Hace dos días se conmemoró en La Rambla de Barcelona el quinto aniversario del atentado yihadista que costó la vida a 15 personas y lo llamativo fue que el minuto de silencio dedicado a las víctimas, fue interrumpido por gritos de independentistas coreando slogans contra el Estado con proclamas conspirativas, momento que fue aprovechado por Laura Borrás para reivindicarse de su suspensión de presidenta del Parlament de Cataluña por estar acusada formalmente por corrupción por el fraccionamiento de contratos públicos para beneficiar a un amigo.

El rechazo tanto de las víctimas como de los responsables políticos, incluso de su propio partido, asistentes al acto, ha sido unánime ante la actitud de Borrás que se acercó sonriente a los manifestantes para agradecerles su apoyo al corearla como presidenta y hacerse fotos con ella.

Además, de nuevo hemos visto la sempiterna sonrisa de Borrás y ello me lleva a analizar, someramente, qué tipo de las 19 clases de sonrisa es la suya, según un estudio de la Universidad de San Francisco que concluye que solo 6 ocurren cuando estamos pasando un buen momento. O sea que hay 13 que son aparentes, por no decir hipócritas o falsas.

Yo creo que la de Borrás es de estas últimas y que las arrugas de su cara de tanto practicarlas denotan su permanente utilización. Sin duda, también pueden clasificarse de diversas maneras e incluso cuándo está admitido que sonreír sin motivo es un gesto de estupidez lo que también sucede con ella. Puesto que, si está acusada por el Fiscal que le pide 6 años de prisión, cesada de su cargo de presidenta del Parlament y denostada por colegas independentistas, ¿de qué demonios se ríe?

Creo que es, en todo caso, una sonrisa de desprecio, despecho, maliciosa y desde luego falsa. Es, para mí como la risa de la hiena, la más feroz y agresiva de las conocidas. Por eso recomiendo a Rufián que la ha criticado duramente al tachar su gesto de "miserable" y "despreciable ", que ande con cuidado y guarde distancias con ella pues su yugular puede correr peligro.

Como consuelo, habrá que quedarse con la siempre enigmática y misteriosa sonrisa de la Mona Lisa que siempre nos seduce y enamora cuando la contemplamos al contrario de la de hiena de Laura Borrás.