"¿Y este verano que vais a hacer?, ¿te vas al pueblo?, ¿dejaréis allí a los chicos con los abuelos?"
Seguro que, en más de una ocasión, has sido parte de esta conversación o conoces a alguien que lo ha sido. Son muchos los afortunados que pueden contestar: "Me voy al pueblo".
Con la llegada del verano, las vacaciones escolares, y sobre todo, las ganas de salir del día a día, muchos aragoneses se "van al pueblo". Una expresión que denota identidad propia, raíces y, sobre todo, arraigo a lo propio.
Los aragoneses quieren volver a sus municipios, a aquellos en los que crecieron o donde vivieron sus padres y abuelos. Volver al pueblo en verano, supone ver niños corriendo por las calles, padres que se reencuentran con sus "cuadrillas" o abuelos que desean enseñar a sus nietos, el significado de "vivir en el pueblo".
Las piscinas municipales se abren, el bar siempre está lleno, y las fiestas patronales viven sus mejores momentos. Los municipios aragoneses duplican, triplican e incluso, cuadriplican su población en verano. "Hay vida" y por tanto esperanza. Pero esa "vida veraniega" contrasta con la soledad que azota al pueblo el resto del año.
Llega el invierno y, por tanto, la normalidad. Menos gente en las calles, y servicios reducidos a lo imprescindible. El arraigo al pueblo, del que tanto presumimos, se reduce en estas fechas, porque las oportunidades de asentarte allí también suelen ser más difíciles de encontrar. Desgraciadamente, nos despertamos del sueño de verano con la llegada del invierno.
La orografía, la dispersión geográfica y la despoblación son lacras difíciles de combatir. ¿Cómo conseguimos que aquellos que quieren vivir y formar una familia en sus pueblos, puedan hacerlo? ¿Cómo conseguimos no despertar del sueño de verano?
Muchas son las estrategias que desde las instituciones se han puesto en marcha, y muchas han llevado a buen puerto, aunque no todas. La colaboración institucional e implicación con los proyectos son clave para conseguir los objetivos, y es ahí donde la FAMCP entra.
El tú a tú con las instituciones y la conexión directa con las entidades locales, nos permite saber, de primera mano, cuáles son las necesidades y las peticiones, y a partir de ahí, buscar las mejores soluciones. ¿Si la gente vuelve en verano, cómo hacemos para que se quede?
Los incentivos, reconocimientos, acceso a servicios, o poder trabajar en lo que a uno le gusta independientemente de donde viva, son difíciles de conseguir. Los pueblos no están muertos, sólo están esperando su oportunidad.
Por ello, instituciones como el Gobierno de Aragón, pone en marcha programas como el "Plan Aragón Más Vivienda", que facilita la emancipación, sobre todo de los más jóvenes; impulsa y da protagonismo al comercio local a través de "Volveremos", facilita el relevo generacional con la red "Aragón es pyme", o ayuda a frenar la despoblación y potenciar la instalación de nuevos pobladores en el territorio aragonés con el proyecto "Pueblos Vivos".
En definitiva, la lucha contra la despoblación es una batalla que debemos librar juntos porque nuestros pueblos se merecen tener una segunda oportunidad. Se merecen volver al mapa y ser recordados como lo que un día fueron. Porque sin nuestros pueblos, sin su gente y sus tradiciones, perderíamos nuestra historia, lo que un día fuimos, y lo que nos gustaría un día ser.
No despertemos del sueño, sustituyamos lo de "me voy al pueblo en verano" por "quiero formar una familia en mi pueblo".
Pueblos vivos, y Aragón es pyme, volveremos