“El toreo es una manifestación cultural del pueblo español, el toreo, es más, mucho más: el toreo es un elemento constitutivo de la personalidad histórica y cultural del pueblo español. El toreo viene de antes de nuestro nacimiento como nación”. Estas rotundas y para mí bellas palabras, las pronunció Gonzalo Santonja en su pregón del Bolsín Taurino Mirobrigense de Ciudad Rodrigo el 8 de febrero de 2018, en un abarrotado Teatro Nuevo Fernando Arrabal, y que lo tituló “La dignidad del toreo”.

Y no solamente eso, dijo muchas cosas más, ya que, como añadió, sus afirmaciones “Rompen el relato convencional. Pero yo procuro no incurrir en afirmaciones sostenidas en el aire o apuntaladas con humo. Al contrario, siempre intento poner en liza imágenes inequívocas y textos que vayan a misa”. Y tiene razón Santonja, al menos para mí, que, como él, cree igualmente como otros muchos en la influencia del toreo en la personalidad de nuestra gente.

Ahora que se está hablando tanto en las redes sociales y en otros ámbitos de nuestro futuro consejero de Cultura de Castilla y León, bueno es analizar su pensamiento y su trayectoria auténtica, pues también se contarán otras novedades no estrictamente veraces.

Santonja, sin duda, ya tiene años y experiencia para ser un maestro en muchas lides y, sin duda, en la intelectual y en la taurina, que muchas veces van unidas.

Este bejarano de pro, sin duda, no solamente dará mucho que hablar sino y, esto es lo más importante, que pensar, puesto que, sin pensamiento, o sea, sin ideas, es difícil hacer ni decir nada válido en nuestra vida, ya lo dijo Aristófanes “Abre tu mente antes de tu boca”.

Pero, además, sin duda se le sacará punta al amigo Santonja a todo lo que haga y diga, pues se ha convertido en palestrante, como dicen los portugueses, esto es, los que salen a la palestra y rompen su privacidad en favor de lo público, que es quizá la forma de ser más útil en la vida, si te dejan, claro. Y yo estoy seguro que Gonzalo sabrá lograr que le dejen, aunque, naturalmente, como nada es perfecto ni nadie lo es, cometerá errores, aunque como dijo Wooden: “Si no estás cometiendo errores no estás haciendo nada. Me siento positivo porque cometo errores”. Pero estoy seguro que habrá también muchos más aciertos y el balance será claramente positivo. Su dignidad así lo pronostica.

Alguien pensará que por qué digo todo esto, y yo le contestaré, porque creo firmemente en lo que estoy diciendo, y estoy seguro de que no me equivocaré.

Ortega y Gasset, citado por Santonja en su pregón mirobrigense, decía que “en nuestro pasado la anormalidad ha sido lo normal”, y, por ello, siempre ha existido la costumbre de contar muy mal nuestra propia historia, como ha sucedido no sólo con la tauromaquia sino también y muy especialmente, con la política, ya que raro es el político del que todos hablen bien, y no sólo por aquello de que nunca llueve a gusto de todos, sino porque también nosotros mismos somos diferentes y, por ello, pensamos de distinta forma, hasta el extremo de ver cada uno según el color del cristal, ya que, como dijo Campoamor “En este mundo traidor nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mire”. Pero hay algo que siempre es del mismo color, y es el cristal de la dignidad, de la honestidad y de la verdad, y estoy seguro que Santonja responderá con creces a este exigente parámetro.