Castrillo de los Polvazares
El pueblo de Castilla y León donde vivieron los últimos arrieros de España y que enamora a National Geographic
Es uno de los municipios más bonitos del país y es famoso por sus casas de piedra.
Más información: Este es el pueblo de Castilla y León donde comerás el mejor cocido maragato de España
Castilla y León atrapa con su singular belleza. Cada rincón de la Comunidad guarda tesoros únicos que solo unos privilegiados pueden llegar a conocer. Por no hablar de su interminable historia y de los grandes acontecimientos que se vivieron en la región siglos atrás.
National Geographic no quita la vista de la Comunidad, y es normal. Recientemente, elegía uno de sus municipios -Medina de Rioseco (Valladolid)- como el pueblo más bonito al que viajar en abril. Una localidad llena de belleza donde se encuentra una de las mejores semanas santas de Castilla y León, y del país.
Ahora, hace otro repaso para hablar sobre la belleza de uno de los municipios de la provincia de León. Un punto de encuentro de los peregrinos que transitan por el Camino Francés y un espacio que llama la atención por sus casas de piedra y puertas tan peculiares.
Se trata de Castrillo de los Polvazares. Un pequeño municipio de poco más de 100 habitantes que puede presumir de tenerlo todo. Arquitectura, historia, patrimonio y cultura. No le falta ni un solo detalle.
Lo cierto es que es realmente complicado circular en coche por él por sus calles empedradas. Por ello, lo mejor es descubrir cada rincón andando y subir por su famosa Calle Real.
Castrillo de los Polvazares, donde todo se hace con arte
Además, una curiosidad es que el primer Castrillo de los Polvazares fue arrasado por las inundaciones en el siglo XVI y decidieron trasladarlo a un lugar más seguro para evitar que esto volviese a suceder.
La gran curiosidad que alberga es que fue el último pueblo donde vivieron los arrieros de España. Las fachadas son muy peculiares. Un color rojizo y de madera deslumbra a los miles de turistas que cada año recorren sus calles.
Además, cuentan con grandes portales de madera de un gran tamaño, que era necesario para poder guardar los carros y animales en su interior. Desde el siglo XVI hasta mediados del XIX, este municipio fue el kilómetro cero de los arrieros de España.
Su ubicación era estratégica y permitía traer desde los puertos gallegos salazones de pescados y partir con las mulas cargadas de embutido, aceite o carbón. Sin olvidar el pulpo, pimentón o mantecados y chocolate.
Fue en 1866 con la llegada del ferrocarril a Astorga cuando esta actividad finalizó. Un momento en el que el municipio sufrió un gran golpe con la despoblación, pero manteniendo aún la esencia de uno de los pueblos más importantes de la Comunidad.
Cocido maragato
Muchas viviendas tradicionales son hoy en día restaurantes. Y es que son muchos quienes acuden a la localidad a probar uno de sus deliciosos manjares: el cocido maragato.
Este es uno de sus platos más famosos y con una curiosidad: se come al revés. Primero se empieza por la carne para rematar con la sopa.
Una leyenda dice que se hace así porque es el orden que tenía el soldado para alimentarse. Comenzaban por la proteína (dado que es más contundente por si el enemigo atacaba), seguían por las legumbres y, si llegaban al final, degustaban la sopa que les hacía entrar en calor y obtener los hidratos de carbono de los fideos y el agua necesaria.
Cocido maragato en una foto de archivo
Otra de las teorías se debe a la tradición arriera. Cuentan que cuando los antiguos maragatos recorrían España, siempre llevaban consigo porciones de carne de cerdo cocida, las que tomaban antes de pedir algo caliente que llevarse al cuerpo.
Pero ¿qué lleva el cocido? Pues tradicionalmente siempre ha contado con morcillo de novilla, gallina, patata, huesos de vaca, cebolla, lacón, oreja, morro, chorizo, manitas de cerdo, costilla adobada, tocino, garbanzos, repollo, fideos, ajo, pimentón y sal.
Un auténtico manjar que conquista miles de paladares cada año y que, aunque se coma al revés, sigue siendo una exquisitez.