Tres días dan de sobra para alejarse de esta esclavitud moderna que atiborra a los héroes de flores de loto hasta hacer que se olviden de sí mismos.
Lo que queda del año
"Tenemos una civilización esclava de la dopamina, como la China del XIX naufragaba por su adicción al opio".
Empezamos enero siendo otros, ya lejanos y por templar como los héroes. Y así seguimos. Y a base de días y de meses, de dudas y de vidas, porque caben muchas en un año, hemos llegado a diciembre siendo menos nosotros mismos de lo que éramos en el principio. Lo de enumerar propósitos el treinta y uno para empezar a incumplirlos el uno... La mayoría hace propósitos como quien pide deseos, pensando y soplando al mismo tiempo, para que se le cumplan sin esfuerzo como si lo que quisieran cambiar dependiera nada más que de otros. Piden hablar un idioma nuevo, ir al gimnasio, aprender a pintar, cambiar de presidente y para ello lo fían a la suerte, al azar, al destino, al horóscopo, a unas bragas rojas, a lo que sea con tal de que no requiera esfuerzo.
Las calles abarrotadas y las voluntades vacías. El riesgo de Occidente no es que lo invadan, es que cuando lo hagan se encuentren una civilización que se secó tiempo atrás como un árbol sin que nos enterásemos porque aún seguía en pie. Y cada vez veo más gente seca, mojama de sí mismos, que van con la baliza V16 por la vida y ni alumbran ni nada en realidad. Los hay que pasan, no pasean, sin dejar huella, sin dejar nada. La rebelión es individual, porque las masas son amorfas, de Ortega hasta hoy. "Individuos sin calidad". Lo curioso de la mayoría es que es estática, empiezan los años de la misma manera que los acaban, con una retahíla de propósitos que seguirán pendientes el que viene: leer más, beber menos, salir de la zona de confort, irse de vacaciones a Manila. ¿Para qué?
Tenemos una civilización esclava de la dopamina, como la China del XIX naufragaba por su adicción al opio. Ingeniería inversa. Ahora somos nosotros los que tenemos un presidente del Gobierno más preocupado de su TikTok, que de los presupuestos y a varias generaciones saturadas de abulia por una dopamina de recompensas rápidas, de esfuerzos inexistentes. No me extraña que se nos hagan largos los años y hasta la vida.
El otro día escuchaba a mis hermanos pequeños decir que no tenían Tiktok, ni Instagram, que lo habían borrado. Eso sí que me pareció un propósito, una decisión homérica. Lo que queda del año es suficiente para empezar a vivir. Tres días dan de sobra para alejarse de esta esclavitud moderna que atiborra a los héroes de flores de loto hasta hacer que se olviden de sí mismos.