Opinión

Postureo político

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el líder del Partido Popular, Pablo Casado.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el líder del Partido Popular, Pablo Casado.

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Suele ser muy habitual escuchar a un responsable político, de cualquier partido, afirmar que su motivación para estar en política es "conseguir mejorar la vida de la gente", entendida como la mayoría social de la población de su entorno, sin embargo con excesiva frecuencia, y por no exagerar, podemos afirmar que el objetivo real es mejorar la propia vida del protagonista de esa afirmación.

La política o, al menos, el desempeño del día a día del político profesional se ha convertido en una especie de suerte de como hacer algo, aparentando que se hace otra cosa.

En estos últimos tiempos hemos tenido una prueba empírica, aunque realmente han sido varias, a colación de la rocambolesca votación para la convalidación de la 'Reforma Laboral' por el Parlamento español, a través de votación en el Congreso de los Diputados, celebrada el pasado tres de febrero, que se saldó con un 'ajustádisimo' resultado de 175 votos a favor y 174 en contra, donde sus señorías, todos sin exclusión, hicieron algo más que equilibrios en el alambre.

En las campañas electorales posteriores al año 2012, cualquier partido de izquierda hizo referencia en sus programas, cuando no a la derogación completa de la Reforma Laboral aprobada por el gobierno presidido por Mariano Rajoy, con los apoyos parlamentarios de PP, CiU, Foro Asturias y, curiosamente, UPN; sí, al menos, a una profunda reforma que limara los aspectos más lesivos para los trabajadores entre los cuales estaba especialmente la indemnización de los 45 días por año trabajado.

El primer equilibrio en el alambre lo representa un acuerdo entre los agentes sociales, personificado en los sindicados UGT y CC.OO., junto con la patronal CEOE, olvidándose por completo de aquella reivindicación, atendiendo a las instrucciones llegadas desde la Unión Europea dentro del condicionado para la disponibilidad de los fondos europeos.

El segundo equilibrio circundante con el postureo político, lo representa una ministra de Trabajo elegida en las listas electorales de Podemos, a la vez que miembro actual del PCE, que olvidando pasadas reivindicaciones, tanto personales como de su formación política, se adhiere al pacto laboral y lo asume como propio, arrastrando con ello el posicionamiento de sus compañeros de formación en el Parlamento.

No menor postureo es el del presidente del Gobierno, quien prioriza el pacto por encima de cualquier otra cuestión, entendiendo que se trata de un escalón más en su tortuoso camino hasta completar la legislatura.

Pero el derroche máximo del equilibrio para hacer una cosa aparentando otra, es mérito del Partido Popular y del equipo encabezado por su, por ahora, líder, Pablo Casado, quien, de acuerdo a las indicaciones llegadas desde Bruselas está de acuerdo con la nueva ‘Reforma Laboral‘ pero, eso sí, sin soportar el coste electoral de dar sus votos a la iniciativa llevada al Congreso de los Diputados por PSOE y Podemos. Precisamente por ello dió instrucciones a su socio tradicional “UPN” para que sus dos diputados votarán sí a la ‘Reforma’, pero ante la no obediencia de Sergio Sayas y Carlos García Adanero, hizo de la necesidad virtud y en un estrambote sorprendente, el hombre de confianza de Teodoro García Egea, secretario general en el Partido Popular, el ya famosísimo Alberto Casero, votara a favor de la ‘Reforma Laboral’ superando el doble control implantado en la votación telemática del Congreso desde la pandemia del Coronovairus Covid-19, para exigir a continuación una repetición de la votación y reclamar el tongo. Lo de comedia bufa se queda muy corto.

Pero hubo otros postureos que quedaron acreditados en esos largos segundos entre el momento en que la presidenta Batet diera por decaída la ‘Reforma Laboral’ y la rectificación que la daba por convalidada, y la prueba de ellos fueron las caras esgrímidas por Gabriel Rufián (ERC) o Aitor Esteban (PNV), quienes también deseaban que la ‘Reforma’ fuera aprobada pero sin apechugar con las consecuencias electorales de ese campo criterio.

Indica la Real Academia Española que el significado de la palabra postureo es “actitud artificiosa e impostada que se adopta por conveniencia o presunción” y parece una definición perfecta para quienes, hace no demasiado, pedían y se mostraban dispuestos a la derogación de la Reforma Laboral de Rajoy, hoy hayan creado el ambiente para una leve modificación que satisfaga los planteamientos de la UE, sean sindicatos, tengan despacho en el palacio de La Moncloa, formen parte de las listas electorales de Podemos e incluso se opongan a ella con una mano mientras actúan con la otra para que se apruebe. Ya lo dijo Groucho Marx: “Damas y caballeros, estos son mis principios, pero si no les gustan tengo otros”.