Opinión

Llega otra Navidad con sonrisas de piedra

Los excesos de las fiesta  de Navidad se pagan tarde o temprano.

Los excesos de las fiesta de Navidad se pagan tarde o temprano.

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Ya llega la Navidad, se ve en las luces colgadas brillando sin cesar en todo Madrid, ya sientes ese sabor a turrón de todos los años, mazapanes que empalagan y tienes que tragar con un poco de leche y el resto dejárselo en un vaso a los Reyes Magos. A ver si hay suerte y los camellos se comen y beben todo lo que les dejamos por la noche… a cambio un montón de regalos. O eso esperamos. Ese furor que crea Cortylandia, siempre lleno de gente, no puedes mover el brazo unos milímetros sin que te den un codazo, un pisotón o algún cabezazo, sin querer, los niños gritando deseando ver el espectáculo.

Deseando que un día nieve, películas navideñas, jerseys con renos y Papá Noel, un insaciable comer, organizando que venga la familia, el árbol de Navidad, ese mismo árbol que año tras año has ido sacando y poniendo bolas, serpentinas y esa gran y enorme estrella dorada o plata en la cima.

Ya no hay ilusión, ya no hay esa niñez que te decía que todo era mágico y bonito, que seres que vienen en renos o camellos, te dejan regalos bajo un árbol, que esa inocencia ya se fue, y lo que sientes es que cada año hay menos personas sentadas alrededor de una mesa un 24 de diciembre. El discurso del Rey que cada año nos acompaña, siempre las mismas cosas, repetitivo y aburrido, un mismo hacer. Fingir felicidad y sonrisas porque es Navidad, ¿por qué? Tan dolorosa e hipócrita que aburre. Mercadillos, gastos y más gastos para comprar beber y comer, cuando no apetece, cuando no tiene sentido, cuando el valor navideño se ha perdido, cuando miras enfrente de una mesa y no hay nadie, se esfumó, giras a mirar a un lado y ese está vacío, al otro y puede qué veas a alguien, los demás se marcharon.

¿Por qué tenemos ese gran significado de la Navidad? A algunos nos duele tanto y otros lo viven como una aventura, como una película familiar navideña, como un sin vivir por tener dibujada una sonrisa de piedra esperando a que no se agriete. Muchas son sinceras y ese espíritu puede que sea el que nos valga a los que aborrecemos dicha época, me encanta y adoro el invierno, es mi estación favorita, pero a la vez me aterra porque en medio se encuentra la puñetera Navidad, unos días que nos significan más de lo que creemos, marcados con fuego en el corazón.

¿Qué tenemos que hacer? Comprar esos turrones, comprar esos mazapanes, comprar champagne, comprar unos regalos y auto regalos, mover los labios a modo de sonrisa, ponernos un gorro con borla enorme, y salir a vivir el espíritu navideño, ese que te recuerda que se va otro año, ¿y qué has hecho? El anterior se fue hace nada, ¿ y qué has conseguido? Unos más otros menos… Ponernos propósitos de año nuevo, esos que nunca cumplimos, hasta que llega un año que dejamos de fumar y lo cumplimos, llega otro de ponernos a dieta y lo hacemos… ¿Por qué en esta época es cuando pensamos todo ello? ¿Y qué esperar del siguiente año? Uno que pasará más rápido que el anterior, con siempre todo por hacer, para volver a escuchar lo mismo que anterior, para volver a pegarte por los mismos objetivos, porque cada año hay navidades, no se las lleva el Grinch, no es verdad, lo que se esfuma es la vida, y la vida de los demás, personas que han seguido su vida, personas que no les quedó otra que no estar en esa mesa, personas que no las pidieron opinión de cenar el día 24 con sus seres queridos. Un esfuerzo sobrehumano por no hacer sufrir a los de tu alrededor, no amargarles las fiestas, no contagiar lo que opinas ni lo que sientes, esperar a que los que llevan esa sonrisa verdadera no fingida con una piedra, sean tu germen para apartar las lágrimas y vivir algo de lo que esas personas viven.

Olvidar lo antes posible, ni turrones ni renos con una nariz roja, nada nos llama la atención, nada alivia, sólo dormir el día 22 y despertar el día 2 de Enero del otro año que viene. Esa es la verdadera sensación de los que vemos así la Navidad, aún así, haremos un esfuerzo de esos con jerseys de punto rojos con un árbol enorme dibujado, y pintaremos una media sonrisa en el rostro, esperando que alguien de sentido a todo ello…