Lydia Delicado, autora del libro La pornografía, un problema social global. Fotografía cedida por la autora.

Lydia Delicado, autora del libro La pornografía, un problema social global. Fotografía cedida por la autora.

Castilla y León

La pornografía viral, uno de los grandes problemas de este siglo: "Su relato se ha infiltrado en todas las industrias culturales"

El libro 'La pornografía, un problema social global' de Lydia Delicado aborda los problemas derivados de una industria con "una cantidad relevante de escenas de violencia explícita".

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Uno de los debates que mantiene el feminismo actual es la lucha contra la creación y consumo de la pornografía. Su fácil acceso por vía de las nuevas tecnologías ha facilitado el acceso a un contenido violento cuyo consumo se ha normalizado en la sociedad.

La normalización ha causado que la iconografía propia de la industria se haya extendido a todos los ámbitos culturales, además de la incursión de las prácticas violentas de la pornografía en las relaciones sexuales y afectivas de la población.

Una problemática que Castilla y León vive de cerca. Por ejemplo, desde el Consejo de la Juventud de Castilla y León, en colaboración con la Dirección General de la Mujer de la Consejería de Familia e Igualdad de Oportunidades de la Junta de Castilla y León, se ha puesto en marcha la campaña “Porn¡NO!” con el objetivo de desincentivar el consumo de pornografía.

Diferentes estudios afirman que, en la actualidad, la edad a la que una buena parte de niños comienzan a consumir pornografía es a los 8 años.

Ante este problema, la profesora de la Universidad Pública de Navarra, Lydia Delicado, ha elaborado el libro ‘La pornografía, un problema social global’ para el estudio de estas cuestiones que fue presentado recientemente en la Universidad de Burgos.

La autora conversa con El Español - Noticias de Castilla y León acerca de los problemas derivados de la 'pornografía viral'.

Pregunta: ¿Cuándo surge la necesidad de un libro acerca de la pornografía?

Respuesta: En España no disponíamos de ningún manual con el que se pudiese trabajar en las universidades la enseñanza y el aprendizaje de este fenómeno global como un problema.

En la mayor parte de las publicaciones en el ámbito académico y científico acerca de la pornografía, tienen una visión complaciente con su relato, con su representación. Especialmente ocurre en el mundo anglosajón.

Es algo que no es representativo de las universidades, dado que dentro del mundo académico también hay perspectivas críticas. En el marco de los estudios feministas y de las mujeres la visión sobre la pornografía se ha mantenido escéptica desde los años 80.

El libro viene a cubrir el vacío existente en España acerca de cómo enseñar en las universidades el fenómeno masivo de la pornografía y ante la necesidad de poder incorporar la temática como objeto de estudio dentro de la enseñanza universitaria.

P: ¿Se plantea este como un manual puramente académico o también de utilidad para un público general?

R: También es útil. Lo que pasa es que una de las primeras necesidades que detectamos era la carencia para poder formar a futuros profesionales de distintos perfiles.

Ejemplo de ello lo encontramos en el ámbito educativo, en el que es necesario, tanto para la educación sexoafectiva, como para la educación en su globalidad.

La pornografía no sólo afecta en estos momentos a las personas que consumen directamente su contenido, sino que su relato se ha infiltrado en todas las industrias culturales.

Este es un libro que sirve también a un público general. Está escrito de manera comprensible, tiene ejemplos y bastantes imágenes. Es decir, lo puede utilizar cualquier persona que esté interesada en la temática para poder aprender de cuáles son sus dimensiones y por qué nos referimos a la pornografía como un problema.

Cabe recalcar que se trata de la pornografía mainstream, el estudio se centra en el fenómeno viral que está en plataformas de internet con millones de visitas por segundo.

P: ¿A partir de qué punto podemos hablar de que existe una pornografía viral o mainstream?

R: Se empezó a popularizar hacia un público de masas en la segunda mitad del siglo XX. El salto a la digitalización ha permitido que la pornografía se pueda ver en cada uno de los dispositivos que tienen conexión a internet.

Ya en los 90 y principios de los 2000, cuando se podía alquilar en DVD, se evidenciaron una cantidad relevante de escenas de violencia explícita normalmente ejercidas por varones contra las mujeres. Unas prácticas que con el tiempo se han ido haciendo cada vez más extremas.

A principios de los 2000 ya empezaron a surgir blogs y páginas web que mostraban violaciones reales. Estaban monetizando agresiones grupales o individuales a mujeres y menores.

A medida que ha ido pasando el tiempo, se ha asumido el formato de plataforma gratuita, siendo de lo que más se consume en internet. Por otra parte, el poder descargar los videos y distribuirlos a través de plataformas de mensajería instantánea ha supuesto una capacidad de distribución del producto infinita.

P: ¿Existe algún tipo de pornografía que escape a esta violencia que se ejerce en la mainstream?

R: Sí, claro. Hay propuestas de otros directores y directoras de lo que llaman cine erótico o pornografía desde otra mirada, que tienen otra propuesta sexual, otras maneras de relacionarse con las personas que se implican en la producción.

Pero claro, no es el tipo de pornografía que se aloja en las grandes plataformas, que son las que mantienen un nivel de tráfico dentro de las 10 páginas más vistas del mundo.

Las propuestas sobre cine erótico o pornografía se distribuyen a través de otros canales, que no son de consumo masivo ni distribución viral. Entonces, lo que consume la población en mayor medida es el relato ligado a la violencia.

P: ¿A qué se debe ese consumo masivo de pornografía?

R: En el libro se hace un estudio sociológico sobre todo de cómo ha sido el avance de la industria, cómo se han ido popularizando algunos de sus géneros y, sobre todo, cómo la industria pornográfica se ha ido infiltrando en las industrias culturales.

Por lo que un contenido importante de la cultura popular actual, especialmente la cibercultura, está vinculada a la iconografía de la pornografía. Ejemplo de ello es la representación femenina en la industria musical pop, que asume el canon de sexualización impuesto por la industria pornográfica.

Hay artistas que directamente visten con elementos de Playboy o de empresas relacionadas con la pornografía. Entonces la industria se ha ido instalando en los espacios cotidianos, normalizando su mensaje y fomentando que se asimile su concepto de sexualidad como normal y deseable.

El producto se ha acabado infiltrando en la cultura de masas, creando un producto que llega al mundo entero. Esto, se ha unido a que no ha habido una educación sexual que construya un pensamiento crítico hacia determinadas conductas.

Tal es la asimilación, que en países como Estados Unidos o Australia se ha popularizado entre los jóvenes el estrangulamiento durante el sexo. Una práctica que ha ocasionado daños e incluso fallecimientos. Esto ocurre con múltiples prácticas.

P: ¿Y hay alguna forma de educar a la población al respecto de este problema?

R: Sí, de hecho las fichas de trabajo del libro van orientadas en esa dirección. El libro propone un análisis desde distintas perspectivas, introduciendo a los lectores en las distintas aristas problemáticas evidenciadas en las últimas décadas de investigación.

P: ¿Y desde qué punto se debe llevar a cabo dicha educación?

R: Siempre desde la ética del buen trato y la prevención de la violencia sexual. Hay que realizar una educación desde la igualdad y la no violencia. Esto debe ir construyéndose desde la etapa infantil hasta la etapa universitaria, trabajando en profundidad el buen trato.

P: Mencionaba que la pornografía se ha infiltrado en otros ámbitos, ¿qué impacto cultural ha tenido en la sociedad?

R: Se ve en los videojuegos; en la producción de algunas películas; en las pasarelas de moda, etc. Hay un concepto que se emplea en ciencias sociales para denominar este fenómeno, es una palabra un poco fea pero ejemplifica muy bien cómo ha sido. Se denomina ‘pornificación’, viene del inglés pornification.

Ese proceso de pornificación, se evidencia especialmente con las imágenes que consumimos, por ejemplo, de las redes sociales y que entran en el canon pornográfico. O en la vestimenta en ciertas propuestas artísticas cuya iconografía entra en el sadomasoquismo, algo que se ha podido observar en artistas musicales femeninas.

En el cine se puede ver en producciones como la película de Netflix ‘365 días’, que continúa con las propuestas de ‘50 sombras de Grey’. La diferencia es que ‘365 días’ tiene escenas explícitas que nunca antes se habían visto en el cine convencional.

P: Entonces, ¿se está asimilando por parte de la cultura estas escenas excesivamente explícitas?

R: Claro, eso es precisamente lo que significa el concepto de pornificación. Es que las conductas y actitudes hacia la sexualidad que ha propuesto la industria pornográfica se están viendo en otros escenarios que no son propios de la industria.

Ese es el gran salto que ha dado la pornografía, que se ha visto favorecido por la popularización y normalización de su consumo.

La evidencia de esto es que se ha popularizado entre una parte de la población la práctica de la asfixia erótica, que deriva directamente de la influencia de la pornografía viral.

En esta se observan algunas prácticas como el uso del pene para provocar el vómito o taponar la nariz de las mujeres. Unas vejaciones que producen un sufrimiento verdadero para que eso se pueda filmar y tenga todo el realismo posible.

Esta es otra de las realidades ocultas de la pornografía, no es una ficción. Son escenas que suceden, que se filman y, posteriormente, se monetizan. Entonces se trata de una violencia que se está ejerciendo contra las mujeres.

Estas prácticas extremas están influyendo en las actitudes y conductas de la población.

P:¿Crees que es posible educar a la población para desterrar estas prácticas?

R: Lo que se pide actualmente desde los sectores críticos en las universidades y en buena parte del movimiento feminista es que haya una intervención de los poderes públicos.

No es comprensible que en un marco legal en el que la violencia está prohibida se pueda filmar y distribuir como sexualidad sin ningún tipo de regulación ni intervención.

Por otro lado, es necesario que la población pueda tener información sobre este problema y que pueda también elaborar pensamiento crítico al respecto. Que al menos tengan una posición informada de lo que están viendo.

Esta ausencia de regulación lo que ha provocado es que sea la propia industria quien controle el modelo de sexualidad imperante.

P:¿Y hay alguna forma de establecer esa regulación?

R: Las propuestas que están en el diálogo en las universidades y el movimiento feminista es que hay un proceso de abolición que incluye una transformación social y cultural dado que se han normalizado muchas prácticas de violencia sexual en nuestras sociedades.

Eso por un lado, mientras que por otro hay propuestas de prohibir la filmación de cierto contenido en el que se ejerce violencia. Con lo que se plantea una regulación más orientada a eliminar el contenido de violencia que se está ejerciendo.