Fernando Benzo, escritor.

Fernando Benzo, escritor. Javier Ocaña

Cultura

Fernando Benzo, escritor: "La política española daría para novelas de todo tipo, desde algo cómico hasta algo más siniestro"

El autor Fernando Bezos, vuelve con una novela ambiciosa que rebasa con creces y para bien la condición de thriller.

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Zaragoza
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El gusanillo de escribir ya le picaba a Fernando Benzo cuando apenas tenía 10 años. Muestra de ello es un pequeño relato de indios y vaqueros que encontró en una mudanza de su puño y letra "era lo que veíamos los chavales en aquella época" se justifica con una sonrisa pícara que deja entrever el niño que fue.

En Zaragoza ha salido un día radiante, con sol y sin viento, así que optamos por sentarnos en una terraza. Son las 12.01 así que ya está permitido pedirse una cerveza, y él hace los honores con una caña. Yo, de servicio, me pido una coca-cola.

El tiempo apremia: "cuando vengo de promoción me llevan de aquí para allá sin tiempo de nada", y como no hay tiempo, enseguida entramos de lleno en su nuevo thriller "El dragón negro", una novela policíaca que atrapa desde la primera frase: 'Cinco cadáveres'.

Entrevista a Fernando Benzo

¿De qué trata su nueva novela “El dragón negro”?
Es, sobre todo, una novela policíaca. Aunque hoy hablamos más de “thriller”, yo he querido recuperar las reglas clásicas de la novela policíaca: dos inspectores —uno de homicidios y otro de estupefacientes— muy distintos entre sí, que además se detestan y que, sin embargo, tienen que colaborar en un caso que les supera. Pues los protagonistas sospechan que no se quiere
resolver el caso ni llegar a los responsables últimos, gente demasiado importante e intocable. Se trata de una matanza de emigrantes rumanos en un polígono industrial que, al investigarla, destapa una red internacional de crimen organizado. Pero no cuento más.

Además del suspense, la novela toca temas como el racismo. ¿Cómo ve ese asunto en la sociedad española?
Hemos avanzado muchísimo y yo no diría que seamos una sociedad racista. Pero, igual que con el machismo, hay muchos “microracismos” que persisten. Nos gusta pensar que somos muy abiertos, pero a veces se ponen de manifiesto límites a esa supuesta tolerancia. Eso me interesaba reflejarlo a través de los personajes: que el lector se lo pase bien con la trama, pero que al cerrar el libro se quede pensando: «¿No tendré yo también alguno de esos prejuicios?».

También hay una intrahistoria sobre la justicia y los límites legales, se busca no tanto quién lo hizo sino hasta dónde se puede llegar para hacer justicia. ¿El fin justifica los medios?
Exactamente. Esa es otra de las grandes preguntas que plantea la novela. ¿Dónde situamos la frontera entre legalidad y justicia? ¿Es aceptable saltarse la ley para hacer lo que uno cree justo, o al hacerlo ya estamos dejando de hacer justicia? No es una novela de tesis, es de entretenimiento, pero si consigo que esa duda se plantee en el lector, me doy por satisfecho.

La novela transcurre en Madrid. ¿Por qué eligió esa ciudad?
Madrid es un escenario literariamente muy potente, donde caben todo tipo de historias. Suelo situar muchas de mis novelas allí. Y, además, cuando se habla de corrupción o de poderes en la sombra, Madrid —como capital— parece un escenario natural. Pero tampoco hay que mitificar: ni Madrid es el cielo, ni el infierno. Lo que ocurre en Madrid podría pasar en Zaragoza.

Hablando de cosas que ocurren en Madrid; la política española, ¿podría ser una buena novela de misterio?Yo creo que se pueden sacar novelas de todo tipo, no te quepa ninguna duda. Desde novelas cómicas hasta novelas siniestras. Solo hace falta ver los periódicos para darte cuenta que la realidad, todas las realidades, no solo la realidad política, todas las realidades superan siempre la ficción.

El antagonista, el “malo” de la historia, también está muy trabajado. ¿Fue intencionado?
Sí, me gustan los villanos con matices. No me interesa el psicópata que mata por matar. Quiero saber por qué ese personaje es así. En esta novela, cuando empecé a construir al villano, me di cuenta de que su historia tenía tanto interés como la de los protagonistas. Acabó creciendo tanto que su arco dramático tiene el mismo peso que el de los policías protagonistas. Es uno de los personajes que más he disfrutado escribiendo y creo que va a sorprender hasta las últimas páginas.

Hablando de escribir: ¿cómo es su proceso creativo? ¿Planifica todo o deja que la historia lo lleve?
Yo empiezo con una estructura bastante definida, con una escaleta clara. Pero si la historia funciona, muchas veces me saca del guion. Los propios personajes te empujan por caminos que no habías previsto. Hay autores que dicen que eso es una tontería, que ellos mandan sobre sus personajes. Yo no lo creo. Si el personaje está bien construido, empieza a decidir por sí mismo. Cuando eso ocurre, siento que la historia funciona. Si no te sorprende tu propio proceso creativo, no está funcionando.

¿Y eso le pasó con el villano de esta novela?
Sí, totalmente. En el diseño inicial era un personaje más pequeño, pero al escribirlo me fue pidiendo espacio. Exigía tener un pasado, unos matices, una lógica interna. Fue creciendo hasta convertirse en una de las piezas clave de la novela.

Lleva escribiendo desde joven. ¿Cuándo supo que quería ser escritor?
Desde niño. A los 10 años ya escribía cuentos de vaqueros. A los 23 gané un premio de novela corta, pero en realidad escribo desde siempre. En mi familia siempre ha habido afición por escribir y pintar. Como anécdota, recuerdo que con 13 o 14 años, en una entrevista para entrar en un colegio difícil, me preguntaron qué quería ser de mayor. Dije: “escritor”. El entrevistador resultó ser el profesor de literatura, y gracias a esa respuesta entré en el colegio. Me ha dado muchas alegrías, eso de querer ser escritor.

¿Y sus padres le animaban?
Sí, en casa siempre se valoró mucho la cultura. Nunca hubo una presión para que eligiera algo “más seguro”. Era un entorno donde escribir no se veía como una locura. De hecho, te cuento una anécdota, mis padres querían que estudiara en un colegio donde era muy difícil entrar, pero querían que estudiase allí como fuera. Y cuando fui a hacer la entrevista a ese colegio, yo tenía 13 o 14 años, me preguntaron, ¿qué quieres ser mayor? Y dije: escritor. Y entré en el colegio por eso, porque el que estaba haciendo la entrevista era ¡el profesor de literatura! (ríe) Con lo cual, di la respuesta más rara y, en ese momento, la perfecta para entrar en ese colegio.

Ha escrito relatos, teatro, novela… ¿Dónde se siente más cómodo?
Sin duda, en la novela. Es el formato que me permite desarrollar más plenamente las ideas que tengo en la cabeza. Y dentro de la novela, el thriller me resulta muy cómodo porque permite incluirlo todo: historias de amor, relaciones familiares, crítica social o política. Es un género que absorbe cualquier otro y, además, atrapa al lector. Por eso creo que ha dejado de verse como literatura menor: porque es capaz de hacerlo todo a la vez.

¿Qué libros le han marcado especialmente?
He leído mucho y de todo. Desde literatura muy sofisticada hasta cosas más ligeras. Uno de los libros que más me ha impactado y que he releído varias veces es Fortunata y Jacinta. Me parece una obra maestra, casi a la altura del Quijote. También Madame Bovary, que considero una novela perfecta. Y El gran Gatsby, que ha estado presente en mi vida como una lectura recurrente. Pero bueno, en verano suelo leer novelas más ligeras, como de descanso.

Antes de despedirnos, ¿alguna recomendación para los que no se animan a coger un libro?

Creo que se puede empezar con García Márquez. Si tú lees Cien años de soledad o El amor en los tiempos del cólera y no te atrapa, vas a tener un problema para seguir siendo lector. Ahora, como te atrape, va a convertirte en un lector de por vida.