En estos días, celebramos el día de Todos los Santos que, en España era el momento organizado para ir a visitar a los familiares fallecidos y honrar su memoria, como si fuese algo que no debiera de hacerse cada día.

La religión católica establece que esta vida no es más que un tránsito doloroso por el que cursamos hasta alcanzar la vida eterna con la visión de Dios o el rechinar de dientes de un inmenso vivir sin Dios, de forma que la muerte no es más que un instante de cambio de vida.

La sociedad, cada día más paganizada, se ha apropiado de la costumbre sajona del Halloween que celebra la "noche santificada" en la que los muertos recorren las casas.

Visto como tradicionalmente vivimos en España, el día de los Santos o, como nos intentan imponer los anglófobos, la noche de los muertos, lo cierto es que es el momento social  en el que nos acercamos, por una vez en el año, a la muerte, a nuestros ancestros, a lo que acabaremos siendo todos.

Recuerdas con cariño los que te antecedieron, echas de menos las conversaciones pendientes, los gestos que no hiciste, los cariños que no transmitiste, los daños que hiciste y no resolviste, es decir, todo aquello que se quedó en el tintero y te hizo daño o con el que hiciste daño y ya no tiene solución. También recuerdas, y te sientes orgulloso, de cuánto cariño transmitiste, aquello que hiciste y sirvió de paz para aquel que recuerdas, aquellas luchas que, en su favor, mantuviste con propios y extraños y que él/ella tanto agradeció, y aquellas conversaciones que de tanto gozo os sirvieron.

Lo bueno y, sobre todo, lo malo quedó hecho, nada puedes hacer y para los que creen, lo único que resta es rezar por ellos y esperar se encuentren gozando de la presencia de Dios y, para los que no creen en nada, significará la desazón de tener cosas en el tintero de la vida no resueltas y que ya jamás se resolverán, pues su cuerpo ya no está y su alma no existe... todo terminó.

Me preocupa haber hecho daño a alguien y pensar que jamás podré, en este mundo o en el otro, comprobar que eso no alcanzó su corazón o que tan sólo fue un instante, resultándome angustioso pensar que luego no existiese nada y ese dolor quedó hecho, sin solución, sin resarcimiento, sin perdón... para siempre y sin solución.

¿Qué más da? Pues no, todo lo que haces queda en este mundo de un modo u otro y será germen de algo bueno o malo, según lo plantases.

Cuando intentas hacer algo para los demás, servir a tus convecinos, lo haces no sólo por el cercano, sino para que ello quede, sirva al resto y se desarrolle por ti o por otros como algo bueno para la sociedad en la que vives. Si tu objetivo eres únicamente tú, lo que haces lo haces para ti, el desarrollo será sólo tuyo y lo bueno o malo igualmente, pero entonces no te quejes de lo que haces, pues lo haces sólo para ti.

Cuando lo intentas en beneficio de todos, podrás ser criticado, lo podrás criticar tú mismo, pero lo bueno o malo que consigas, o consigan, será para todos, tendrá un futuro en sí mismo y no en ti. Por eso, la política es tan importante, pues es el único modo de hacer grandes cosas para todos, de ahí que la política sólo pueda ser para servir, servir a todos, si la trabajas o concibes como servirte, sólo será para ti, desarrollando la más egoísta, cruel y miserable de las acciones que un ser humano puede cumplir.

Así, la política debería de ser desarrollada por personas preparadas, con capacidades demostradas, que aportan a su compañeros y prójimos ese bagaje personal, profesional y humano, como un servicio y, por tanto, como la labor de más alta consideración. El problema surge cuando a la acción pública alcanzan desgarramantas de tercera línea, zurriburris purulentos morales que ni han demostrado nada, ni tienen capacidad alguna, ni bagaje que aportar y acuden a la política a servirse, emponzoñando la misma y haciendo que ese servicio se convierta en un lodazal infecto de detritus vomitivos.

 Lo que hagas en la vida, deberá de ser lo que esperes de la muerte y lo que recibas tras ella, de forma que el trabajo que desarrolles a favor de los demás sea lo que presentes y lo que recibas de Dios, del Universo o del karma que ahora tanto gusta nombrar. En tu soledad, en tu fuero interno, sin hacer trampas en el solitario, medita y piensa en si los que te precedieron se sentirán orgullosos de ti, si lo que das es lo que debes de dar o sencillamente tienes el alma negra. ¿en qué equipo estás tú? ¿con el de servir o el de servirte de los prójimos?... tú mismo.