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La pícara

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Me acuerdo de conversaciones sucedidas años atrás. Un "chiguito" me decía:

—Quiero abrir una vinoteca.

Los sueños se hacen realidad con esfuerzo, dedicación y suerte. Este último concepto suele acompañar a la mente preparada, como es el caso. Esa idea se convirtió en realidad cuando aquel joven Jesús Ángel junto a Rubén, su hermano, comenzaron la aventura empresarial con un pequeño bar en Cigales, provincia de Valladolid.

Sus pinchos eran imaginativos, innovadores al menos, en la localidad cercana a la capital de la provincia. El siguiente paso en hostelería fue "La Pícara" en la calle de Miguel Íscar, cerca de donde vivió Miguel de Cervantes hace unos siglos, coincidiendo con la publicación de "El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Macha". Pues sí, en Valladolid también tenemos una parte de la historia entre las plazas de España y Zorrilla.

Los hermanos Valdivieso Villaumbrales crearon un bar, restaurante y lugar para degustar copas de forma diferente. El local tiene pocas mesas. Es un acierto, sin duda. Allí se acude a probar la maravillosa e imaginativa cocina, degustar la extraordinaria carta compartiendo conversación y animada tertulia sin perder el hilo, dado que el bullicio se deja para otros lugares. Una agradable música relajante envuelve todo sin necesidad de reconocer, odiar o alabar a los desconocidos intérpretes.

Su decoración es imaginativa con especial detalle a las lámparas, que enamoran a cualquier persona nada más entrar. El segundo detalle es el gran mural de una mujer morena, probablemente sea la imagen que da nombre al restaurante, quien parece mirar de manera un tanto distraída a los recién llegados.

Es momento de sentarse y muy recomendable reservar mesa desde su propia página web. Un detalle muy cómodo y actualizado a la tecnología del año 2019. Tienen tres tipos de mesas hechas de mármol: elevadas y asientos con banquetas —quizá pensado para personas con dificultad en las caderas, quienes precisan sentarse en una posición alzada—, mesas «normales» —permítanme la licencia— y mesas con pequeños sofás. Todas las opciones son cómodas. Nos trajo el recuerdo de aquellas reuniones en casa de los abuelos, donde la familia comíamos los fines de semana. ¡Qué mejor lugar para ir con los padres, abuelos y nietos! Exacto. Fui con mis padres e hijo. ¿Cómo empezó la conversación?:

—El río Esgueva pasaba bajo esta calle para desembocar en el Pisuerga —comentaba mi padre.
¿Dos ríos en Valladolid? —en muchos lugares de España desconocen este detalle.

Nuria es jefa de sala. La carta del restaurante es una invitación a probar, compartir y degustar varios platos. Ella, con gran conocimiento y amabilidad, aconseja si se está sobrepasando los límites aconsejables antes de llegar a la gula. Toda, entera, con sus ingredientes y aliños es un aprendizaje que nos sorprendió: sin necesidad de tomar nota de los platos, el orden a quien iba destinado cada uno.

Los niños son bienvenidos. De hecho tienen un plato de pasta y arroces sin el sempiterno tomate frito, pero con unos sabores desconocidos a los zagales. Puede se sientan un poco desconfiados, momento que desaparecerá al dar el primer bocado. Por cierto, a los más escépticos se pueden despachar con un par de «versiones» de arroz.

¿Vino? De Cigales, sin duda. Comienzan a llegar los platos, despega el viaje de los sabores. Los relatos de los abuelos al nieto impregnan cada momento de la comida. Croquetas, ensaladas, pasta, carnes... entre unos y otros descansamos en el sofá, como se hacía en casa para oír las historias de antaño. ¡Cuántos recuerdos!

¿Y los postres? Válgame el cielo, que dirían por ahí. Delicias llenas de sorpresas, sabor, dulzor y recuerdos de personas que ya se fueron de este mundo. Ellas, aquellas señoras bajitas, llenas de arrugas, con las manos curtidas del frío y el calor, de la humedad y alguna sequía, sabían hacer maravillas con un trozo de pan, leche, azúcar, chocolate cuando se podía, frutos secos, canela y amor. En "La Pícara" han conseguido recopilar y avanzar en esos detalles de los postres, frecuentemente olvidados por otros locales.

Esos dos chiguitos —término cariñoso utilizado en Cigales para nombrar a los más jóvenes— fueron galardonados por su labor de emprendedores. Cuentan con tres restaurantes y dos bares de pinchos. Uno de ellos es una vinoteca. Ahí empezó, con un sueño, una iniciativa, muchas horas de trabajo y dedicación.

"La Pícara" es otro ejemplo de llegar al éxito desde el esfuerzo diario. Sí, en Valladolid y Cigales, de momento.