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Nada es imposible

Los niños, con mascarilla y descansado en el hospital de Chiang Rai.

Los niños, con mascarilla y descansado en el hospital de Chiang Rai. REUTERS

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Menos de veinte días después de adentrarse en una cueva, doce niños componentes de un equipo de futbol, junto con su entrenador, han logrado salvar sus vidas, habiendo incorporado los aprendizajes que les fueron necesarios para ello, fundamentalmente nadar y bucear, lo cual supone toda una alegoría, y gran metáfora, de la necesidad de adaptación, de cambio y de incorporar nuevas competencias o habilidades, que todos tenemos.

El veintitrés de junio, el entrenador asistente del equipo de futbol “Wild Boars” (jabalíes), quiso recompensar a sus jugadores tras un buen entrenamiento, celebrando el cumpleaños de uno de los chicos del equipo en el interior de la cueva Tham Luang, algo que ya habían realizado en otras ocasiones.

En esta ocasión era Peerapat quien cumplía años y, junto a él, Chanin (11 años), Dungpet (13 años), Panumas (13 años), Somepong (13 años), Mongkol (13 años), Nattawut (14 años), Ekarat (14 años), Adul (14 años), Prajak (15 años), Pipat (15 años) y  Pornchai (16 años), dejaron sus bicicletas en la entrada de la cueva y se adentraron en ella tras Ekapol (25 años), conocido por los muchachos por el apodo de Aek, sin dar importancia a los carteles que alertaban del peligro vinculado a la época de lluvias en la que se encontraban, una temeridad que les pudo costar muy cara.

A las veinticuatro horas de no tener noticias de los niños y su entrenador, se organizó la búsqueda, que rápidamente dio como resultado la localización de las bicicletas de los chicos a la entrada de la cueva. Las filtraciones de lluvia habían elevado el nivel de las aguas interiores hasta tal punto que los “WIld Boars” quedaron sobre un pequeño promontorio de tierra, a unos cuatro kilómetros de la entrada. 

Desde el mismo momento de ser consciente de lo que ocurría Aek, antiguo monje budista, tranquilizó a los niños trasladándoles confianza y dándoles herramientas para optimizar sus pequeños recursos, administrando energías, iniciándoles en la meditación para mantenerles calmados, enseñándoles a sorber agua filtrada desde las piedras que formaban estalactitas y monitorizándoles en ejercicios de relajación, convencido que se enfrentaban a una larga espera hasta la llegada de los servicios de rescate, pero con la confianza sobre que ello sería así.

Aek fue imprudente al adentrarse en el cueva con el grupo de doce niños, ello fue un error, pero como tantas veces nos sucede en la vida, el pasado no tiene vuelta atrás, y tras asumirlo supo dar lo mejor de si mismo para liderar al grupo.

El dos de julio, nueve días después, un equipo de buzos llegó hasta donde estaban los niños y su entrenador; el primer logro, el de la supervivencia hasta entonces, estaba conseguido.

Los seis días siguientes fueron dedicados a alimentar y recuperar a los niños, al mismo tiempo que se les adiestraba en la natación y el buceo, lo necesario como para superar todas las dificultades que se presentaban hasta la salida de la cueva. Un desgraciado accidente, acabó con la vida de un buzo de los equipos de rescate, que fue lo más doloroso de todo lo ocurrido, y escenificaba lo complicado del reto que los niños tenían frente a sí.

En setenta y dos horas todos ellos, los niños y Aek, divididos en tres turnos, consiguieron recorrer los cuatro kilómetros hasta la salida de la cueva, manteniendo la necesaria calma, cumpliendo con las indicaciones de los servicios de rescate, superando las dificultades existentes: la nula visibilidad, las corrientes de agua, las frías temperaturas e interiorizando las técnicas para respirar por los reguladores que les ofrecían los buzos profesionales y hacer uso del resto del equipo. El reto era mayúsculo, pero nos brindaron un gran ejemplo de como incorporar los aprendizajes necesarios en el breve plazo de tiempo de tan solo unos días.

Gran lección de vida de todos ellos y del equipo de rescate que nos demostraron que “nada es imposible”.

¿Cuántas veces en la vida hemos descartado hacer las cosas de diferentes manera?, ¿en cuántas de ellas nos ponemos excusas?, ¿cuántas respuestas te has dado, a ti mismo, diciéndote ¡no puedo!, ¡no soy capaz!?. El primer paso para conseguir cualquier cosa es intentarlo …¡recuérdalo!.