Tras la algarabía política suscitada por la subida del SMI hasta los 1.108 euros al mes en doce pagas, y habiéndose ya caído el telón de ese teatro en el que la ministra Yolanda Díaz simulaba querer dialogar con todos mientras pactaba con sindicatos y rechazaba los argumentos de la Patronal, las aguas vuelven a su cauce y el titular es devorado por otros nuevos, como Saturno en la pintura de Goya.

Devoramos titulares a más velocidad de la que ojo y cerebro puedan procesar, y ésa es una de las ventajas con las que cuentan quienes tengan un interés concreto en que lo que leamos hoy, no lo recordemos mañana.  

Dice el filósofo y pedagogo José Antonio Marina, entre libro y libro, que sin memoria “no somos”, porque sólo sabemos aquello que recordamos. Así que la jugada de Podemos adelantándole por la derecha a la ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, con evidentes tintes propagandísticos en favor de los “trabajadores con salarios más bajos”, se perderá en la gigantesca montaña de noticias que se acumulan unas encima de otras cada día para acabar en el olvido.

Y del debate polarizado de café en el bar de la esquina, unos creyendo que así se hace justicia con el trabajador, otros creyendo que sólo supondrá apretar un poco más la soga de los empresarios (entre ellos, el dueño del bar), los días y las noches pasan en un frenesí calculador sobre cómo sobrevivir con los niveles de consumo actual, y si no merece la pena echar el cierre y buscarse otro jornal.

A los incrementos de los costes de producción generados por la gigantesca escalada de los precios de la luz y de los combustibles, se les suma ahora los derivados de la subida del SMI entre aumento de sueldo y cotizaciones, que rondarán los 350 euros más por trabajador en 14 pagas tras 17 meses de ruina económica por culpa de la pandemia.

La medida traerá cola. Y puestos a apostar, la ideología ganará por goleada al diálogo, la coherencia y el sentido común, en una España donde el maniqueísmo se ha infiltrado ya en el ADN social.

Con una inflación que según los analistas podría alcanzar un asfixiante 4% al término de este año, la subida del SMI se notará poco o nada en los bolsillos de los ciudadanos, que verán cómo, sólo en el alquiler, deberán pagar alrededor de 27 euros más al mes, por lo que la medida de la ministra Yolanda Díaz tiene mucho ruido y pocas nueces. La fiesta de un mayor poder adquisitivo para los ciudadanos, aguada por ese monstruo llamado inflación.

En el bar de la esquina ya no se habla de esto. Los titulares de hoy engullen la indignación de ayer, pero el dueño del establecimiento deja para otro momento la contratación a media jornada de un ayudante de camarero, por si acaso. Saray, con 21 años, que acaba de terminar un módulo de hostelería, tendrá que esperar para cotizar.