
Embutido de Aragón.
Olvídate del jamón y del pavo: este embutido aragonés es una de las alternativas más saludables para tu dieta
Su elaboración se remonta al menos al siglo XIX, y hoy en día es un símbolo gastronómico de la zona, con un prestigio bien ganado tanto dentro como fuera de Aragón.
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España es un auténtico paraíso charcutero. La tradición de embutidos aquí es tan rica como variada, y cada región tiene sus especialidades. Aunque muchos se asocian con productos ricos en grasa o sal, también existen opciones más saludables, especialmente si se escogen bien los ingredientes, el proceso de elaboración y la forma de consumo.
Aunque los embutidos no suelen tener fama de ligeros, hay alternativas que pueden incluirse en una dieta equilibrada si se eligen con cabeza. Es el caso del lomo embuchado (especialmente ibérico), la cecina de León (I.G.P.) o del jamón serrano o ibérico (con moderación), mejor sin aditivos ni conservantes.
Sin embargo, más allá de estas opciones existe un embutido elaborado en Aragón que resulta muy saludable: la longaniza de Graus (artesanal, con alto contenido de magro), que puede tener un perfil graso equilibrado si se elabora con buena proporción de carne magra, sobre todo si no tiene colorantes ni conservantes industriales.
La Longaniza de Graus es uno de esos productos que resumen muy bien lo que significa la charcutería tradicional bien hecha: sabor, historia y calidad. Se trata de un embutido típico del municipio de Graus, en la comarca de la Ribagorza (Huesca, Aragón). Su elaboración se remonta al menos al siglo XIX, y hoy en día es un símbolo gastronómico de la zona, con un prestigio bien ganado tanto dentro como fuera de Aragón.
Se elabora a partir de carne magra de cerdo (nada de restos o subproductos), panceta o grasa de cerdo de calidad, sal y especias naturales como pimienta negra o nuez moscada, y a veces se le añade ajo, pero no siempre.
Además, se embute en tripa natural y se deja secar al aire y la clave está en la proporción: mucha carne magra y muy poca grasa visible, lo que da un embutido sabroso pero más equilibrado que otros más grasientos.
Hay varias versiones: Longaniza fresca (se cocina a la plancha o a la brasa. Jugosa y con sabor suave); longaniza curada, más intensa, perfecta para tomar en lonchas finas o como aperitivo; longaniza trufada, con trufa negra del Pirineo, un lujo local muy aromático, y longaniza con setas, con boletus o trompetas de la muerte, muy apreciada en otoño.
¿Es saludable? Depende de la elaboración, pero sí puede ser una opción saludable dentro de la charcutería: alta en proteínas; menor contenido en grasa que otros embutidos industriales; libre de aditivos artificiales si es artesanal y rica en sabor, por lo que se necesita menos cantidad.
En resumen: si se elige una longaniza artesana de Graus, hecha con buen magro y sin excesos, es perfectamente compatible con una dieta equilibrada.
El aspecto y textura de la longaniza se presenta en forma de herradura o recta, embutida en tripa natural. La longaniza fresca tiene un color rosado y una textura suave y homogénea. La curada adquiere un tono más oscuro y firme, con un veteado fino de grasa.
El sabor es suave, ligeramente especiado, nunca pica en exceso.Destaca el equilibrio entre carne magra y grasa, que da jugosidad sin pesadez. En versiones con trufa o setas, el sabor es más complejo y aromático.
En lo que respecta a los aromas naturales: se usan especias tradicionales como pimienta blanca o negra, nuez moscada y, a veces, ajo. Además, no lleva aditivos artificiales si se elabora de forma tradicional.
Cada verano, en Graus, se celebra el Día de la Longaniza, con la elaboración de la longaniza más grande del mundo (llegó a superar los 1.100 metros). ¡Una fiesta popular muy divertida y sabrosa! Está reconocida como Marca de Calidad Alimentaria del Gobierno de Aragón.
¿Por qué es tan especial la longaniza de Graus? Porque representa la esencia de la cocina de montaña: sencilla, honesta, sabrosa y con alma. La longaniza de Graus no solo se come, se celebra.