Concentración de médicos en el Hospital Virgen de la Concha de Zamora

Concentración de médicos en el Hospital Virgen de la Concha de Zamora JL. Leal Ical

Nuestra huelga de médicos

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Hace más de 25 años escribía una carta en Diario Médico en relación a la huelga de médicos que tenía lugar entonces. Decía algo así como: "Ya quisiera yo que en 20 o 30 años hayamos resuelto el problema de los médicos". Entonces como ahora sabía que no lo íbamos a resolver.

Si en una patología no abordas la etiología y fisiopatología, sólo consigues un control parcial de sus efectos. La medicina actual carece con frecuencia de este planteamiento, muchas patologías se estudian por los que fabrican los fármacos que luego nos venden y refrendan con una Medicina Basada en la Evidencia (MBE) convertida en MB en la Estadística, se hacen protocolos de uso correspondiente que se asumen como leyes talibanes y llenan la cabeza de los prescriptores de su incuestionable bondad.

Así, la medicina vuelve a sus orígenes presumerios, convertida en religión de nuevo. Eso sí, con oro insuficiente en el mundo para pagarla y añadiendo vinagre a la ensalada de crispación social.

Pues bien, con la gestión sanitaria pública y algo menos con la privada en España, pasa algo semejante. Los médicos sienten que han perdido su esencia de profesión liberal, algo propio de un mundo donde la colectivización de propiedades y mentes quiere dominar la sociedad. Perder esa esencia es perder la libertad de criterio, la libertad de organización de actividad y la libertad personal para la vida cotidiana que aportan unos altos ingresos.

Qué se hizo para terminar aquella huelga: aumentar los ingresos, lo fácil. Pero lejos de solucionar los problemas que entonces empezaban, se han ido consolidando. La joya de la corona ha perdido su engaste de oro y el actual es un material tosco que, si no cambiamos, acabará con la joya en un mercadillo confundida con cualquier baratija.

Quizá el mejor Estatuto Marco sea el que no existe, el que no es necesario, el que sólo habla de Servicios Sanitarios financiados con dinero público y libertad de organización de esas entidades con la necesaria coordinación para optimizarlo.

Algo que básicamente es lo que se hacía cuando nació y se desarrolló el pulido de la joya de la corona.

Menos papeles que hacer, menos papeles que mover, menos impuestos que encarecen contratación y enferman a nuestros pacientes. Más médicos formados en conocimiento etiológico y fisiopatológico y menos protocolos de "expertos estadísticos".

No somos los únicos en este sufrimiento, pero seguimos teniendo la mejor atención sanitaria pública y sólo defendiendo la libertad de los profesionales y de los pacientes podremos volver a engastar la "joya" en el oro que no debió perder.