Mireille y Herman, en las piscinas naturales de Torrevieja.

Mireille y Herman, en las piscinas naturales de Torrevieja. L.M

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Mireille y Herman no dan crédito de los precios en Torrevieja: "Aquí puedes salir a cenar sin gastarte 80 euros"

La pareja asegura haber huido del ruido y de la intranquilidad de Benidorm, en un primer intento de comprar una vivienda en España.

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El mes de octubre ofrece un gran regalo a las personas que pasean por Torrevieja.

Tras la locura del verano, llega la calma después del bullicio, la brisa aún cálida, la rutina pausada de quienes prefieren esperar a que pase el verano para disfrutar de la ciudad.

Es el caso de Mireille y Herman, una pareja belga que disfruta del sol de octubre en las piscinas naturales.

“Tenemos un apartamento aquí. Venimos cinco veces al año”, cuentan con orgullo. Hace apenas dos años compraron este rincón en el corazón de Torrevieja, después de un primer intento en Benidorm.

“Era demasiado ruidoso para nosotros. Luego descubrimos Torrevieja, y nos gustó de inmediato. Nos enamoramos", asegura la pareja.

Bélgica y España

En Bélgica, Mireille dirige un jardín de infancia desde hace 26 años, mientras su marido Herman también sigue trabajando, esperando la jubilación.

Ahora, aunque disfrutan del clima y de la vida española, no planean un traslado definitivo: los hijos, los nietos y sus padres mayores los atan todavía a su país natal.

“Venimos en mayo, septiembre, noviembre... pero el verano lo dejamos a los jóvenes. En junio y en agosto estamos en casa, con los nietos", aseguran.

Lo que más valoran aquí es la tranquilidad, la sencillez de una vida sin sobresaltos, y cómo, en sus palabras, “todo es más fácil”.

Comparan la rutina belga con la española: “En Bélgica la vida es mucho más agitada. Aquí la vida es diferente, mucho más relajada.”

Comida y precios

Mireille y Herman ríen cuando hablamos de la diferencia de precios entre sus dos países. “En Bélgica un gin-tonic cuesta 17 euros. Aquí, seis o siete.”

Cenar en un restaurante en Flandes supone desembolsar 60 u 80 euros por persona, mientras en Torrevieja disfrutan juntos de una buena comida por una fracción de ese precio.

“La vida aquí es más barata, más accesible. Y eso también nos hace la estancia más agradable", afirman.

En su día a día, prefieren lo sencillo: relajarse, leer, pasear por el centro o simplemente “hacer las cosas cotidianas”, como lavar la ropa o cuidar del apartamento. No necesitan coche: se mueven en autobús, y si surge, alquilan.

Nuevos horizontes

La pareja no está sola en esta aventura. Han encontrado aquí una red de compatriotas belgas, pero también se han abierto a nuevas amistades locales.

“Ya tenemos amigos españoles, con los que salimos a comer.” Mireille añade que está aprendiendo español: “Es difícil, pero estoy intentando lo mejor que puedo.”

De momento, no exploran mucho más allá de Torrevieja, aunque sueñan con conocer la región poco a poco.

Alicante es una de sus próximas paradas. Como muchos otros europeos, disfrutan del equilibrio que ofrece el Mediterráneo: sol, hospitalidad y la comodidad para moverse entre dos mundos.

Al despedirse en las piscinas naturales, bajo un cielo aún veraniego, Mireille y Herman dejan tras de sí sensación clara: más que turistas, viven Torrevieja como un hogar de temporada, un segundo latido al compás del mar.