Cada vez somos más a los que nos despierta Alexia o Bixby, no nos hacen felices, pero son menos mortecinas que los antiguos despertadores. Aunque te ponen al corriente de los titulares de las noticias para que empieces peor el día. No falta la noticia de violencia de género que nos hace pensar en el cuándo se acabará.

Cuando salimos del portal llevan ya muchas horas las mujeres de África y Asia transportando sobre sus frágiles cuerpos recipientes de agua, para amasar esas tortas de aire y nada con que alimentar a sus familias, a unos niños que pocas veces pueden ni llorar, llevan horas inclinadas trabajando la tierra y el barro para extraer algo de comida que el siguiente huracán borrará del mapa. Las mujeres agricultoras de África y Asia son las que trabajan más horas del mundo.

Sólo en el siglo XX se han desarrollado más de doscientas guerras, en las que han muerto más de ochenta millones de personas, una gran parte mujeres y niños. Las mujeres parecen que no son nada. En un mundo en que las ballenas, los lagartos y los jilgueros tienen más derecho a la vida da que pensar. Vivimos en un mundo en que millones de personas son humilladas, golpeadas, asesinadas y explotadas, todo en silencio, y lo que es peor otro montón de millones sufren enfermedad. Nadie da luz al cansancio infinito de las personas que sacan adelante a sus familias a fuerza de trabajo y esfuerzo. Cada vez más difícil. Desde hace seis años se ha disparado el índice de miseria en nuestro país en un cuarenta y cuatro por ciento. La incidencia combinada con el paro y la inflación son cada día más fuerte. Recuerda tiempos pasados de no hace tanto. Se han perdido 140.000 puestos de trabajo en el primer trimestre del año y la tasa de paro vuelve al 12,3 por ciento. No es normal creer que todo se resuelve con una nueva ayuda pública, ni creer que los que crean riqueza están para pagarlas.

La gente se va volviendo violenta y agresiva. Es una forma de parecer que luchan contra lo imposible, de lo que parece que nadie tiene culpa. Es verdad que algunos manifiestan una falta de litio, pero las personas no están bien en general. Vayas donde vayas hay que pensarse las cosas antes de decirlas. En Castilla nunca se ha entendido por qué se celebran los comuneros que no defendían más que sus propios privilegios de los que carecía el pueblo, frente al nepotismo de la nueva corte borgoñona de Carlos. Los comuneros no nos enseñaron nada. El miedo siempre ha sido un instrumento de control, el miedo siempre pesa.

La mesa del Congreso ha bloqueado la ley anti okupa aprobada por el PP en el Senado. La proposición contempla desalojos en 24 horas de las viviendas okupadas e impedir el empadronamiento. No estaba tan mal construir embalses, acumular agua, hacer canalizaciones, incrementar regadíos, fijar población en el territorio, tener hijos y hace crecer la población en los pueblos. Ahora las placas solares ayudan a lo contrario y benefician a muy pocos que ni viven en nuestro país. Se compra menos carne, menos coches y se gasta menos energía. La gente va menos de vacaciones. Pero no es un cambio de hábitos, se le llama pobreza. No hace falta limpiarse la conciencia recogiendo seres humanos en el mar. Hay ancianos que han levantado España y no tienen donde caerse muertos.

Muchas personas se sienten ofendidas por lo que alguien les ha hecho, pero son sus expectativas de lo que esperaban de esas personas. Las creamos con nuestros pensamientos, no son reales, son imaginarias. Al final las personas son como un río caudaloso, no se pueden atrapar ni manipular. Hay que amarlas como son y disfrutarlas. Las personas caducan y los pseudoprogresistas mucho antes. Lo demás es una pérdida de tiempo. Que belleza el mundo de las hadas.