Azcón es un dirigente que, por méritos propios, forma parte de la denominada triple “A”. Está ausente, sufre ansiedad y le angustia su futuro. Ningún presidente o presidenta de Aragón ha logrado en la historia de nuestra autonomía, en un tiempo récord, consolidar un perfil tan antipático en lo político como alejado del sentir aragonés.
Al menos él no engaña en su historial, a diferencia de su compañera de partido la diputada Noelia Núñez. Porque Azcón es como parece: distante, autoritario e intolerante. Lo vemos en su actitud huidiza de su responsabilidad ante el parlamento aragonés. Lo sufrimos con sus repetidas escapadas de fiestas, bodas y festivales, mientras nuestra Comunidad sufría lluvias torrenciales.
Le avergonzaron en las calles de los pueblos inundados, cuando llegó de visita con su retraso habitual. Se había ido con su coche oficial, pero al volver descubrimos que se había dejado el cargo en el Pignatelli. Lo demuestra con sus repetidos ataques de ira en sede parlamentaria o los improperios que sufren los suyos de su propio jefe.
Recordamos aquella carta en la que abroncaba a sus militantes por no haber acudido a la manifestación de Madrid. Aquella en la que había que elegir entre mafia y democracia. Montoro ya había elegido por todos ellos.
En estos últimos días, hemos visto al señor Azcón hiperventilando. No sabemos si es por su situación, en minoría, que le dejó aislado en la última Junta de Portavoces de las Cortes de Aragón. Sus fieles le habían preparado una entrada bajo palio en la Aljafería para hablar de lo único que le interesaba: su confrontación contra todo y contra todos.
No había querido venir para hablar de las últimas crisis de Aragón con sus ausencias ante las lluvias torrenciales. Tampoco quiso articular una posición unánime de consenso para defender los bienes de Sijena. Sólo quería hacer política de partido y se le dijo que no. Que el parlamento aragonés no está a su servicio sino al de las y los aragoneses.
El rey se quedó desnudo porque el disfraz de su partido sólo se lo reconocen quienes le adulan. Quería comparecer en sede parlamentaria para lanzar sus bulos contra una financiación autonómica porque no tiene una propuesta de competencias, en positivo, que nos haga llegar en esta tierra hasta donde más lejos lleguen quienes más autonomía consigan. También en este tema se ha quedado sólo porque la ultraderecha está en contra del estado de las autonomías y no quiere llegar a ningún acuerdo con las fuerzas progresistas.
Quizás sea esta forma autocrática de ejercer la presidencia de Aragón, o será la frustración de no poder irse de vacaciones tanto como desea, pero el señor Azcón vive en un ataque permanente de nervios.
Los recientes ataques desde sus redes a la secretaria general del PSOE, Pilar Alegría, son la muestra palpable de que no sabe, no puede o no quiere ejercer con dignidad un cargo que le supera. Si no las firmara personalmente, parecería que un protagonista de esos pseudomedios ultras que tanto cuida, se ha hecho con sus claves y contraseñas.
El insulto, la descalificación y el machismo del que hace gala contra Pilar Alegría es impropio de la máxima representación institucional de Aragón. Por eso en las encuestas serias, esas que deben especificar su ficha técnica y su margen de error, la mayoría de la ciudadanía quiere un cambio en la presidencia del gobierno autonómico. Pero Azcón prefiere ponerse de puntillas con alzas ficticias de sondeos que disimulan su talla política.
El problema de Azcón es que ve a Pilar Alegría como su enemiga, y no como una adversaria política. Eso hace que sea su propia actitud personal la que dirija su comportamiento político, arrastrando a su gobierno y a su partido en esta particular cruzada, contra unos infieles que son todos los que no piensan como él. Esa cerrazón le llena de contradicciones que perjudican a Aragón.
Lo vimos en el pleno del Congreso de esta semana. Mientras Azcón pide más potencia energética al Gobierno de España para los centros de datos que anuncia, el PP vota en contra de un decreto que hubiera garantizado ese suministro, además de evitar posibles apagones.
En resumen, Azcón llora como presidente lo que no sabe defender como aragonés. Claro que si se comporta como un lobo solitario del poder, al que le han hackeado su cerebro político, lo mejor será reiniciarlo de nuevo en la oposición.