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Lo que el viento se llevó

La estatua de Churchill en Londres, vandalizada durante las protestas.

La estatua de Churchill en Londres, vandalizada durante las protestas. Reuters

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Los asesinatos de George Floyd y Rayshard Brooks son una muestra del exceso de celo policial aliñado de racismo que con demasiada frecuencia se da al otro lado del charco, lamentablemente a este lado tampoco nos libramos de esa lacra y ya son bastantes los casos que salpican e implican a la policía autonómica de Cataluña, Mossos d'Esquadra. El señor Torra debería estar más preocupado por esto que por perseguir a quienes retiran los lazos amarillos.

Estos sucesos han provocado distintas reacciones, numerosas manifestaciones pacíficas y artículos señalando con datos estadísticos la discriminación racial y social, a las que han seguido actos vandálicos y de saqueo que no ayudan a la causa sino todo lo contrario y vienen a demostrar que, así como hay una internet oscura también en nuestra sociedad, hay una corriente subterránea que se debiera encauzar lo antes posible antes de que pase a mayores y así como hemos vivido en vivo y en directo una pandemia, no nos toque también sobrevivir a una versión real de Mad Max.

El deterioro progresivo de la clase media que ha sido sostén del mal llamado estado de bienestar no ayuda, y tampoco la avería del ascensor social que era el acceso a la cultura y la educación que no termina de repararse por la falta de entendimiento y obcecación de nuestros políticos.

Sin embargo, quiero poner el foco en la aparente inocente corriente revisionista que poco a poco se va instalando, siguiendo el ejemplo que se le atribuye a Mussolini, de ir pelando la gallina despacio pluma a pluma y cuando nos queramos dar cuenta la gallina está totalmente desplumada y no habremos notado el cambio. Y que fusionado con la anécdota de la gallina de Stalin que tras desplumar rápidamente a una gallina está dolorida le seguía cuando le echaba unos granos de trigo. Explicando a sus asistentes que ¡así se gobierna a los estúpidos! La mayoría de los pueblos, persiguen a sus gobernantes y políticos a pesar del dolor que les causan, por el simple hecho de recibir un regalo barato o algo de comida por uno o dos días.

El revisionismo histórico pseudocientífico que consiste en querer reinterpretar hechos históricos con los ojos de nuestra actual sociedad. Y así tenemos que algunos pazguatos directivos de una conocida cadena de contenido audiovisual multimedia han censurado Lo que el viento se llevó, por racismo paternalista. Y no hace poco en otra conocida red social se prohibieron cuadros de desnudos de Picasso, Velázquez, Goya, etc. O la actual ola de ataques a estatuas de personajes históricos.

Así poco a poco nos ponen unas gafas que distorsionan nuestra visión y a las cuales les van añadiendo paulatinamente graduaciones de manera que nos pasará como en el ejemplo de Mussolini. Que dentro de un tiempo no podremos ver sin ayuda de esas lentes. Y es que la vista es vaga y pronto se acomoda a no realizar esfuerzos.

Pero a la vez nos regalan las migajas de la gallina de Stalin para tenernos controlados. Esas migajas son acceso a portales de pornografía gratis esto sí está permitido, pero una obra de arte como el David o la Venus de Milo es incitar a la lujuria. El mal no es lo que se muestra sino cómo se mira.

Otra migaja son los bodrios de películas cuyo guion es prácticamente inexistente pero que concatenan sucesivas escenas de violencia explícita y sin sentido. Y así nos parece normal esas violentas escenas, pero luego nos escandalizamos cuando a una mascota se le da una colleja para que aprenda a saber estar o cuando se reprende a un menor para que acate las normas de educación.

Lo peor es que con esta ola de revisionismo aparecen los comisarios políticos (censores), aquellos que se erigen en qué cosas se pueden hacer o ver y cuáles no y cómo hay que interpretar unas u otras.

Así nos encontramos con que las niñas no pueden ser princesas, ni los niños pueden ser piratas. Pero sí hay que hablarles de opciones de género cuando ni siquiera saben lo que es el sexo.

El Ministerio de Igualdad ha empezado su particular caza de brujas y envía cartas a empresas apelando a la responsabilidad corporativa a algunas empresas para que, en el diseño de sus productos, y especialmente los que van dirigidos al público infantil sean más igualitarios lejos de roles estereotipados. Y luego resulta que en cada nueva serie o película tienen que aparecer personas de distintas razas, opciones religiosas y preferencias sexuales, las cuales encorsetan en típicos y tópicos clichés.

Pronto los escritorios de los comisarios se llenarán de las denuncias de amigos y familiares siguiendo el guion de la revolución cultural del pequeño timonel o al estilo de la Gestapo y por último vendrán los centros de reeducación al más puro estilo del nido del cuco, la naranja mecánica y los campos de la muerte.