Vivimos sin poder descansar la mente del continuo bombardeo de la mugresía woke en la que nos despertamos. La última que hemos podido leer es que muchos ajedrecistas progres se niegan a abrir con blancas pues lo consideran racista, machista y heteropatriarcal. Hay que empezar a devolver la masculinidad a los hombres, la femenidad a las mujeres y la inocencia a los niños. Lo que no quiere decir que haya que perder ningún tipo de derecho. Hay que volver a la racionalidad que es lo mismo que a la mera supervivencia.

Durante toda la historia de la humanidad cuando culturas superiores invadían nuevos territorios u otras culturas sometían a sus gentes y les imponían su cultura porque al final era lo mejor para todos. Ahora es al revés pueblos miserables y culturas netamente inferiores vienen a Europa se quedan con su riqueza, ocupan nuestras casas, atacan a los ciudadanos, violan e imponen su cultura y costumbres. Sin olvidarnos de la ingeniería social woke que lo degrada todo. Mientras la indolencia de nuestros gobiernos, que van en otra dirección de los ciudadanos que se levantan por la mañana, lo permiten. Incluso un alto funcionario de la OMS ha pedido la acción global para limitar las libertades individuales.

Hace tiempo que nuestra soberanía alimentaria está en grave peligro y parece que nadie puede hacer nada contra un estado que pagara a los agricultores para que abandonen o arranquen sus cultivos o plantaciones de peras, melocotones, nectarinas o manzanas, plátanos, remolacha o viñedos. Del mismo modo el estado primará a quienes abandonen sus explotaciones lecheras. Se va dejando así la producción en manos extranjeras para cumplir absurdos tratados globalistas que se imponen sin ningún sentido para la población. No pasa un día en que en la televisión no te pidan alimentos para los más necesitados o culpabilicen de la hambruna que empieza a ser patente en España. Los precios de los alimentos no paran de subir. Pronto llegaran los grillos disecados fabricados en Castilla y León y comeremos bien. Adiós también al jamón de Guijuelo gracias a la agenda 2030.

En contra de los woke de la matraca del cambio climático el hielo de la Antártida no para de crecer, Rusia también es más grande y lo mismo pasa en Groenlandia. El ártico pasa su mes de mayo más frío desde que hay registros. Lejos de calentarse el polo norte se enfría a pesar del CO2 antropogénico. Una explicación más para justificar la estupidez humana que crece y se derrite. Menos hijos, dieta vegana, coches al desguace, adiós a viajar en avión. Tontos útiles en manos de unos pocos.

Todo así con una palabra nueva solucionan los problemas negando la realidad. La pobreza no se soluciona generando riqueza sino declarando delincuentes a los que trabajan, a los ricos. La obesidad no se soluciona cambiando el sistema de alimentación sino creando delito de odio la gordofobia y todo arreglado. Parece que nadie quiere ser parte de la solución a sus problemas porque implica trabajar. Lo peor es que los que no somos parte del problema somos señalados. Un país no funciona si cada vez hay más gente que exige lo que consideran derechos pero que en realidad son privilegios y obligaciones añadidas al resto. Así no avanzamos. Los derechos que tenemos todos los españoles están recogidos en nuestra constitución, si no se cumplen tenemos el código civil y el penal. No hay más discusión. Se buscan privilegios en detrimento de los derechos del resto.

Hacer trámites en la administración es cada día más imposible. Desde el Covid se ha expulsado al ciudadano de las ventanillas con la cita previa o la administración electrónica que no soluciona o soluciona dependiendo de quien te toque. La administración va camino de ser un monstruo fuera de control. Cansados de la palabra facha la mugresía ahora se ha inventado que ahora son trumpistas patrios como si ya tuvieran miedo que Trump sea el próximo presidente de los EEUU. Parece que al fin van a enterrar de nuevo a Franco.