Los candidatos Luis Tudanca, Francisco Igea y Alfonso Fernández Mañueco durante el primer debate de las elecciones del 13-F.

Los candidatos Luis Tudanca, Francisco Igea y Alfonso Fernández Mañueco durante el primer debate de las elecciones del 13-F.

Región 13-F ELECCIONES EN CASTILLA Y LEÓN

El quinto debate en la historia de Castilla y León: una influencia cada vez más limitada

Estas contiendas dialécticas determinan más la intención de voto cuando existe un elevado porcentaje de indecisos y la fidelidad hacia los partidos es más voluble

9 febrero, 2022 07:00

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Este miércoles 9 de febrero se celebra el segundo debate electoral de cara a las próximas elecciones autonómicas de Castilla y León. Se tratará de la quinta contienda dialéctica entre candidatos en la región, después de la celebrada en 1995, de los dos debates a cuatro de la cita electoral de 2019 y del primero para el 13-F, que tuvo lugar el pasado 31 de enero. La importancia de este debate es limitada -ante el auge de Internet y las redes sociales, que determinan más el voto- si bien los segundos enfrentamientos influyen más que los primeros en el voto, por su mayor cercanía a la fecha de las elecciones. Su nivel de alcance depende de que exista un elevado porcentaje de indecisos y de la fidelidad de voto hacia los partidos. 

Castilla y León es una de las tres comunidades autónomas en las que es obligatorio celebrar debates electorales, junto con Murcia y País Vasco, después de una modificación de la Ley Electoral autonómica de noviembre de 2016. Este cambio legislativo es fundamental para entender que en 2019 se retomaran los debates en la región después de 24 años, ya que el único precedente hasta esa fecha había sido la disputa entre Juan José Lucas -presidente por el Partido Popular desde 1991-, el candidato socialista, Jesús Quijano, y el de Izquierda Unida, José Antonio Herreros, en 1995.

La cita de 2019 congregó a los candidatos de cuatro partidos: Alfonso Fernández Mañueco, del PP, Luis Tudanca, del PSOE, Pablo Fernández, de Unidas Podemos, y Francisco Igea, de Ciudadanos. El motivo por el cual participó un candidato más que este año se debe a que tras las elecciones de 2015 tanto Unidas Podemos, con 10 procuradores, como Ciudadanos, con 5, habían logrado conformar grupo parlamentario. Los resultados de los comicios de 2019 hicieron perder esta situación a la formación de Fernández, ya que solo lograron dos representantes. Según la Ley Electoral autonómica solo los candidatos de los partidos con grupo propio pueden participar en los debates electorales.

Los segundos debates son los más decisivos

La influencia de los debates en los resultados de las elecciones han sido objeto de discusión por diversos analistas políticos a lo largo de la historia. Existen autores como Steven Finkel que consideran que la influencia de las campañas electorales en los resultados es mínima y, según su teoría, los debates tan solo servirían para reforzar las preferencias previas de los votantes. Por otro lado, existen otras teorías, como la de T.M. Holbrook, que concluyen que los debates tienen una influencia considerable a la hora de que los ciudadanos decidan su voto. Es necesario hacer referencia también a que la influencia de estas contiendas dialécticas depende del contexto de la campaña que se esté llevando a cabo, siendo más influyentes cuando existe un elevado porcentaje de indecisos y cuando la fidelidad de voto hacia los partidos es más voluble.

Esta realidad se reflejó de forma clara en los primeros debates celebrados en España, el 24 y 31 de mayo de 1993, de cara a las elecciones generales previstas para junio de ese año. Las semanas anteriores a la celebración de estas contiendas dialécticas, entre el candidato socialista Felipe González y el popular José María Aznar, las encuestas otorgaban la victoria por la mínima al aspirante del PP, si bien finalmente quedó por detrás del PSOE en las elecciones, aunque González perdió la mayoría absoluta por primera vez en 11 años. Varios analistas señalaron en ese momento que la victoria de Felipe González en el segundo debate pudo ser determinante para el PSOE a la hora de lograr dar la vuelta a las encuestas y conseguir la victoria en los comicios.

Los segundos debates –que suelen celebrarse pocos días antes de las elecciones– son, por tanto, más determinantes a la hora de que los ciudadanos decidan su voto. Las dos contiendas de 1993 fueron un gran éxito de audiencia, obteniendo la primera de ellas 9,6 millones de espectadores (un 61,8% de share) y la segunda y más determinante 10,5 millones (un 75,3% de cuota de pantalla). Las siguientes elecciones en 1996, que supusieron el final del Gobierno de Felipe González y la victoria de José María Aznar, se celebraron sin debate de por medio, algo que lamentó el derrotado candidato socialista. "Nos ha faltado una semana de campaña y un debate", llegó a afirmar.

Los cara a cara más vistos pero no tan determinantes

Tuvieron que pasar 15 años desde esos dos primeros debates de 1993 para que se repitiera una experiencia similar para unas elecciones generales en España. El 25 de febrero y el 3 de marzo de 2008 se celebraron, en un formato similar a los primeros, dos debates entre el por entonces presidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero y el candidato del PP Mariano Rajoy, que afrontaba su segunda cita con las urnas tras la derrota de 2004. El primero de esos debates ha sido el más visto hasta la fecha, con más de 13 millones de espectadores y el segundo obtuvo la nada desdeñable cifra de 11,9 millones. La mayoría de encuestas coincidieron en que Zapatero ganó el segundo y más determinante debate, coincidiendo con la victoria que obtendría días después y que le otorgó un segundo mandato.

Según un estudio del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) publicado días después de las elecciones, los debates de 2008 no fueron especialmente determinantes a la hora de influir en el sentido del voto de los ciudadanos. Las conclusiones de este análisis mostraban que los debates reforzaron su decisión de votar al partido que tenían pensado para el el 18,6% de los electores; al 7,3% le animaron a votar; al 3,9% le ayudaron a decidir por el partido al que finalmente votó y al 1,8% le llevaron a abstenerse. Es decir, solo tuvieron una influencia decisiva en ese 13% de los electores que fueron a votar, decidieron el partido al que votar o se abstuvieron por las conclusiones extraídas tras ver el debate de los candidatos.

El siguiente debate se celebró el 7 de noviembre de 2011 y se trató de un cara a cara entre Alfredo Pérez Rubalcaba, candidato del PSOE, y el popular Mariano Rajoy. Este enfrentamiento arrasó en audiencia y se colocó como el segundo más visto hasta la fecha, con más de 12 millones de espectadores y un 54,2% de cuota de pantalla. La influencia de este debate fue reducida: el PP partía con una evidente ventaja debido al acusado desgaste del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero por la dura crisis económica que padecía España desde tres años atrás. Esa ventaja no hizo más que confirmarse en las urnas en las elecciones celebradas 13 días después del debate, que dieron al PP una abultada mayoría absoluta con 186 escaños.

2015: el fin del bipartidismo y la decadencia de la televisión tradicional

La siguiente convocatoria electoral, en diciembre de 2015, marcó un antes y un después en la historia política de España. La irrupción a nivel nacional de dos nuevos partidos, Podemos y Ciudadanos, obligó a que los debates se adaptaran a esta nueva realidad, aunque algunos dirigentes parecían no asumir que el bipartidismo iba a dejar de existir. El presidente Mariano Rajoy se negó a participar en el debate a cuatro celebrado el 7 de diciembre y envío en su lugar a su vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, a debatir con Pedro Sánchez, del PSOE, Pablo Iglesias, de Podemos y Albert Rivera, de Ciudadanos. Una semana después, Rajoy si que participó en un cara a cara tradicional con el candidato socialista que quedará en la historia como el último debate del bipartidismo.

Los dos debates de 2015 tuvieron una audiencia inferior a la de los anteriores, superando por poco los 9 millones de espectadores, en un contexto de auge de las redes sociales y de Internet y con un descenso cada vez más acusado de la audiencia de la televisión tradicional. La repetición electoral en 2016, ante la imposibilidad de formar Gobierno, llevó a que se celebrara un nuevo debate el 13 de junio de ese año en el que el entonces presidente en funciones, Mariano Rajoy, ya participó, aceptando la nueva realidad política española que ya se reflejaba en la distribución de escaños en el Congreso de los Diputados.

Tanto los debates de 2015 como el de 2016 tuvieron una influencia mucho menor en la intención de voto que los anteriores. Las nuevas formas de comunicación a través de las redes sociales, que en ese momento ya marcaban la pauta de la política, fueron el eje determinante a la hora de determinar el voto de los ciudadanos en esas campañas, dejando en un segundo plato a este tipo de contiendas dialécticas en televisión. Estos debates, por otro lado, supusieron la irrupción de un nuevo formato en España ya que se acabaron los tradicionales cara a cara con los dos candidatos sentados en una mesa el uno frente al otro para dar paso a formatos más dinámicos con los candidatos de pie frente a un atril.

Este nuevo formato de debate es el que se siguió también en los tres debates celebrados en el año 2019, durante las dos últimas campañas electorales para unas elecciones generales que ha vivido España. Los dos primeros, correspondientes a las elecciones de abril, contaron de nuevo con cuatro candidatos -con Pablo Casado en sustitución de Mariano Rajoy, que había dejado el poder un año antes tras la triunfante moción de censura de Pedro Sánchez- y contaron con una media de 9 millones de espectadores, en la línea de los anteriores.

El tercer debate de ese año, tras la convocatoria de elecciones anticipadas de noviembre, contó con un nuevo actor: el candidato de Vox, Santiago Abascal, que había irrumpido con fuerza en el Congreso en las elecciones de abril. Este último debate ha sido el menos visto de la historia, con 8,6 millones de espectadores, lo que muestra la tendencia decreciente en cuanto a audiencia de la televisión acompañada de una cada vez menor influencia de estas contiendas dialécticas entre candidatos en la decisión del voto.

Alfonso Fernández Mañueco, Luis Tudanca y Francisco Igea, por tanto, se enfrentan este miércoles en un debate que sin duda será más decisivo que el anterior, por celebrarse solo cuatro días antes de la cita electoral y por la alta volubilidad en cuanto a la fidelidad de voto que han mostrado las encuestas durante las últimas semanas. Pero los candidatos son conscientes a su vez de la influencia limitada de los debates televisivos en pleno año 2022, con unas redes cada vez más omnipresentes y que se han convertido cada vez más en el medio para solicitar el voto de los ciudadanos y para influir en él.