Lo mejor que ha hecho el PP respecto a las no primarias del PSOE es permanecer en silencio. Que los de Tudanca y los oficialistas de Ferraz ajustasen sus cuentas de puertas hacia adentro, que es donde se lavan los trapos sucios, aunque hayamos perdido esa costumbre y ahora todo se venda en grandes titulares porque hasta de la desgracia propia se hace noticia. Por una vez, comunicativamente, acierta el PP. Que de las cosas del PSOE se encarguen los del PSOE.
El partido socialista en Castilla y León no queda unido ni desunido porque la democracia interna del partido, de la que tanto han presumido en los últimos años ha quedado anulada por Ferraz: Lista de consenso, no sea que las primarias se les fuesen a descontrolar. Y ahora del futuro de Tudanca y el de todo su entorno, Dios dirá. Porque después de diez años de lo mismo, es decir, en esas Bahamas plácidas que en política se llaman oposición, uno sale con dificultad. Pensando que toda la vida son ya caipirinhas y un sueldo como portavoz. Y la vuelta al mundo de los vivos, a la jornada laboral de lunes a viernes, puede terminar en depresión postvacacional.
Lo del PSOE en Castilla y León los últimos diez años han sido unas largas vacaciones y una sucesión de catastróficas desdichas. Desde que ganara las elecciones en 2019 y no consiguiera gobernar –aquella cobra de Igea-, Tudanca no volvió a ser el mismo. Se vio más cerca del Palacio de la Asunción de lo que se había visto ningún socialista desde 1987 y claro, de eso, uno no se repone. Desde entonces el PSOE en Castilla y León era una oposición mansa, aunque nunca hubiese dado mucha guerra. Las Cortes eran un lugar cómodo donde cobrar el sueldo y ver la vida y la legislatura pasar. También eso, como todo en la vida, una buena mañana se acaba. Incluso para Tudanca, primer sanchista entre los de Sánchez, leal con el presidente hasta que el presidente dejó de ser leal con él.
Carlos Martínez, "santo súbito" del socialismo regional, tiene por delante una tarea más importante que la de coser el PSOE en la comunidad y es la de devolverles a los militantes la esperanza de que se puede pintar algo en esta comunidad y no estar permanentemente condenados a ocupar la bancada de la oposición. Para eso hace falta un proyecto político, que es lo que no tiene el PSOE aquí desde Demetrio Madrid. Y no empieza bien si quiere fiarlo todo a enfrentar las otras ocho provincias contra Valladolid.
En Castilla y León ya se era del PSOE como se es del Betis, manque pierda y al PP eso le venía bien. Lo complicado de verdad para Carlos Martínez, si quiere durar en el cargo y tener alguna oportunidad, es armar un PSOE que parezca sanchista, sin serlo, porque Sánchez se acaba y el populismo está demodé. La única tarea que tiene cualquier socialista desde mañana, si le importa su partido es armar un PSOE para cuando Pedro Sánchez deje de parasitarlo y el PSOE vuelva a tener algo de socialista, obrero y español.