Vistas al enclave.

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No es Hawái, pero está cerca de Alicante: un precioso paisaje con rutas en altura y vistas al Mediterráneo

Este lugar es una muralla natural de casi 332 metros que se eleva de golpe sobre las aguas turquesas de Calpe.

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Alicante
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Hay paisajes que sorprenden por lo exótico, y otros que cautivan precisamente por lo cercano. En la Costa Blanca, a menos de una hora de Alicante, se alza una mole rocosa que parece sacada de otro continente: el Peñón de Ifach.

No son volcanes en medio del Pacífico ni playas infinitas como en Hawái, pero sí un lugar donde el Mediterráneo se viste de drama y belleza en cada ángulo.

El Peñón de Ifach es una muralla natural de casi 332 metros que se eleva de golpe sobre las aguas turquesas de Calp.

Desde la carretera ya impresiona, como un faro pétreo que guarda la costa, pero es al acercarse cuando se entiende por qué fue declarado Parque Natural: aquí la roca, el mar y la vegetación mediterránea se combinan en un espectáculo vibrante.

Subir al Peñón no es solo hacer senderismo, es vivir una experiencia. El recorrido comienza con un sendero fácil, pero pronto el camino se estrecha y serpentea entre túneles y miradores colgados sobre el abismo.

Cada paso hacia arriba abre nuevas panorámicas: las playas de Calpe extendiéndose como una sábana dorada, los pueblos blancos que puntean la costa, e incluso, en los días más claros, la silueta de Ibiza en el horizonte.

Es una caminata que recuerda a esos senderos en acantilados de Hawái: la sensación de estar suspendido entre el cielo y el mar, con la brisa salada acariciando la piel.

Naturaleza en estado puro

El Peñón no es solo paisaje, también es vida. Entre sus paredes calizas anidan gaviotas y cormoranes, y en primavera los senderos se llenan de flores silvestres que tiñen la roca de color.

Los amantes de la botánica encuentran aquí un pequeño paraíso: más de 400 especies vegetales crecen en este enclave, algunas únicas en el mundo.

Lo mejor llega en la cima. Tras un esfuerzo de poco más de una hora, el mirador final regala una de las vistas más icónicas del Levante: 360 grados de mar abierto, calas escondidas y la ciudad de Calpe a tus pies, como si fuese una maqueta.

Es un momento de esos que obligan a detenerse, respirar profundo y guardar en la memoria.

El Peñón de Ifach es la prueba de que los paisajes que nos dejan sin aliento no siempre están a miles de kilómetros. No será Hawái, pero sí es un pedazo de naturaleza salvaje a un paso de Alicante, donde el Mediterráneo muestra su cara más imponente y generosa.