio requiere”, señala.
Agentes de la Policía Local de Salamanca durante una intervención
En sus palabras se percibe el orgullo de pertenencia, pero también la exigencia. "Trabajar de noche no es fácil. Hay que renunciar a muchas cosas, pero a cambio tienes la satisfacción de saber que tu labor tiene un impacto directo en la vida de la gente".
Esa vocación se refleja en cada actuación: desde el control de animales hasta la ayuda a una persona desorientada en plena calle, pasando por la regulación del tráfico tras un pequeño accidente.
“Nuestro objetivo es que la ciudad funcione, que los problemas no pasen de ahí. Si al final de la noche los vecinos han vivido con tranquilidad, significa que hemos hecho bien nuestro trabajo”, concluye.
Una ciudad vigilada es una ciudad tranquila
Avanzan las horas y, aunque no hay grandes incidentes, la actividad es constante. Cada llamada atendida, cada control realizado, cada recorrido preventivo suma en el balance final de una noche que se mide en calma.
Agentes de la Policía Local de Salamanca durante una intervención
Cuando el reloj se acerca al amanecer, las patrullas regresan a la Jefatura. El turno termina y comienza otro, pero la vigilancia nunca se interrumpe.
Salamanca se despereza confiada, sin ser del todo consciente de la maquinaria silenciosa que vela por su seguridad durante la madrugada.
El oficial Sanse lo resume con naturalidad. "Nuestro trabajo es ese: estar, aunque no siempre se nos vea. Que la ciudad duerma tranquila es la mejor recompensa".