
Javier Herrero, dueño de Principal Construcciones. Zaragoza
Javier Herrero, dueño de Principal Construcciones con 120 años de historia: "Mi abuelo ayudó a reconstruir Zaragoza"
En 1905 cuando un joven albañil zaragozano, Joaquín Herrero Cortés, decidió dar el salto y fundar su propia empresa.
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Corría el año 1905 cuando un joven albañil zaragozano, Joaquín Herrero Cortés, decidió dar el salto y fundar su propia empresa. No imaginaba entonces que, más de un siglo después, su apellido seguiría figurando en los cimientos de muchos de los edificios que han dado forma a Zaragoza.
Cuatro generaciones después, la firma hoy conocida como Principal Construcciones celebra 120 años de trayectoria. Lo hace convertida ya en una promotora moderna, pero fiel al legado de compromiso, calidad y esfuerzo que la vio nacer. Al frente está ahora Javier Herrero, bisnieto del fundador, quien repasa con orgullo y realismo el camino recorrido.
“Mi bisabuelo decidió emprender, ponerle su nombre a la empresa, como era habitual entonces, y empezar a levantar edificios con los pocos recursos que tenía”, rememora Javier sobre aquellos primeros pasos que dio su familia. Es su segunda entrevista con un medio de comunicación y, aunque con cierto nerviosismo y recelo ante lo desconocido, se muestra sonriente y feliz al hablar de la historia que comenzó hace ya 120 años.
El inicio de la empresa, entonces Joaquín Herrero Cortés, comenzó con pequeñas reformas en viviendas residenciales. Pero la auténtica expansión llegó tras la Guerra Civil, “cuando Zaragoza, como gran parte de España, necesitó ser reconstruida”, señala Javier.
Fue entonces cuando el abuelo Joaquín Herrero Pascual tomó el relevo y convirtió la empresa en una referencia regional, participando en la edificación de bancos, hospitales, institutos y otros proyectos institucionales. Muchos de estos proyectos con gran renombre, como el Ayuntamiento de Zaragoza o el hospital Universitario Royo Villanova.
“Lo impresionante fue su capacidad de gestión, de mover varias obras a la vez en un momento en el que nadie más podía hacerlo”, afirma Javier con orgullo.
Una empresa donde las mujeres siempre han estado
Aunque se trate de un sector tradicionalmente masculino, la historia de Principal Construcciones ha sido escrita también por mujeres. “En realidad, el único socio masculino ahora soy yo. Mi tía Cristina Herrero González, con casi 80 años, sigue yendo a la oficina todos los días”, cuenta Javier entre risas.
Las mujeres de la familia, tal y como asegura el empresario, no solo han sido parte activa del día a día de la empresa, sino también socias clave, como las hermanas de Cristina María Pilar y Rosa María, que han apoyado la modernización y transición generacional con sabiduría y compromiso.
Durante décadas, Principal Construcciones fue una constructora pura. En sus mejores momentos, llegó a tener más de 500 empleados en plantilla. Sin embargo, el mercado cambió, y con él, también la empresa. El padre de Javier, Luís Joaquín Herrero González, asumió la gerencia hace 20 años, justo para el centenario de la firma.
Un año después comenzó en la empresa Javier y, ya en 2018, lideró la transformación hacia un modelo más enfocado en la promoción inmobiliaria: “Hoy nos centramos más en el desarrollo de los proyectos, en su calidad arquitectónica y urbanística, y subcontratamos la ejecución de la obra”, explica.
Una vocación construida
Curiosamente, para Javier no fue una vocación natural. De joven, prefería otros caminos, pero las circunstancias familiares y el legado le llamaron de nuevo. “Mis vacaciones escolares las pasaba en obras con mi padre y mi abuelo. Finalmente, estudié ingeniería, trabajé fuera, pero acabé volviendo para continuar el proyecto familiar”, rememora con una sonrisa.
La crisis de 2008 marcó un antes y un después. Cambió la demanda, el cliente se volvió más exigente, y la normativa se endureció. “Antes se vendía el piso tal como estaba. Hoy el comprador busca personalización, sostenibilidad, eficiencia energética… Y eso ha elevado mucho los costes”, explica Javier.
Y no solo la normativa ha cambiado. También el acceso a mano de obra cualificada se ha complicado gravemente: “Hay una escasez brutal. La construcción se ha industrializado, exige formación técnica muy especializada”, puntualiza.
Renovación
Tras la pérdida de su padre en 2018, Javier impulsó una renovación profunda de la marca. Cambiaron no solo su identidad visual, logotipo, sino que iniciaron una nueva etapa bajo el nombre Principal Construcciones. “Cuando una persona entra en su hogar, lo primero que hace es subir las escaleras de la planta principal. Dos ideas que tuvo el artista Isidro Ferrer, que nos ayudó a crear la nueva marca, y que reflejan muy bien lo que significa la empresa”, explica.
Una renovación que vino acompañada de un nuevo proyecto en la avenida Cesáreo Alierta: su promoción Alierta 100, un edificio con 87 viviendas que representa la nueva filosofía de la empresa. Actualmente, tan solo quedan 7 viviendas por vender.
“Queríamos que fuera nuestro edificio insignia, que reflejara todo lo que somos hoy. Tiene un diseño diferencial, materiales de altísima calidad, aerotermia centralizada… pero sobre todo buscábamos que la gente nos volviera a poner en el mapa, que recordaran quienes somos y lo que hacemos, aunque ahora modernizados”, comenta Javier.
Aunque el proceso fue “muy complejo”, Javier asegura estar más que satisfecho con el resultado. “Coincidió con la pandemia, hubo retrasos y muchos problemas hasta que conseguimos que la empresa encargada de electrificar el edificio lo hiciera. Hubo mucha incertidumbre, costes al alza… pero al final logramos sacar adelante un edificio símbolo de modernidad y compromiso medioambiental”, detalla. El proyecto también destaca por sus amplias terrazas, espacios luminosos y una apuesta clara por el confort del usuario final.
Más allá de los logros empresariales, suyos y de su familia, Javier transmite humanidad. Habla con calma, escucha con atención, y responde con sencillez. Muestra orgullo de su pasado, pero también humildad.
Expresa que hoy, en 2025, Principal Construcciones no solo celebra su aniversario. Celebra cuatro generaciones de esfuerzo, una adaptación constante al mercado, y sobre todo, una vocación por construir ciudad, comunidad y confianza.
“Queríamos volver a ponernos en el mapa con un edificio que nos representara. Y lo hemos conseguido. Ahora toca seguir mirando hacia adelante, sin olvidar de dónde venimos”, concluye Javier.