El Gobierno insiste en cargarse la economía española, se ha obcecado con este tema y no va a parar hasta conseguirlo. O hasta que los echemos. Al final - y al principio- no va a quedar otra. Da igual de la clase que seas, el partido al que votes o lo que ganes a final de mes, te van a joder. Excepto que vivas de las ayudas (vivir de ellas, que no necesitarlas), si es así no te preocupes, para eso pagamos el resto. Además, lo hacen sin disimular, sin anestesia, caretas fuera y esto es lo que hay. La promesa de “no subir los impuestos ni a la clase media ni a la clase trabajadora” - que no sé muy bien cómo diferencian a una de otra, la verdad, que nos lo expliquen- tampoco la van a cumplir. Otra sorpresa para nadie.
Por un lado, nos intentan convencer sacando pecho con la subida del salario mínimo. De esta subida, se va la mitad tras aplicar el IRPF. Empieza el juego. No se lo queda hacienda, que conste, dice la ministra que va a mejorar los servicios públicos. Y nos lo tenemos que creer después de darte una cita para dentro de tres meses en la seguridad social, por ejemplo. Es bastante impactante que nos traten como si fuéramos tontos y se lo consintamos. Igual sí lo somos por agachar la cabeza y mirar para otro lado. Pero no queda ahí el tema, si eres soltero y sin hijos, pagas más. Castigado por no cumplir con la presión social con la que convivimos, otra medida progresista, por cierto.
Esto, por supuesto, implica un gasto más para la empresa ¿Pero a quién le importan las empresas si tenemos cada vez más población cobrando lo menos posible? La cuestión es la siguiente: debido a la subida de impuestos que se aplica a las empresas año sí, año también, a los empresarios no les queda otra que contratar trabajadores (los menos posibles, porque contratar es sinónimo de ruina) a mínimo coste. Esto equivale a que hay cada vez más personas que, en general, cobran menos. Nuestro gobierno se ha dado cuenta, por supuesto, y en vez de implementar medidas para contrarrestar el incremento de la clase baja-media, decide rascar unos eurillos aplicando el IRPF. Unos eurillos de muchas personas son muchos eurillos, tampoco son tontos.
Ya lo dice Irene Montero en TikTok, ¿quién tiene miedo a la derecha si tenemos estas medidas con un Gobierno de izquierdas? Al final va a tener razón, la clase obrera va a acabar votando al Partido Popular para que por lo menos incentive a los empresarios y se generen puestos de trabajo. Sin empresas no hay trabajadores, de verdad que la causa-consecuencia en este caso no es tan complicada.
El PSOE ha perdido el rumbo y el significado de sus siglas. Podría ser que, hace tiempo, quisiera acentuar la brecha entre empresarios explotadores y pobres trabajadores. Pero es que ya ni eso. Quizá únicamente busca el voto de quien no trabaja, pero cada vez somos menos para aguantar tanta desfachatez.