
Si a Nueva York va tanta gente, por algo será
Si a Nueva York va tanta gente, por algo será
Hoy que me siento a escribir esta Tribuna pienso que pasear por Manhattan, aunque yo no sea Caperucita, se parece bastante a pasear por Valladolid.
Aprovechando que el Hudson pasa por Nueva York, os cuento que en un instante –diecinueve segundos, para ser exactos-, puedes alcanzar la planta cuarenta del edificio donde se encuentra mi oficina. La velocidad de los ascensores en esta ciudad es realmente asombrosa. Después de tres años viviendo aquí sigue siendo una de las cosas que me sorprende casi a diario. En Valladolid los ascensores van más despacio y el tiempo. Aquí los días –quizá por el cambio horario– tienen menos horas que en Valladolid.
Soy de Valladolid y he crecido en las alturas de la ciudad: es decir en Parquesol. Se ve que las alturas me van acompañando, ya que ahora trabajo en la planta cuarenta de la intersección de la Sexta Avenida con la Calle 45, lo que viene siendo el paseo de Isabel La Católica de por aquí, aproximadamente a la altura de Plaza Poniente, pero en Nueva York. Como ya sabe cualquiera que haya estado en Valladolid esto significa que estoy a una distancia ideal para recorrer a pie muchos de los puntos de interés y más emblemáticos de la ciudad. Hoy que me siento a escribir esta Tribuna pienso que pasear por Manhattan, aunque yo no sea Caperucita, se parece bastante a pasear por Valladolid.
Y es que uno podría pensar que ser vallisoletano en Nueva York es algo especial, casi como jugar en el Real Madrid, hasta que entras en el Museo Metropolitano y te encuentras en mitad de la sala central con la reja de la Catedral. “¿Qué narices hace esto aquí?” fue lo primero que me pregunté. Y es que, después de tres años añorando la capital del Pisuerga descubrí que esta reja ha estado instalada aquí, con vistas a la Quinta Avenida, que es la Calle Santiago de por aquí, desde 1957. Fue vendida al peso a los americanos –que compran arte como otros compran ganado– en 1929 por una peseta y quince céntimos el kilo: unas 500 de las vetustas pesetas en total.
Y no era suficiente con la reja para ver que uno no es tan especial por vivir el mero hecho de vivir aquí.- Que sí, si sigue pateando el Metropolitano, se puede encontrar la capilla románica de Fuentidueña –Segovia-, los sepulcros góticos de los Condes de Urgel –Lérida– y el patio renacentista del castillo de Vélez Blanco –Almería–. Definitivamente he comprobado que esta ciudad no es para tener ego.

Si a Nueva York va tanta gente, por algo será
Ya después de salir del Metropolitano me encuentro con Central Park al frente, oasis en la ciudad para las aves migratorias –porque todos somos pájaros de paso cuando llegamos a Manhattan-. Este parque es un Campo Grande venido a menos si tengo que decir la verdad. Tiene animales, claro, pero sin pavos reales y con un estanque que, sin duda, no ha visto barco como ‘La Paloma’, ni barquero como El Catarro. En eso Valladolid no le tiene nada que envidiar.
Aquí la gente come a la misma velocidad a la que suben los ascensores. Aún no he entendido dónde ni cuándo hacen la digestión los neoyorquinos; pero la hacen. Lo que se pierden, lo que para mí es uno de nuestros secretos mejor guardados, es la sobremesa, que aquí no hay ni se la espera.
La verdadera digestión es la de las tertulias con amigos y familia. Es cierto que, a veces, estas sobremesas se pueden indigestar, porque los españoles somos así, pero nunca se me han empachado tanto como las americanísimas hamburguesas y los bagels, que vienen a ser el lechazo y las sopas de ajo de los que no conocen el lechazo y las sopas de ajo.
Al fin y al cabo la comida es una de las razones por las que, creo, a los nortamericanos les encanta venir a España., No tienen un ‘Villaparamesa’, un ‘El Bar’ o un ‘Lera’ a tiro de piedra. Todos sabemos que nuestro queso de oveja, los espárragos de Tudela, los polvorones ‘El Toro’, y los vinos de la Ribera están a años luz del fast food. Aunque debo admitir que el bocadillo de pastrami –especialmente el de ‘Katz Delicatessen’- tiene su encanto. Y a ver como les explico yo lo del bocata de calamares de ‘La Mejillonera’. Si lo hicieran con pan candeal, sería digno de competir en el Concurso Nacional de Pinchos y Tapas de Valladolid.
Después está lo de los rascacielos, lo sé. ¿Se imaginan ver a King Kong en el edificio Duque de Lerma? Uno nunca se acostumbra a mirar a diario al Empire State, con el dolor de cuello que eso conlleva. Los vallisoletanos no estamos hechos para mirar tan hacia arriba, dijera lo que dijera Delibes. Nos conformamos con los cerros y los montes que permiten mirar a kilómetros de distancia y es que ese edificio es casi siete veces más alto que la torre de la catedral.

Si a Nueva York va tanta gente, por algo será
Nueva York está repleta de lugares que evocan las películas y series de televisión más icónicas de las últimas décadas: desde los ‘Cazafantasmas’ hasta ‘Friends’. En Valladolid, aunque quizás no tan glamuroso como aparecer en películas de Hollywood, gracias a escritores como Zorrilla, Rosa Chacel, Miguel Delibes, Godofredo Garabito, Gustavo Martín Garzo o el cinematográfico César Gellida –entre otros– estamos y estaremos presentes en la tele y en las páginas de muchos libros por los siglos de los siglos.
Y sí, aunque Nueva York deslumbra con la estatua de la libertad, el MoMa, Times Square, el puente de Brooklyn, Queens, Bronx, Broadway, Madison Square Garden, Wall Street y todos los rascacielos que se ven en las películas, es importante recordar que La Antigua, el Colegio de San Gregorio, la Plaza Mayor, el Puente Mayor, San Pablo, la Torre de San Martin, la Colegiata de Santa María, Santa Clara de Asís, el Palacio de Pimentel, el Palacio de Santa Cruz y San Benito, entre otros muchos edificios, son más antiguo que los propios Estados Unidos. Y eso, que es algo a lo que los españoles no le damos ningún valor, a los americanos les deslumbra.

Si a Nueva York va tanta gente, por algo será
Hasta aquí mi primera crónica americana de un vallisoletano en Nueva York.
PD: Fue mi amigo Mario quien me dijo: “Si tanta gente viene a verlo, por algo será”. Y tiene razón; la ciudad es sorprendente, ¿de cuantas ciudades han visto ustedes esa famosa camiseta con el slogan de “I LOVE NY”? Y ya saben, si pasan por aquí, tienen un amigo en Manhattan. Y por favor, no se olviden traerme una camiseta que diga “I LOVE VALLADOLID”.

Si a Nueva York va tanta gente, por algo será