Cataluña lleva más de una década siendo una región española donde se incumplen constantemente las leyes que emanan de la Constitución Española, hasta tal punto, que se reprime de manera flagrante a la constitucionalistas recortándoles derechos y libertades fundamentales en un Estado de derecho. Algo intolerable e inaudito también en regiones de países de nuestro entorno. La situación que se ha alcanzado justifica plenamente la aplicación del artículo 155, es decir, la suspensión de la autonomía, con el objetivo precisamente de restablecer el orden y las libertades que han sido arrebatadas a la mayoría de los catalanes.

Con la aplicación de ese de artículo se podrían entonces articular medidas, que permitan recuperar el control de los Mossos d’Esquadra, los medios de comunicación públicos catalanes, Educación y Sanidad. Desde luego, organismos públicos clave para recuperar Cataluña de la decadencia y frenar así el salvaje oeste en el que se ha convertido este trozo de tierra español, que desde luego tiene un potencial desaprovechado por culpa de unas políticas racistas y supremacistas que han fracturado la sociedad catalana.

Cada día que pasa, más se incumple la ley y los catalanes son más coaccionados hasta para hablar en español, convirtiéndose de esta forma Cataluña más en un régimen autoritario al estilo norcoreano que al de una democracia sana.

Es evidente, que si hay un momento para la aplicación del artículo 155 en Cataluña es ahora y ya llega tarde, porque sobran justificaciones que lo respaldan, ya que Cataluña debe volver a ser democrática lo que realmente nunca tuvo que dejar de ser. Además, el sentido común catalán debe imperar, ya que el odio, el despilfarro y las mentiras no llevan a ningún lado. Ha quedado demostrado.