Opinión

Asturias, Sobrescobio sideral

Sobrescobio. / Manuel Asur

Sobrescobio. / Manuel Asur

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El concejo de Sobrescobio, palabra que significa desfiladero, es pequeño pero espectacular. Las altas cimas, las escondidas vallinas, las simétricas sinuosidades que regala el río Alba no parecen creadas por la naturaleza, sino por la finalidad artística. Como un nacimiento navideño. En perfecta armonía, se conjuga lo agreste con lo dulce, el cómplice silencio con la sinfonía de la breve catarata que no cesa hasta el monte Llaímo, donde nace el riachuelo.

Soto y Agues, Soto de Agues. Es origen de dos aldeas unidas por un puente y dibujadas por los bosques de castaños de la Cueria, el Castrín y la escarpada Peña Escrita. Llamada así porque en sus peñas se escribían datos perimetrales que nunca nadie vio. Su campera tiene la forma ondulada de una silla de montar aparejada sobre un caballo dormido. El poeta subió a su grupa y espoleó con versos sus verdes ijares. Más lejos, el monte Isorno, de aguas agitadas al ritmo de su étimo toponímico. Al contrario, los copiosos y serenos hontanares de la peña Xamoca (saúco), coronan al soleado pueblo de Campiellos, faro del Concejo.

Como he dicho, el paisaje es grandioso y recoleto. Tal vez el más hermoso de la Asturias interior. Pero ¿qué es un paisaje? Se dice que lo inventó Petrarca cuando subió, en abril de 1336, al Mont Ventoux, al Monte Ventoso, y al pie del mismo escribe a un amigo fraile: “La vida que llamamos bienaventurada está situada en un lugar elevado, la senda es angosta”. Desde entonces, todos los escritores del mundo quisieron conocer los idiomas de la geología bienaventurada, ese susurro que arrasa el estrés y propicia la memoria.

Id a Sobrescobio, caminad en silencio por la Ruta del Alba para escuchar su fondo primitivo, la vereda que desnuda rutinas y deberes, el canto de sus fondos ancestrales donde se hundirán para siempre los males domésticos, dejaros atravesar por los azules ecos de la altura rural, la sonata del agua y la peña en las sendas que propician la memoria.

SOBRESCOBIO SIDERAL

La Ruta del Alba alumbra la vega
de Soto de Agues, del llano sin brezos,
del agua ancilar que sacia sus huertos
y prados en flor ansiosos de siega.

A tu paz forestal siempre me entrego,
Sobrescobio sideral porque aún llevas
en la frente del rebeco las estrellas
y un lento cavilar de sol labriego.

Robles del Llaímo, carne de rayo
entre roquedas de árgomas y tilos,
sois firme ternura, recios asilos
de la ínclita águila y el torpe urogallo.

El rumor protector, Peña Xamoca,
de tus humildes fuentes ancestrales,
¿aún libre aletea en los manantiales
sin cemento en la fronda de la roca?

Un sueño con montura, Peña Escrita,
es tu calma ondulada y yo quisiera
ser jinete que te hinque las espuelas
y sacuda la esfinge en que dormitas.

En ti se encumbra fértil la victoria
sublime y sencilla del pasto de altura,
camperas soleadas, la temprana lluvia
en sendas que propician la memoria.

Castaños de la Cueria y del Castrín,
enfermos por el chancro y la paciencia,
las colladas del Isorno os devuelvan
las rutas sin motores y el abril.